Quedando afuera de un nuevo orden

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Mientras se empiezan a avizorar los primeros signos de recuperación en las economías alrededor del planeta, los países deberían replantearse las estrategias para encarar una nueva etapa de crecimiento en tiempos de globalización. En tiempos en que es indispensable la toma de decisiones acerca de un “camino a seguir”, el Gobierno argentino continúa con el eterno tire y afloje con los ruralistas y el diálogo en torno al Consejo Económico y Social, que para muchos terminó antes de que empezara. Mientras, los países vecinos siguen ganando terreno y avanzan a paso firme ocupando el espacio en el mundo que la Argentina deja vacío.

Posicionado como potencia emergente, Brasil ha optado desde hace un tiempo por un plan de largo plazo. El Programa de Desarrollo Productivo (PDP) y la Estrategia Brasileña de Exportación (EBE), que el presidente Lula presentó el año pasado (en plena crisis) y que fueron discutidos con gran parte de los sectores productivos, evidencian el salto cualitativo a nivel internacional. El PDP, por ejemplo, plantea metas para 2010, 2011 o 2013, según el caso.
Para varios analistas, Uruguay se transformó en la nueva “Singapur”. Desde hace unos años se propuso transformarse en el centro de distribución estratégico de los productos que ingresan a la región y también de los que parten al resto del mundo. Para comprender la visión estratégica que están llevando adelante en el país vecino, basta saber que cerca de la mitad de la carga que mueve el puerto de Montevideo no tiene ni origen ni destino uruguayo: son contenedores de exportadores e importadores de países limítrofes que utilizan a ese país como conexión con el resto del mundo. ¿Cómo lo logró? Mediante el plan de desarrollo del puerto de Montevideo, que este año se transformó en la terminal con equipamiento más moderno de toda Sudamérica y al que cada vez más empresas argentinas recurren para enviar sus productos al mundo.
Por su parte, Chile ha ampliado su mercado de potenciales consumidores a partir de los tratados suscriptos con casi 50 países. Pero, dada su capacidad de producción, es incapaz de abarcar esa demanda., y es por esto que se ha propuesto convertirse en un “trampolín” para los productos de países como la Argentina o Brasil. El plan consiste en que empresas argentinas o brasileras puedan hacer parte del proceso de producción o cambio sustancial en Chile, y así, gracias al carácter originario de ese país, gozar de preferencias arancelarias en determinados mercados.

Desde fines del año pasado, el Gobierno Nacional ha venido mostrando de forma cada vez más clara la estrategia con la cual enfrentar la crisis internacional, a fin de estabilizar el crecimiento económico, conservar el empleo y cuidar las cuentas fiscales. Básicamente, la misma consiste en la implementación de una serie de medidas con impacto en el corto plazo (poco sustentables en el largo plazo), tales como: el sistemático y creciente cierre a las importaciones, mediante la aplicación de licencias no automáticas, medidas antidumping y otras restricciones para-arancelarias; la eliminación de las retenciones al trigo y al maíz mediante el pago de reintegros; el cierre arbitrario de las exportaciones para ciertos rubros; entre otras. Es decir, un conjunto de medidas que no terminan de delimitar el modelo exportador que sustente el crecimiento económico. Seguimos perdiendo terreno a nivel internacional por la falta de diálogo, que es el punto de partida a la hora de elaborar un plan sustentable en el largo plazo.

Ariel Palmero

Esta es una publicación de Fundación EGE con la colaboración de Ariel Palmero, miembro de Fundación EGE- comex@fundacionege.org

 

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