El libre acceso al fútbol

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La intervención del Estado para romper el monopolio televisivo del fútbol fue correcta. Era incomprensible que en este país se hubiera impedido el acceso a una pasión popular como es ese deporte. Es adicionalmente una forma de devolver a los sectores más postergados y que trabajan duramente por este país una alegría en sus días de descanso. También es un avance para la libertad de prensa. En todo caso el hecho auspicioso permite una breve reflexión sobre el papel del Estado en la Sociedad.

              Primero El estado democrático no es incompatible con la economía de mercado. Este hecho político para destruir un monopolio indica precisamente que la democracia y mercado de competencia van juntos. A decir verdad tanto la teoría de la democracia como la teoría de la economía de mercado han sido producto de los filósofos de la ilustración del siglo 18. Para ellos estas dos dimensiones del quehacer humano no se discutían separadamente.

              Como enseñan J. Buchanan y G. Tullock el Estado Democrático se concibe como un conjunto de restricciones para una sociedad que coordina su economía a través del mercado y la competencia. El Estado democrático tiene el papel central de contener y poner limites a la competencia individual irrefrenable. El Estado democrático organiza la acción colectiva poniendo reglas generales que se aplican a todos los individuos, empresas y grupos de la sociedad. Claramente en el caso del fútbol que nos ocupa la acción del Gobierno ha impuesto nuevas reglas de juego que moderan y acotan el accionar de una empresa que impedía a la sociedad ver el simple juego de sus equipos favoritos. En Argentina se llegó a la situación absurda que los televidentes tuvieran que imaginar que ocurría en las canchas mientras la transmisión mostraba las tribunas llenas de personas. Todo estaba disponible, la inversión, la tecnología, la instalación de los equipos de transmisión pero el poder de una empresa impedía enfocar el juego y privaba del acceso a todas las personas. Fue el colmo de la mercantilización. 

              Segundo la idea de los teóricos era que cuando se discutían estas reglas generales, no hubiera diferencias en el interés económico. Las reglas eran sin duda el símbolo de la necesidad de compromisos, del ordenamiento acordado de las diferencias. Pero las reglas no podían ser la expresión del poder económico de algunos sobre los otros.

              El problema entonces, sobreviene cuando los intereses económicos empiezan a usar el proceso democrático para la consecución de objetivos particulares. Cuando lo que importa es potenciar la ganancia de un grupo en detrimento de los intereses de la mayoría de la sociedad. Cuando la competencia económica no convierte como decía Keynes al “peor de los hombres por el peor de los motivos en el proveedor de los bienes y servicios” de mejor calidad y menor costo. Aquí en Argentina se venía dando la paradoja que con un Estado democrático un monopolio imponía sus condiciones a 40 millones de Argentinos.

              En definitiva de lo que se trata es de reconocer que en este caso se ha usado el poder del Estado para evitar que grupos concretos obtuvieran beneficios sobre el resto de la mayoría de la población. La competencia y la organización de la actividad económica através de la propiedad privada, la iniciativa, la innovación es sin duda una fuerza motora inigualable para producir bienes y servicios. Los monopolios sin embargo, atentan contra la transferencia del bienestar que puede generar el desarrollo de esas fuerzas productivas a la población en su conjunto. Cuando esos monopolios aparecen, la libertad exige la intervención del Estado democrático. No es que capitalismo y democracia no puedan vivir juntos. Al contrario, son ambas caras de una misma moneda pero para eso se requiere un Estado fuerte, democrático, que fije reglas, que actúe contra la conformación de grandes trusts y carteles e imponga siempre principios de acción política universalistas. Aquí, lo que se vió es el freno a un modelo de acción política donde los monopolios buscan obtener el cofre político que garantiza privilegios particularistas, ganancias fáciles y malestar para la mayoría de la población. Algunos cínicos dirán que esto apenas es pan y circo. Carne barata y fútbol para anestesiar a la población. Eso es una mirada miope de lo que en realidad fue una medida acertada y de mucho coraje.   

 Roberto Tafani

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