Entre la crisis y la esperanza

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     Termina un año difícil. Con la economía del mundo que no se derrumbó  pero que aun espera que la iniciativa privada retome el crecimiento. Con riesgos inflacionarios globales por la enorme inyección fiscal y monetaria que hicieron los países desarrollados para evitar caer en una depresión interminable. En Argentina hubo más de lo mismo. Se gastó dinero público sobre la recaudación y sobran dudas sobre la solvencia fiscal.  La última medida del gobierno de pagar deuda con reservas muestra que ya no se puede acudir a todos las otras fuentes a las que recurrió el Gobierno. Como dice Agustín Monteverde se utilizaron fondos fiduciarios, del PAMI, de la ANSSES, de la lotería, de la AFIP, de la estatización de aguas, de la caja de retiros militares, de las ganancias no realizables del Banco Central, de los ahorros del sistema de las AFJP, de la deuda con los acreedores, del fondo anticíclico. Ahora violando nuevamente la división de poderes se usan reservas por el ejecutivo como si fueran propias. Es el reflejo de un país donde hay un brutal desapego a las normas.

     Es el país donde algunos todavía dicen que somos esclavos de la ley pero en un solo día donde se renuevan más de 190 carnets de conducir en una ciudad, sólo 2 no están vencidos. Algo así como afirmar que el 99 % de los conductores que hacen el trámite manejan ilegalmente. Un país donde la población fue sometida a la burda programación de los medios basada en el futbol, sexo, el culto al cuerpo, el hedonismo, la violencia, la droga, y la degradación  de lo cultural y lo ético en el nombre de una supuesta modernidad líquida que se dice licua normas y valores. Mientras tanto en los países que manejan el mundo, una infracción de tránsito con alcohol en la sangre es penalizada perdiendo años la licencia de conducir y con multas que se llevan el 15 % del ingreso del infractor por 5 años. Parece entonces que la modernidad líquida sin normas es para algunos y no para otros. Somos nosotros los países que tienen el agua y las reservas estratégicas de recursos que el mundo necesitará los que son bombardeados con estas técnicas de sometimiento de la cultura y la conciencia de su población. Donde se cerca cada vez más a nuestros jóvenes con una educación y una salud pública desfinanciada, con horarios de diversión ridículos y donde todo se rocía con alcohol que vence las reservas morales que quedan.

     Sin embargo hay esperanzas. No se puede vivir sin ella. Ya tuvimos en el siglo pasado la experiencia de los existencialistas que pregonaban la nada constitutiva del ser. Que sometían la alegría del milagro de vivir a una simple concepción de ser una chispa entre dos oscuridades sin sentido. Donde todo se reducía a la angustia interminable de vivir una existencia finita en un universo infinito. Esas concepciones fueron para muchos insoportables. Hay que tener esperanzas y debemos luchar por ella. Por eso hay que pensar que el 2010 será mejor que el año que termina. Que habrá crecimiento y no recesión. Que habrá si todo va bien cosecha record. Que no se cambiará la actitud confiscatoria del gobierno pero que habrá posiblemente recursos para que todo no termine en una explosión inflacionaria. Que si al campo le va bien, retomará el comercio y posiblemente la inversión. Que será difícil que el Gobierno vuelva a cometer la torpeza del 2008 que paralizó la economía, derrumbó las ventas, demolió la recaudación.   Hay que decir que se ha parado la fuga de capitales. Que hay mayor demanda de dinero. Que subieron las ventas navideñas. Que pese a lo trabado que está el Congreso tal lo que se esperaba, habrá un poder político mas equilibrado y controlado. Que han vuelto 700 científicos al país. Que cayó a 12,3 por mil la mortalidad infantil. Hay que decir en definitiva, que pese a todo hay entre tanta lacra y basura mediática luz para la esperanza. Que la misma nos de fuerzas para luchar por una sociedad y un país mejor. Ojalá…

 Roberto Tafani

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