Secreto a voces – La Biblia y el Calefón

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El justicialismo le cedió a su principal fuerza rival la opción de dirimir sus propias contradicciones. Guillermo De Rivas no representa al PJ integralmente, es el hombre del schiaretismo. Eduardo Mugnaini  poco tiene que ver con Acción por la República, fue el postulante impuesto por el sector delasotista de Luís «Tin» Sanchez.  Ambos son una secuela más de las peleas viscerales de un partido resquebrajado, con estructuras acéfalas que no puede olvidar la flagelante paliza del 22 de junio…

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar) – La elección del Defensor del Pueblo podría ser un mero trámite de ideas. Una lógica sucesión sin suspenso ni especulaciones. Juan Manuel Llamosas se habría convertido en un ex que espera el final de su función y ya se estaría discutiendo un nuevo perfil de gestión para el organismo que adoptó una marcada repercusión pública en los últimos años. Nada de esto ocurrió en un peronismo que se desangra en su interna y revive las secuelas de una derrota electoral histórica que esta vez será definida por el radicalismo.
El justicialismo le cedió a su principal fuerza rival la opción de dirimir sus propias contradicciones. Guillermo De Rivas no representa al PJ integralmente, es el hombre del schiaretismo. Eduardo Mugnaini  poco tiene que ver con Acción por la República, fue el postulante impuesto por el sector delasotista de Luís «Tin» Sanchez.  Ambos son una secuela más de las peleas viscerales de un partido resquebrajado, con estructuras acéfalas que no puede olvidar la flagelante paliza del 22 de junio. 
«Los peronistas se matan en la previa pero después se unen por el poder y no hay odio que valga. Ahora, si el partido pierde ó hay olor a derrota inevitable se sacan los ojos», reflexiona una dirigente del PJ local que admite que habrá «disputas para rato».
El oficialismo podría decidir la contienda entre Mugnaini y De Rivas por acuerdo externo ó conveniencia particular. Es decir, podría aceptar una presunta oferta de la Provincia sobre supuestos fondos para obras y una promesa de convivencia placentera a cambio de votar por el ex secretario de Gobierno de Alberto Cantero ó apelar al mecanismo que más le gustaría al intendente Juan Jure: elegir al de menor caudal político, de bajo perfil y reacio a las situaciones de conflictividad. Léase, «Lalo» Mugnaini.
Al «eterno casi candidato», como lo califican en el parlamento local, esta vez le tocó en suerte la alternativa de poder suceder a Llamosas y su actitud ha sido la de evitar la confrontación, las notas periodísticas y el posicionamiento público de su postulación. 
En el bloque de Río Cuarto para Todos curiosamente no hay aún una posición consensuada, aunque mayoritariamente están tentados por volcar la balanza hacia quien les resultaría más favorable. El peronismo les cedió la elección ¿Para qué desaprovecharla? Se preguntan en el oficialismo.
En una discusión que es fundamentalmente político-partidaria queda escaso espacio para el debate sobre la Defensoría que se quiere en virtud de las necesidades de  la ciudad, la capacidad de acción del organismo, los cambios sociales que acercan la preocupación individual y colectiva de los riocuartenses y el objetivo fundamental de asegurar los derechos ciudadanos ante posibles avasallamientos públicos y privados.
Los concejales escucharán en una audiencia a los candidatos con la certeza de que la forma puede ser antagónica del fondo.
La disposición de la elección avala la negociación, la especulación y el acuerdo de ocasión. El sufragio secreto de los ediles no cambiará la matriz del análisis. Si se vota un nombre será por el partido, si se elige un perfil será por los intereses sectoriales.  ¿Habrá lugar para el batacazo? Difícilmente. El Ejecutivo ya decidió respetar la sucesión a favor de la primera minoría y el bloque de Unión por Córdoba tendrá quien defina las culpas que lo dividen. 

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