Hay una decisión tomada. Néstor Gorosito dirigirá su último partido en River frente a San Lorenzo. Se cansó. En la intimidad, Pipo se siente saturado, molesto. A dos días del clásico, en su cabeza no hay vuelta atrás. Es una determinación que empezó a masticar luego de que los hinchas lo insultaran por primera vez luego de la caída en Sarandí, y que tomó cuerpo en las últimas horas. Se siente defraudado por buena parte de los futbolistas (por su rendimiento en la cancha) y traicionado por los dirigentes. Y entonces, se va.
La versión empezó a correr con fuerza por la mañana. El enrulado entrenador les comunicó la decisión a sus íntimos. No fue una consulta, sino una afirmación. De hecho, a pesar de que todos los viernes habla en conferencia de prensa después del entrenamiento en el predio de Ezeiza, este mediodía decidió cancelarlo y le encargó al coordinador del plantel que confirmara el equipo y que avisara que el técnico «tenía que irse rápido». ¿Hay algo que pueda hacerlo cambiar de idea? A esta hora, no parece…
El rumor sorprendió a los pocos futbolistas que quedaban en el predio. Gallardo explicó que «a nosotros no nos dijo nada». Almeyda, por caso, fue más gráfico: «Si es verdad, va a ser una bomba». Lo es. Es una bomba que, ahora mismo, les explota en las manos a los directivos. Ya no habrá movida, reunión con los referentes ni treta mediática que logre torcer la decisión. Gorosito no les comunicó nada a los integrantes de la Comisión Directiva. Y, parece, tampoco lo hará, al menos hasta el domingo.
De esta manera, el club deberá tomar una decisión que nunca quiso asumir: encontrar un técnico, ya sea interino o externo, que acepte dirigir al equipo por las 12 fechas que restarán del Apertura. Y todo en medio de un fuerte clima electoral.