Reprivatizaciones empresarias

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Finalmente la encrucijada fiscal empieza a hacer mella en la ideología del Gobierno. Nada menos que el  Jefe de Gabinete dijo “No tiene sentido que el Estado sea Empresario”. Se refería de tal manera al opinar que la empresa papelera Massuh debe ser reprivatizada lo antes posible. Más aún, Anibal Fernandez sostuvo que para las empresas estatizadas el Estado debe poner la menor cantidad de dinero posible y en lo posible nada. El Estado debería limitarse a evitar el cierre de las plantas, evitar la pérdida de puestos de trabajo, revalorizar la empresa y venderla al sector privado.

Este giro es una importante novedad, impensable en un Gobierno antimercado como el actual que aumentó el gasto público hasta llegar a la encrucijada fiscal de nuestros días.
En esto el jefe de Gabinete recuerda la filosofía del General Savio creador de Fabricaciones Militares cuando planteaba que ante la falta de ingenieros y la necesidad de hacer la mobilización industrial en Argentina, el Estado debía organizar la Producción para la Defensa, hacer madurar las empresas y luego privatizarlas para su operación eficiente. El paso de los años mostraría luego la perspicacia de Savio cuando el Ministerio de Defensa no hacía otra cosa que subsidiar déficits de empresas que no conseguían de la mano del Estado sobrevivir en el Mercado. Todavía se recuerdan aquellas prácticas que incorporaban solapadamente algún artículo en el presupuesto nacional para dar subsidios que equivalían en realidad a duplicar el presupuesto -dada su inviabilidad operativa- de esas fábricas militares.
A decir verdad, en los años 80s el nucleo de producción para la defensa se había convertido en una presa de los buscadores de rentas en el Estado. Estos grupos privados que buscan comprar barato y vendele caro a las empresas del Estado convierten a estas últimas en mecanismo de subsidios implícitos a la rentabilidad de empresas privadas ineficientes. En ese contexto privatizar a las empresas públicas implica en realidad privatizar a los privados. Sacarles a estos últimos la renta fácil. Hacerlos competir en el mercado. Impedir que se beneficien de la venta barata pública subsididada por todos los Argentinos. Bloquear que un pequeño grupo privado se apropie de ganancias obtenidas dentro del Estado que es convertido en una presa fácil de los buscadores de renta. Del otro lado de la ecuación está la operación inversa, esto es vender con sobreprecios que los “gerentes” públicos por “alguna razón” acceden a pagar. Así las cosas en el contexto referido la ola privatizadora representaba no tanto entregar empresas eficientes, rentables, autónomas sino desarmar un mecanismo espurio de apuntalamiento de ganancias de empresas privadas que lejos de competir y beneficiar con menores costos y mayor calidad a los usuarios se dedicaban a buscar la plata fácil de la caja del Estado.

Entender esto, claro está, implica un par de cosas.  En primer lugar invertir el paradigma de un Estado de Bienestar a un Estador de malestar. Pasar de una cosmovisión de un Estado de la gente y para la gente a un Estado capitalista maximizador de la confiscación, que succiona impuestos a la población para dárselos mediante los mecanismos descritos a un grupo de empresarios amigos del poder.
En segundo lugar hay que comprender la paradoja de que los científicos han tenido una concepción muy diferente del hombre en dos disciplinas gemelamente hermanadas como son la economía y la política. Como bien enseñana Buchanan y Tullock, cuando se hablaba de economía se pensaba en un hombre egoista o sea un individuo maximizador de su utilidad siempre buscando su propio interés. Una ciencia basada en el individualismo metodológico. Basada en un  hombre que se supone racional y maximizador, siendo estos dos requisitos necesarios para poder matematizar los modelos explicativos de la economía. Cuando se hablaba de política en cambio, se pensaba a ese mismo hombre como un ser solidario, impulsando la acción colectiva, preocupado por problemas comunes, moralmente sustentado sobre valores superiores y cuya acción se basaba en el grupo organizado, esto es, en la acción política. Dicho en otras palabras al individualismo metodológico de la economía se lo reemplazaba por un método orgánico de acción humana en la política.
La verdad es que semejante dicotomía sobre hombres caracterizados por”vidas paralelas” donde conviven dentro de un cuerpo “ángeles de día y demonios de noche” fue posible en parte por la propia separación académica en el siglo 20 de la economía y de la política lo que por supuesto no había ocurrido en los grandes pensadores clásicos de estas ciencias.
Si se piensa más allá, el mundo judeo cristiano sostuvo ideales éticos  responsabilizando al individuo para que las elecciones sean sobre la base de un interés más amplio que sus propias ganancias egoístas. Así, en un mundo social caracterizado por la explotación del hombre por sus semejantes una adopción de su moralidad generaría resultados más aceptables para todos.
Lo que debe tenerse en cuenta en todo caso, es que la ética debe ser apoyada por reglas de juego adecuadas ante la presencia de una serie de hechos objetivos que tienen a ocurrir en las sociedades modernas. Por ejemplo, se sabe que la importancia de los grupos de interés no es independiente ni del tamaño ni de la composición del presupuesto del Gobierno. Es aquello que la actividad de los grupos de interés (buscadores de rentas) es una función directa de los beneficios esperados del proceso político.  Esto implica que la expansión del Estado ha tomado la forma de un impacto cada vez más diferenciado sobre distintos grupos de la población. Que se discrimina en contra del débil y a favor del poderoso. Es aquello que Aerolineas Argentinas recibe un millón y medio de pesos de subsidios diarios mientras muchos niños pasan hambre en la Argentina. Esta visión del Estado a partir de un esquema egoista, maximizador de los grupos buscadores de rentas es lo que lleva a la inversión en lobbies, o sea en organizaciones tendientes a asegurar ganancias diferenciales. Es lo que está en la base de los favores al Gobierno de turno, desde préstamos de oficinas a utilización de aviones para el traslado conveniente. Dicho claramente, el grupo organizado surge y aplaude al gobierno de turno porque espera obtener ventajas diferenciales para su propio grupo  a través de su propia inversión en la organización política.
La visión alternativa que pregona una sociedad de ángeles, un Estado de Bienestar exclusivamente destinado a ayudar a los débiles, que elimina el individualismo metodológico, que aspira a ser más Cristiano que los Cristianos levanta siempre sospechas. Los Argentinos han visto por demasiado tiempo como el ingreso y los privilegios se concentran en las manos de cada vez menos empresarios capitalistas y parásitos rentistas que no quieren ni competir ni mejorar la producción de bienes para beneficio de los usuarios. Aquí la mejor calidad a menor costo parece ser un lenguaje extraño. En ese contexto, es una muy buena noticia que Alberto Fernandez  (aunque sea por razones fiscales que lo obligan) ponga las cosas en el lugar que las puso. Es claramente un indicio en la dirección correcta. Ojalá ahora Guillermo Moreno no le tuerza el brazo…
 
Dr Roberto Tafani

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