Aislamiento, inoperatividad y desacumulación

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      Han pasado dos meses desde las elecciones. Faltan otros tres para la renovación parlamentaria. Tres trazos parecen destacarse en la Argentina.    

     Primero, el diálogo político murió. Hay aislamiento del Gobierno y una separación manifiesta entre la estructura ejecutiva política y la sociedad civil. La gente que se movilizó y fue impecable en su mensaje electoral se refugia en su ensimismamiento. No hay forma de quitarle el invierno espiritual por el que atraviesa. El paro del campo ya no le llega. Ve con asombro como los medios reportan el uso de aviones cada vez mas modernos y caros en el desplazamiento presidencial. Recuerda como al Ex Presidente De la Rúa se lo criticaba por usar el Tango 01. Hay apatía y descreimiento. Algunos hasta sugieren que será Dios el que haga justicia con tanto desparpajo. Todo suena como la calma antes de la tempestad.   

         

     Segundo, no hay capacidad de ejecución oficial. Lo acaba de afirmar un Ex Ministro de Economía de la Presidenta Cristina Kirchner. Se anuncian cosas que no se implementan. Se prometen obras que no se hacen. Después de tantos anuncios todavía esperamos la autovía a Córdoba. Ahora vemos como ni siquiera hay expectativas de sostener el pago de los sueldos al día en muchas provincias. Es como si a su aislamiento, este Gobierno le sumara su falta de equipos para el funcionamiento de  la burocracia pública.   

     Tercero, la desacumulación de capital continúa. El consumo de las reservas de gas y petroleo no cesa. Brasil no para de explorar y acaba de comprar submarinos nucleares para proteger su plataforma continental y más de una treintena de aviones de soporte. Argentina le reduce el presupuesto a sus fuerzas armadas y sus aviones y barcos no pueden ya salir ni en misiones de reconocimiento. La persecución impositiva sin embargo contará con aviones no tripulados para evitar la evasión en un momento en que la presión fiscal se hace insoportable. El capital agrario se reduce. El 80 % de los ganaderos tienen menos de 500 cabezas. Ese parece ser el límite de la escala necesaria para ser rentable y sobrevivir. Está todo dicho. Habrá una lenta pero sostenida agonía de quienes irán quebrando lentamente y cediendo sus explotaciones a los grandes propietarios que comprarán los activos de los que desaparecen. Es la historia tantas veces vista y repetida en la crónica capitalista.  

     En ese contexto la economía todavía debe esperar un poco más para reaccionar. En Tucumán, econometristas especializados que utilizan una decena de indicadores para predecir en seis meses el comportamiento de la economía han anunciado que en marzo la actividad empezará a repuntar. Es una noticia que da esperanzas. Al mismo tiempo eso implica que lo peor todavía no llegó y que el país seguirá estancado en el medio del autismo, la inoperancia y la destrucción de capital.

Roberto Tafani

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