Problemas de la Salud Pública

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     En los últimos días visitaron la Universidad Nacional de Río Cuarto varios profesores del exterior. Dos de ellos, uno de origen español y otro un Cordobés que hace 35 años vive en Australia, contaron como es la atención de salud en sus países de residencia. En el caso del Profesor europeo, decía que allí el prestigio, la complejidad y la resolución de los problemas más graves de salud están en el sector público. Que si bien existen los seguros privados, estos  son contratados básicamente para individualizar la atención del paciente y evitar las colas de espera.

     Como se sabe el sector público raciona por cola y aún en los países donde el sistema publico nacional de salud funciona muy bien e integradamente como en Inglaterra, se programa la atención y es necesario esperar el turno para acceder a los servicios. Más aún, para llegar a la internación y a las prácticas de complejidad es preciso la propia derivación de los médicos de cabecera siguiendo el funcionamiento de una red organizada por niveles de referencia. Los seguros privados entonces permiten obtener un turno en el día, disfrutar una sala de espera con plasma, ser atendido y recibido por el propio profesional elegido y en definitiva disfrutar del proceso de individualización social que el sector privado conlleva. Sin embargo, en lo que a la atención se refiere, queda claro de estos relatos testimoniales, que esa atención privada se utiliza para prácticas simples cotidianas y no complejas. El sector público es el que tiene la trayectoria, la experiencia acumulada, la tecnología, el saber clínico sofisticado y en definitiva la integración con las universidades donde se busca colocar las torres académicas lo más cerca posible de los hospitales.

     En Australia, la situación pareciera ser similar. Los trabajadores aportan un pequeño porcentaje de sus ingresos (muy inferior) al que se descuenta en Argentina, reciben una tarjeta, y cuentan con la atención integral, compleja y de alta calidad del sector público. De nuevo la contratación de los seguros privados parece realizarse para evitar las colas de espera y disponer de una atención inmediata cuando se la solicita. También pareciera existir una fuerte vinculación entre las Facultades de Ciencias médicas y los hospitales. En líneas generales entonces se observa antes que una queja, una actitud de aprecio y satisfacción por el funcionamiento de la salud pública.

     En Argentina, las cosas son diferentes. Se hacen aportes importantes sobre los ingresos, pero ni la salud pública funciona adecuadamente, ni los seguros privados dejan de recortar cobertura. Los pagos a los prestadores por fuera de la cobertura de las obras sociales están a la orden del día y pareciera que el sector privado profundiza crecientemente su orientación mercantil y selectivo a través de tarifas que solo pueden ser pagas mediante el endeudamiento creciente de los pacientes.

     Lo emblemático de la cuestión sin embargo, pasa por el hecho de que cada vez que un establecimiento funciona bien, rápidamente se desarticula y desactiva. En Jujuy por ejemplo, un hospital de autogestión fue equipado con modernos programas de identificación de pacientes a las obras sociales. Luego un Instituto Universitario de Capital Federal fue a entrenar al personal. Posteriormente el personal del hospital visitó el Hospital Noti en mendoza y el Garrahan en Buenos Aires. Todo siguió muy bien. El hospital comenzó a facturar, el personal hizo un gran esfuerzo para fortalecer las estrategias de promoción y prevención de la salud. Renunció al aumento de sus ingresos por la facturación a las obras sociales y apoyó la reinversión de los fondos en el Hospital. Luego sobrevino el final esperado. Se instala un nuevo sanatorio en la zona, algunos médicos del hospital trabajan en el mismo en una suerte de ser funcionario público sin bloqueo de título a la mañana y artífice de la medicina comercial a la tarde. Luego los sistemas del hospital permiten la identificación de los pacientes con obras sociales para terminar no en la atención y facturación en el propio hospital sino para desviarlos hacia el sanatorio privado.

      A la desmotivación, le siguió la pérdida de compromiso y todo terminó en un intento frustrado de tener una salud pública fuerte para todos los habitantes. Hay muchos ejemplos más. Desde el tomógrafo de 3,5 millones de pesos en Catamarca que no funciona porque supuestamente todavía no se sabe a quien capacitar y que al estar parado no le hace sombra al sector privado, hasta los casos de aviones sanitarios que se usan para fines políticos mientras el estado paga a aviones privados cuando hace falta hacer un traslado sanitario. Como se ve Argentina no sigue el ejemplo de los países que hoy ofrecen sin duda una buena atención a su propia población. Sino que a lo que anda bien, se lo destruye. Un verdadera pena…

Dr. Roberto Tafani 

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