El beneficio de la duda – La Biblia y el Calefón

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El fiscal de Cámara se preguntó qué quiso hacer Mariela cuando persiguió a Quiroga y no solo consideró que no se había arribado a una respuesta sin margen de dudas, sino que admitió que resulta -«en cualquier caso»- muy difícil de probar. Para Medina «no hubo Justicia por mano propia» y su postura deberá ser resuelta por el Tribunal.

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yaho.com.ar) – ¿Qué quiso hacer Mariela (Galíndez) cuando persiguió a (Fernando) Quiroga. Iba con la decisión de matarlo ó solo quería recuperar la ropa? La pregunta resolvió el alegato del fiscal de Cámara Jorge Medina y originó las dudas sobre la voluntad de Mariela y su influencia en el fatal desenlace.
Medina dejó en claro que «hubo intencionalidad» por parte de la acusada de atropellar a Quiroga, pero consideró que no se puede señalar «con la certeza que exige esta etapa del proceso» que su objetivo haya sido matarlo y no un mero intento de recuperar la ropa que le habían robado.
La línea divisoria resulta sensible y deja lugar a la polémica. ¿Cómo se comprueba entonces la voluntad de matar? Medina admitió que «debe existir la admisión diabólica del imputado reconociendo su intención» ó la evaluación de las pruebas «deben reflejar, con absoluta certeza, que esa fue su motivación».
La presunción sobre un pedido de baja en la imputación a Mariela Galíndez se había instalado fuertemente en los últimos días y la discusión de la figura de dolo eventual, que decidirá la suerte de la mujer, se especulaba en los pasillos tribunalicios con la contundencia suficiente para que las partes advirtieran que la opción se dirimiría en la audiencia de hoy.
El abogado de la familia Quiroga debió desechar un discurso escueto de adhesión al fiscal, como sucede habitualmente con la querella, y salió a defender los recusos probatorios que apuntan a Mariela.
Ya no se discute el hecho, su resultado ni quienes fueron los protagonistas. La duda radica en lo que pensaba Mariela cuando perseguía a Quiroga. ¿Lo quiso matar, fue conciente de lo que podía resultar de su accionar ó solo tuvo una simple actitud imprudente? La mujer dice que no recuerda en detalle la persecución que derivó en el choque fatal y tampoco hubiera sido esperable que reconociera una presunta intención homicida. ¿Alcanzan entonces las pruebas para una decisión que no deje lugar a dudas?
Valverde cree que sí. Argumenta que la mujer salió con la motivación de buscar a Quiroga, existía «una distancia prudencial» entre la bicicleta y el auto antes de la colisión lo que «permitía a la mujer evaluar lo que iba a hacer» y «nunca perdió la conciencia sobre lo ocurrido».
Sostuvo que «los testigos coinciden en que iba a alta velocidad y que lo chocó en línea recta, sin intentar frenar o esquivar la bicicleta».
La defensa, como era esperable, puso en duda los dichos de los testigos y peritos y volvió apuntar en los alegatos al punto en cuestión: ¿lo quiso matar? El doctor Félix Nieto cree que «no se puede cuestionar a Mariela por no ser cobarde» y defendió que haya intentado recuperar sus bienes.
«Para ellos tenían mucho valor y no iban a poder recuperarlo. Quiroga es el responsable de lo ocurrido por promover el acto delictivo y lanzarse con ropas en su bicicleta a un andar riesgoso no solo por lo que sucedió sino porque cualquier otro vehículo podría haberlo chocado», indicó.
Nieto describió que la mujer «fue a buscar a su esposo y no a Quiroga y cuando lo vió no pudo evitar el accidente».
El joven ladrón sufrió un fuerte impacto en la parte trasera de su bicicleta que derivó en una caída sobre el capot del Volkswagen Gol y un decisivo golpe de su cabeza sobre el parabrisas. Solo uno de los 3 peritos evaluó que la velocidad superó los 55 kilómetros por hora, aunque todos coincidieron en un choque en línea recta, sin especular sobre un presunto freno de la bicicleta.

Sensaciones

El beneficio de la duda sobre lo que pensó Mariela antes de chocar a Quiroga jugó a favor de la imputada durante los alegatos y será el Tribunal quien determine el grado de responsabilidad de la mujer y el monto de la pena si existiera condena.
Las sensaciones en la audiencia se resumieron en los gestos y posturas de Mariela y Mary, la madre de Fernando Quiroga.
La acusada pareció sostenerse en el alivio, cruzó miradas de entusiasmo con su esposo durante el alegato del fiscal y recuperó tranquilidad cuando todo concluyó. También se mostraron expectables, aunque todavía no eufóricos, los abogados que la defienden, quienes especulan con un «fallo conveniente».
Mary, su hija y otros familiares se fueron sin hablar con los medios, con el pesar a cuestas por un desenlace que no esperaban.  No fue necesaria la custodia policial para evitar que se encontrarán fuera de Tribunales con los Galíndez. Aún falta el veredicto, pero se sienten derrotados.
En la audiencia, hubo instancias de acusaciones severas que concluyeron en lágrimas. Mariela lloró cuando Valverde cuestionó «la imagen que intentó vender para los medios» y Mary no pudo evitar emocionarse y mirar con recelo al abogado defensor que descalificaba a su hijo y su familia. «No todos los muertos son buenos», expresó Nieto. 
Fueron duros cruces en los que pareció evidenciarse la incidencia del contexto externo. Lo dijo Medina cuando planteó el riesgo de la demagogia en la resolución judicial, lo ratificó Valverde cuando formuló que los medios recrearon una figura irreal de la acusada y lo subrayó Nieto al precisar que la prensa le daba por perdido el juicio. La sombra de la Justicia por mano propia promovió la opinión colectiva y el posicionamiento social y mediático que  no estuvo ajeno del recinto judicial. Como afuera, también adentro se pensó en lo que otros pensaban.

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