La Flexiguridad

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      La semana pasada sugeríamos que a los fines de evitar la exclusión la clave es la educación y la capacitación para el empleo. Que la tendencia es formar personas no solamente que posean un conjunto de conocimientos sino que su comportamiento esté también preparado para ser adaptables, flexibles, con sentido común, con iniciativa, que trabajen en equipos y que contribuyan activamente a conformar un buen clima organizacional donde florezca la motivación y aumente la eficacia y la eficiencia laboral dado el mundo competitivo y globalizado en el que vivimos.

      Allí  nada se dijo sin embargo sobre la estructura institucional en el que dichos procesos deben insertarse. En este contexto cobra relevancia el concepto de flexiguridad, esto es el concepto integrado de flexibilidad con seguridad. Lo que se busca en la actualidad es salir de una situación pendular para pasar a otra donde se combine tanto el interés de las empresas con el de los trabajadores y se facilite la creación de empleo y contratación de personas.

     Se trata entonces, de superar una situación de absoluta precarización del empleo, abuso del encadenamiento ilimitado de contratos temporales o la multiplicidad de “contratos basura” por un lado, tal cual se conoció en Argentina hace una década y de abandonar también la situación de gran rigidez con múltiples indemnizaciones, impuestos al salario excesivos y todas esas características que han llevado en la actualidad a la expansión del contrato en negro y a potenciar una desigualdad social entre trabajadores formales y aquellos que trabajan en la marginalidad o están simplemente desempleados.

     La flexiguridad significa que las empresas deben adaptarse a los vaivenes de la competencia. Entender que para fomentar el empleo hay que bajar las barreras de salida a los trabajadores cuando es necesario acompañar las fases de menores ventas. Todo eso por un lado. Por el otro y esto es la clave, debe haber una importante y sostenida red de seguridad cuando la persona abandona un puesto de trabajo y entra en transición hacia otro. Para que exista movilidad laboral debe haber seguridad. Debe haber un sistema simple y eficaz de protección contra el desempleo mediante el apoyo financiero en esas transiciones. Se trata de adaptar la institucionalidad a un mundo globalizado y competitivo. No hay autor de derecha o de izquierda que niegue que lo importante es la eficiencia productiva pero también que es necesario abandonar esas concepciones salvajes productivistas donde los trabajadores fueron apenas vistos como un apéndice del capital.

     Es por esas razones que en EEUU se piensa actualmente en estirar los plazos de los subsidios por desempleo y que en España se busca estimular la contratación de los trabajadores simplificando las ayudas y aumentándolas de 2 a 4 años. Los resultados son alentadores. Mediante un plan extraordinario para conversión del empleo y mayor ayuda a los planes precedentes se ha pasado a incrementar en más de 1.180.000 empleos las contrataciones indefinidas y a reducir en 986.000 los empleos temporales. Esto muestra que una institucionalidad adecuada resulta clave junto a la capacitación de los desempleados y trabajadores.

Roberto Tafani 

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