¿Qué pasa con el dólar?

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Cuando se analiza la evolución del mercado cambiario en lo que va del 2009, su comportamiento se asimila al de un péndulo. A principios de año y con plena crisis subprime, el termómetro cambiario mostraba la incertidumbre y preocupación del público por lo que vendría, y ante la “desinformación” se aceleraba la dolarización de portafolios. En febrero, la cotización tipo vendedor promedio alcanzaba los $3.53. 

Antes de las elecciones de junio había apuestas cruzadas sobre la reacción del dólar. Era de esperar que el valor del dólar explotara. Nadie imaginó que la divisa no sólo se iba a mantener  en los mismos valores, sino que el dólar marginal se igualaría prácticamente con el oficial. Una brecha de medio centavo separaba a ambos mercados. En el mes de julio, el dólar marginal cerró a $ 3,8450 y en las casas de cambio a $ 3,84.
Durante septiembre el dólar se estancó en $3.83 para la venta a nivel nacional y $3,89 para la venta en las principales casas de cambio de la Ciudad de Río Cuarto, según los registros de Fundación EGE. Así el billete estadounidense experimentó una suba de 26,63% respecto del mismo mes de 2008 a nivel nacional y una suba interanual de 23,32% si se consideran las cotizaciones de Río Cuarto.
Durante octubre, el dólar  se mantuvo prácticamente en los mismos valores promedios que el mes anterior.
Lo que se vislumbra es una distensión en el mercado cambiario, la demanda de dólares bajó y desde agosto el BCRA está comprando divisas en el mercado cambiario: hay semanas que compra mucho y otras poco; todavía no hay una tendencia definida. Es difícil que la dolarización baje a cero con el mundo y con la Argentina actual. Tal como explica M&S, cuando la dolarización era cero hasta fines de 2007, la economía mundial era casi ideal, la economía local no estaba deteriorada y la política local no había entrado en la tónica de los “manotazos” y el intervencionismo a gran escala. Obviamente, para que la dolarización baje es fundamental evitar semanas de pánico como las que hubo en 2008 y 2009.
Lo que efectivamente está sucediendo es que los inversores están aprendiendo la lección post-crisis de diversificar sus carteras. La operatoria fue incrementándose porque, después del primer trimestre del año, la gente comenzó a buscar otras alternativas de inversión frente a la depreciación del dólar. La idea subyacente era (es) escapar de la debilidad del dólar y dirigirse hacia otras inversiones ya sean metales, agro-comodities, incluso muchos inversores salieron de posiciones dolarizadas para volcarse a plazos fijos en pesos o bonos por la expectativa favorable que fue generando el canje de deuda.
Por lo momento, habrá que seguir con atención la evolución del dólar en el mundo y la reacción que ello provoca en nuestro mercado, no porque sigamos linealmente los designios mundiales, sino por lo que nos puede provocar indirectamente. Asismismo, tal como advierte Carlos Risso desde Notibancos, «no debemos olvidar que se vienen los dos últimos meses del año, los cuales son los que tradicionalmente demandan más pesos, con lo cual es hasta lógico pensar en una caída del dólar bajo esta presión. Con este antecedente y con una demanda tanto del público como de los importadores prácticamente nula, más que nunca creemos que deberá intervenir el BCRA para sostener el tipo de cambio o para hacer la caída lo más escalonada y despaciosa posible».  Igualmente y más allá de cualquier análisis acertado o erróneo, será la decisión y la necesidad del BCRA las que determinen el valor del tipo de cambio.

Esta es una publicación de Fundación EGE con la colaboración de Claudina Vassallo, miembro de Fundación EGE.

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