Su madre lo abandonó al nacer y él la reencontró por Facebook

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Cuando escuchó su voz del otro lado del teléfono, a Mauricio se le paralizó el mundo: era ella, su mamá, 23 años después de haberlo abandonado con apenas 7 días de vida. «Hola. ¿Quién habla?», preguntó el joven cordobés. Hubo un silencio infinito en la línea y de repente, la mujer de unos 50 años de edad, le contestó: «Hijo mío; soy yo, tu mamá. No me odies. Perdoname. Te recordé siempre, nunca me olvidé de vos».
La charla telefónica fue el sábado a las cinco y media de la tarde. Minutos después Mauricio -que había hecho pública su búsqueda a través de Facebook- le contó a Clarín: «Me sentí pleno, nunca había experimentado la serenidad del alma. Por fin pude cerrar mi historia». La conversación duró unos pocos minutos que para Mauricio fueron una eternidad. «Lo único que atiné a decirle fue que estaba todo bien y que la perdonaba», sintetizó.
Pasaron 24 horas hasta que, ayer al mediodía, Mauricio pudo ver a su mamá por primera vez. Fue en una plaza ubicada en un barrio al norte de Córdoba. El fue con su primo y ella, con su hermana. Quedaron cara a cara unos segundos, y fue Mauricio quien rompió el silencio: «Puedo verme en tus ojos». Entre lágrimas su madre le dio ese abrazo que él había esperado durante años. El encuentro duró media hora y no sobraron las palabras. «Fue silencio y abrazos», resume Mauricio. Ella le contó que no había tenido otros hijos, que su padre fue «un accidente» en su vida y que había reconstruido su vida con otra pareja. Sin resentimiento, él le dio un mensaje de gratitud: «Gracias por haber tenido la valentía de bancarme siete meses y no haberme abortado».
Previo al reencuentro, hubo años de búsqueda y millones de preguntas. Cuando su caso se dio a conocer en Clarín, el sitio de Facebook que él había creado («Busco a mi mamá») se saturó. Su historia recorrió el país y el mundo: recibió mails de apoyo de Suiza e Inglaterra, entre otros muchos países.
«Hace una semana pude dar con la señora amiga de mi mamá que la ayudó, se llama Iris. Viajé con mi tío hacia Villa del Totoral a encontrarme con ella la semana pasada y ahí, empecé a comprender de dónde vengo». De repente, Mauricio piensa y mientras va comentando su historia, la refresca para sí mismo. «Iris me contactó con una señora que me cuidaba en la clínica. Se llama Stella Maris y me compraba ropa y medicamentos mientras estuve internado. Es más, quería adoptarme pero finalmente no fue así», detalla. Fue esta señora quien lo mandó hacia un pueblo llamado San Pedro Norte, ubicado a unos 80 kilómetros de Córdoba capital.
Mauricio viajó con sus papás y su tío del corazón. «Llegamos al pueblo y de repente vi una señora mayor caminando con un andador. Te juro que era mi cara; no me aguanté más y empecé a llorar», expresa Mauricio. Un rato después, estaba sentado en la mesa con sus abuelos, tíos y primos. «Me contaron que mi mamá estaba viviendo en Córdoba capital. Les dije que no quería problemas, sólo necesitaba agradecerle que me dejó nacer».
La vuelta hacia Córdoba junto a su familia adoptiva fue a pura lágrima. De repente, su celular alumbró el interior del auto y en la pantalla le figuraba un número desconocido. Presuroso, atendió el teléfono y del otro lado de la línea estaba su mamá. Desde entonces, su vida cambió. Tanto como su grupo en Facebook, al que, feliz, rebautizará: «Ya la encontré».

Fuente: Clarín

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