Una experiencia de un viaje de Río Cuarto, Córdoba a Buenos Aires. El único medio, casi exclusivo, es el colectivo. Había que hacerlo o hacerlo. Entonces, éramos pocos. Solamente seis, ¿por miedo? o ¿porque subieron los precios? No lo sabremos.
Muy confortables los asientos y se pudo dormir placidamente. Fueron ocho horas donde los viajeros y tripulantes estuvimos compartiendo un mismo aire. Ninguno tuvo miedo de «pescar» la gripe. Algunos tosían, estornudaban y luego, al final del viaje, los vidrios quedaron empañados de la condensación del vaho de los humanos y la calefacción. ¿Y las previsiones de que dicen? Debíamos viajar y no hemos creído en aquello de que la gripe mata. ¿Quien no se ha resfriado en invierno?
En el viaje de regreso, ya éramos mas, doce. Uno con barbijo y otro en mangas de camisa. Lo mismo, tos, estornudos y condensación del calor y del aliento de los pasajeros. Claro que cuando bajamos en la Terminal , fuimos recibidos por un «golpazo» de frío. ¿Quien no se resfría con semejantes cambios? ¿Le echamos la culpa de la mucosidad a la H 1N1? Llamémosla la «ciento uno, no uno» es mas fácil de mencionar.
Tener miedo enferma más que una gripe. ¿Han visto a los linyeras que viven con el cielo de techo, resfriados?
Atentamente
Juan R Bell
92061605
Rio Cuarto