Impuestos a la tecnología

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El Congreso está por aprobar una ley por la cual se le pone 40 % de impuestos a la importación de electrodomésticos lo que implica imponer tributos a la tecnología. De prosperar esta iniciativa desde las computadoras a los teléfonos costarán un 40 % más. Es una iniciativa que generará más atraso y desigualdad. Mientras los países exitosos del mundo buscan generar e incorporar la última frontera tecnológica a su producción y a la cotidianeidad de la sociedad civil, en Argentina se hace lo contrario.

La medida además, provocará una mayor desigualdad entre las clases acomodadas y los pobres de nuestro país. Quien tiene dinero no va a dejar de participar en el progreso técnico. Quien tiene dificultades de dinero tal impuestazo le impedirá estar a la altura de los requerimientos que impone el empleo en la era actual.

Detrás de tal iniciativa estaría como siempre la negociación de votos. Como en Tierra del Fuego la Gobernadora Fabiana Ríos quiere obtener ventajas de protección industrial para favorecer su producción, le cambiaría los votos para la retención de las facultades delegadas al poder ejecutivo por esta ley. Dicho en otras palabras, nuevamente toda la población de la Argentina quedaría presa de los intereses proteccionistas de una región que le exige al resto del país permanentes subsidios para su producción.

 

En todo caso, la cuestión tiene implicancias de largo plazo. La economía Argentina es pequeña y concentrada. Pocas empresas son responsable por gran parte del empleo. Esas empresas son utilizadoras de alta tecnología. Requieren mano de obra capacitada y educada. Necesitan trabajadores que estén familiarizados con el uso de la tecnología. Es más, la moderna teoría neoclásica de la economía ha mostrado que muchas empresas tienen rendimientos crecientes a escala porque el capital humano es dinámico y evoluciona. Las personas en otras palabras, al interactuar con los bienes de capital que tienen tecnología incorporada aprenden, crecen como seres productivos, y aumentan los rendimientos de la empresa. La educación en el trabajo mediante el uso de tecnología nueva es la clave para llegar a vencer la ley de los rendimientos decrecientes. 

De esa forma, las grandes empresas saben que si quieren sobrevivir deben aumentar el capital por trabajador. Deben profundizar su capital. Profundizar el capital implica inversión con progreso técnico incorporado. Implica potenciar el estado del arte técnico que utilizan.  La conclusión inevitable es que estas grandes empresas no solo han invertido en el pasado sino que lo continuarán haciendo en el futuro cualquiera sea el nivel impositivo que se les ponga pues de ello depende su permanencia en el mercado en un mundo de grandes corporaciones. Como siempre, el consumidor terminará pagando todo más caro y los nuevos impuestos pasarán a los precios. En dos palabras gracias al gobierno la gente tendrá menor capacidad de compra. Toda una forma muy rara de aumentar el bienestar!!. En un mundo donde se debate bajar impuestos para mejorar los salarios (a través de su mayor poder de compra) el Gobierno parece creer su propia mentira de que el motor de la dinámica del empleo y la macroeconomía son los subsidios y el gasto público. En Argentina las autoridades políticas y el Congreso parecen pensar que no es el progreso técnico y el aumento de la productividad lo que genera bienestar sino los impuestazos y el gasto público descontrolado.

En nuestro país, toda la preocupación parece estar en recaudar, dar subsidios y mantener las fuentes de trabajo. Se busca no profundizar el capital sino ampliarlo. Lo malo es que eso se hace a cualquier precio, y ahora ya se busca el financiamiento- para apuntalar empresas incompetentes- en la propia tecnología lo que va a atrasar al país e hipotecar su futuro. No hay ampliación exitosa de capital sin profundizar el mismo. Es necesario entender que la relación entre capital y trabajo hace que el capital invertido por trabajador sea cada vez mayor si se quiere ampliar el capital y generar nuevos puestos de trabajo. Es aquello de que el trabajo aumentará en términos absolutos pero el puesto de cada trabajador será cada vez más caro para crearlo por la demanda de bienes de capital que requiere. La relación capital-trabajo es cada vez mayor y el número de trabajadores también. Dicho en dos palabras para ampliar el capital (crear trabajo) es preciso primero profundizarlo para capturar mercados vía la mayor productividad. Negar esto, es negar al propio Karl Marx para quien el aumento de la fuerza trabajadora venía de la mano del aumento de la composición orgánica del capital. 

No se puede confundir entonces, causas con consecuencias. Este impuesto impide la importación en vez de que una mayor importación nos permita aumentar la exportación por la vía de productos de mayor calidad y menores precios generados con tecnologías de avanzada. Así las cosas, la economía verá caer sus importaciones primero, sus exportaciones después, su nivel de actividad, su tasa de empleo y todo terminará en una nueva crisis de la Argentina que quiere “vivir con lo nuestro”. 

Aquí  hay que aumentar la productividad. Argentina tiene que tener competencia para ampliar su capital pero no en base a subsidios que mantengan empresas inviables, sino en base a la captura de mercados que permitan crecer en un mundo altamente tecnologizado. No hay ninguna posibilidad de que el desempleo baje si se le priva a la gente que  necesita trabajo que esta se familiarice con la tecnología. Que aprenda con la interacción con las nuevas computadoras. Con las tecnologías de las comunicaciones. Con el proceso de robotización, automatización y miniturización que ocurre en el mundo. Lamentablemente esta ley perjudicará a los más necesitados. Condena a quienes no manejan tecnología a los puestos de la economía informal que es todavía enorme en Argentina. Condena a estas personas sin habilidades al trabajo marginal. 

No hay ninguna posibilidad de salir de la pobreza con meras declamaciones solidarias si las personas no son capacitadas y adaptadas a la frontera tecnológica del mundo actual. Finalmente, concentrará aún más la economía al poner en desventaja a las numerosas empresas que sobreviven cada vez con más dificultad frente a las grandes firmas que saben que la función de producción no se hace volviendo al pasado sino mediante del aumento de la productividad que trae consigo el progreso tecnológico y la inversión en bienes de capital que exigen cada vez más habilidades en quienes los manejan. Ojalá predomine la cordura y no se condene nuevamente a la Argentina a un mayor atraso del que ya tiene.
Dr Roberto Tafani

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