En una reunión de economistas y politicologos en Bs As se discutio esta semana la realidad actual y la perspectiva para la década entrante en el país. Hay desconcierto y cautela. Un resumen de las opiniones sería algo así como que no se puede hacer una suma de la década de los noventa y esta que termina y dividir por dos.
Se piensa que no hay lugar para un país desregulado y basado exclusivamente en la iniciativa privada como en los noventa pero tampoco en otro jaqueado por permanentes iniciativas que pretende regular todo, desde las exportaciones a la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas. De lo que se trata es de encontrar un equilibrio entre el mercado y el Estado. Entre la Organización económica y la politica macroeconómica. En mirar hacia adelante y armar reglas de política económica que trasciendan los gobiernos. Una suerte de equilibrio entre flexibilidad y reglas se dice. De reglas pramáticas o de institucionalidad flexible.
En lo actual el país camina al 5 a 1. Cinco partes de inflación por una de crecimiento. De esta forma para un crecimiento esperado del 5 % se piensa que la inflación estará cercana al 25 %. Sin embargo para la sociedad, la inflación es apenas el tercer problema de prioridad. Como la actividad económica no se detiene, no se vislumbra que la dinámica actual vaya a terminar en una suerte de tragedia. En consecuencia, los argentinos tratan de pelearle a la inflación y viven nuevamente en el medio de la ilusión monetaria. De creer que se le ganará al aumento de precios con reclamos salariales cada vez mayores. Mientras tanto el Gobierno pretende seguir con su camino de fomentar la actividad usando cuanto recurso tiene en mano. Se menciona que se usarían 1500 millones de los fondos jubilatorios para facilitar inversiones de aerolineas. Se busca armar un esquema de créditos subsidiados pero no hay definiciones de casi nada. No se sabe cómo se neutralizarán los 8000 millones que se piensan lanzar a la circulación a partir de los bonos que los bancos tenían en cartera. La alternativa a más deuda pública mediante emisión de letras es casi inevitable. Información sobre compromisos financieros que no estén en el presupuesto tampoco hay nada. En términos de coparticipación se piensa en proyectos de transferencia sin condiciones de ningún tipo. Algo así como reeditar el fondo del conourbano pero para otras Provincias. En relación a las retenciones hay proyectos de la oposición para sacar todas y bajar a 25 % la Soja. Cuando se piensa que también habrá que bajar el gasto, ahí las propuestas brillan por su ausencia. Es una especie de ilusión nacional. No se habla de mercados, no se habla de productividad, no se habla de ajuste. Apenas de seguir profundizando el modelo y soñando con ganar el mundial.
En ese escenario, la política es pura foto. En un contexto donde el 20 de agosto se terminan las facultades delegadas y se terminan la reasignaciones de partidas por los superpoderes se debe dar lugar a la sanción de leyes. Sin embargo las leyes están como dice el inefable Pinti en la fiesta del carnaval y el olvido. Lo que importa son los lanzamientos personales. Hay claramente tres aspirantes al poder presidencial para la primera mitad de la década que viene. El radicalismo de Alfonsín y el lanzamiento de Nestor Kirchner a través de encuestas que le dan una mejora permanente. En la intimidad quienes dicen una cosa en los medios creen sin embargo lo contrario. Pese a todo el resto de los Peronistas decidieron contestar la nota del Diario La Nación con las noticias buenas sobre los Kirchner y la aparición de un radicalismo que se mueve a través de sus internas. Para eso apareció lo que Lavagna llama el Peronismo “renovador”. Con Duhalde, Puerta y todos los viejos conocidos de la política Argentina. Por supuesto falta Mauricio Macri, quien sin Peronismo disidente no existe a nivel nacional. De planes concretos, proyectos, equipos técnicos no hay nada. Se juega hoy apenas para la foto. Faltan apenas las cornetas africanas para que la fiesta sea total…
Roberto Tafani