Hábitos saludables de alimentación

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Por la Dra. Ingrid Waisman. Médica Pediatra MP6508 MEsp 2749.

En las últimas décadas ha habido un cambio importante en el perfil de las enfermedades más importantes que aquejan a la humanidad.

Antes las principales causas de enfermedades eran infecciosas y parasitarias, las que han sido parcialmente derrotadas por avances en vacunas, medicamentos y cuidados generales de la salud.

Pero el “paradigma epidemiológico” ha cambiado. Entendemos por paradigma epidemiológico a un modelo aceptado y válido por la ciencia, que en un determinado momento puede mutar. En efecto, actualmente, las causas principales de enfermedad están constituídas por la obesidad, el tabaquismo, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, y también los accidentes y la violencia.

Muchas de estas enfermedades crónicas tienen como sustrato al sobrepeso y a la obesidad. Existe una verdadera epidemia mundial de obesidad que afecta a todos los países. La obesidad trae aparejadas enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades respiratorias, trastornos psicológicos, problemas ortopédicos, etc etc, que comprometen seriamente la calidad y la duración de la vida de las personas.

En Argentina se realizó en 2006 una Encuesta Nacional de Nutrición y Salud que reveló datos alarmantes: entre el 7 y el 20% de los niños y jóvenes presentan sobrepeso u obesidad. Estas afecciones coexisten también con situaciones de carencia nutricional: muchos de estos niños presentan anemia, falta de calcio, y un porcentaje importante presenta, además de obesidad, una talla baja, lo que significa que su crecimiento ha sido subóptimo.
Las causas de esta epidemia de obesidad son complejas.

Existen factores hereditarios, aumento del sedentarismo, falta de actividades físicas programadas adecuadas en la curricula escolar o en actividades extraescolares, y alimentación inadecuada.

Por alimentación inadecuada entendemos principalmente, las porciones exageradamente grandes, el exceso de azúcares y ácidos grasos, y la falta de fibras.

Es diferente el caso de la desnutrición, que se observa en menor medida, y principalmente afecta a niños o familias que no tienen acceso a una alimentación adecuada por carencias sociales o económicas.

Tratar la obesidad o el sobrepeso una vez establecidos es muy complejo. Como en muchas enfermedades la mejor conducta es la prevención.
Lamentablemente, los pediatras nos encontramos muchas veces con que los padres no perciben de manera realista que su niño tiene sobrepeso, y no consultan o no se preocupan por ese tema.

También es muy frecuente la consulta porque “el niño no come nada”. El pediatra seguramente pesará y medirá a ese niño, asegurando a los padres si está creciendo adecuadamente, y aconsejándoles que no lo obliguen a alimentarse si no tiene apetito. Respetar la sensación de hambre y saciedad en los niños es una pauta muy importante para prevenir el sobrepeso.

Lo ideal es inculcar hábitos de vida sanos y una alimentación adecuada desde la infancia. Muchas veces esto no tiene una relación directa con las posibilidades económicas de las familias, y se pueden recomendar pautas y metas que pueden cumplirse teniendo en cuenta las posibilidades económicas de cada familia.
Las siguientes recomendaciones son útiles durante el primer año de vida:

Mantener lactancia materna por el mayor tiempo posible.
Respetar al máximo las sensaciones de hambre y saciedad.
Introducir alimentación semisólida a partir del 6to mes y respetar el apetito del niño.
Para la sed dar agua y no jugos ni gaseosas
No usar la comida como instrumento de premio o castigo.
Llevar al niño al pediatra y realizar las mediciones de peso y talla correspondientes.

En edades posteriores:
La madre elige qué debe comer el niño, el niño decide cuánto comer: respetar las sensaciones de hambre y saciedad.
No servir porciones grandes
Para la sed, dar agua y no jugos ni gaseosas
Utilizar una buena variedad de alimentos, entre los que deberá haber suficiente cantidad y equilibrio entre carnes, verduras, frutas, pan y cereales, y lácteos
Evitar el exceso de golosinas
Evitar el uso prolongado de mamaderas
Evitar la alimentación predominantemente con leche o lácteos.
Evitar los alimentos excesivamente salados (papitas, chizitos)

Hay recomendaciones especiales para la alimentación en la escuela, que deberían acompañarse desde el establecimiento educativo. De nada vale enseñar la teoría de la pirámide alimentaria si en el recreo se vende y se consume comida “chatarra”.
Algunas pocas (muy pocas) escuelas en la provincia de Córdoba han implementado planes de alimentación saludable, con diversos recursos: en los jardines de infantes, las madres deben preparar una vez al mes la comida para todos los chicos siguiendo pautas nutricionales adecuadas (frutas, pan, cereales, yogur, gelatina, bizcochuelo casero, etc etc).; implementación de “kioscos saludables” a cargo de las madres, y otros recursos.

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