De la gripe porcina a la novel flu

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Por la Dra Ingrid Waisman


Médica Pediatra – MP6508 MEsp 2749

Algunas definiciones:

Se denomina epidemia a la aparición, en una comunidad o región definida, de casos de una enfermedad con una frecuencia que claramente supera la incidencia normal prevista.

Una pandemia en cambio es la afectación por una enfermedad de personas a lo largo de un área geográficamente extensa. En general, se considera que debe abarcar varios países, no necesariamente todo el mundo. Este término se refiere a la extensión de la enfermedad y no tiene nada que ver con la gravedad ni con la mortalidad causada por la enfermedad en cuestión.

Una pandemia de gripe se produce como resultado de la aparición de un nuevo subtipo de virus de gripe, diferente de las cepas previamente circulantes en la población, y para el cual la población no tiene inmunidad, por lo que toda ella puede enfermarse.
Debe diferenciarse de la gripe común, o estacional, producida también por el virus de la Influenza A, que todos los inviernos nos visita. Esta gripe común suele afectar a un 10 a 20% de la población general, y la tasa de mortalidad es baja (0,5-5%) dependiendo de las condiciones de la persona afectada y de la virulencia de la cepa en distintos años.

Un poco de historia

A lo largo del siglo XX se produjeron tres grandes pandemias gripales, todas ellas
causadas por virus gripales del tipo A: La gripe española constituyó la pandemia de 1918, causó más de 40 millones de muertes en menos de un año y se enfermó entre el 25 y el 30% de la población. Posteriormente se produjeron otras dos: la gripe asiática, que dejó unos dos millones de muertos -de 1957 a 1958-, y la gripe de Hong Kong en 1968, que mató a un millón de personas.
Muchos recordarán que durante el año 2003 aparecieron casos de gripe aviar, que no constituyeron una pandemia sino un brote.

Gracias a los avances médicos, y a los esfuerzos realizados desde los organismos sanitarios internacionales, se pueden monitorear el avance de la enfermedad y controlar sus efectos.

Real dimensión del problema:

Es importante que la población esté informada y que tenga una visión objetiva del problema. Este virus es nuevo, y existe cierta incertidumbre acerca de su comportamiento, pero el número de enfermos no es alarmante.
En primer lugar, debemos saber que a nivel internacional, y esto incluye también a nuestro país, estamos mucho mejor preparados que en 1918 para enfrentar una epidemia de estas características.

Hay que saber también que las acciones de Salud Pública pueden retrasar la difusión, pero no detener una pandemia de gripe. Sin embargo el retrasar la difusión es importante ya que hace que la aparición de los casos se demore al máximo en el tiempo y permite poner en marcha medidas que mejoren la capacidad para controlarla.
En cuanto a la magnitud del problema, el año pasado (2008) en Argentina hubo, al igual que en los últimos años, más de 1 millón de enfermos de gripe, con la tasa habitual de complicaciones, internaciones y muertes. De modo que debemos evitar hablar en tono apocalíptico de una enfermedad que todavía no tenemos, y que en ciudad de México, con 20 millones de habitantes, hay 2.400 casos, y en EEUU menos de 100. (Estoy citando palabras del Ministro de Salud de la Provincia de Córdoba publicadas en La Voz del Interior el dia 29/4/09).

También es muy importante no tomar medidas exageradas y que no tienen ninguna racionalidad. Por ejemplo, el gobierno de Egipto ha ordenado el sacrificio de todos los cerdos (unas 300.000 cabezas, según los cálculos oficiales) como forma de precaución ante la crisis desatada por la epidemia de gripe porcina. La decisión es la primera de esta naturaleza que se toma en todo el mundo.
Sin embargo, altas autoridades de la OMS han expresado claramente que aunque el H1N1 se trata de un nuevo virus porcino, «se está convirtiendo en un virus de gripe humana. No hay evidencias de que nadie se haya contagiado de cerdos».

Por esta razón, entre otras, las autoridades internacionales han cambiado el nombre de la gripe porcina a “novel flu” es decir, nueva gripe, o bien “gripe A\ H1N1”, que es el nombre técnico del virus que la provoca.
También es irracional (al menos en Argentina) el uso indiscriminado de barbijos: el barbijo debe utilizarse en personas que se encuentran en contacto con enfermos de gripe, ya sea que estén atendidos en su domicilio, o en pacientes internados por esta causa.

En nuestro Congreso no se quiso votar la emergencia sanitaria por el dengue por temor a las consecuencias económicas. Y esta semana, con un criterio efectista y poco serio, se cerraron los vuelos hacia y desde Mexico, cuando se acababan de reunir los Ministros de Salud de todo el país que habían recomendado NO hacerlo. También las autoridades de la OMS “ no recomiendan el cierre de las fronteras para personas y mercancías, las desinfecciones generalizadas, el uso de máscaras para las personas que estén sanas ni la restricción de viajes en el interior del país”.

Lamentablemente, con la nueva gripe también se hace política, en el mal sentido de la palabra: la “novel flu” resulta muy conveniente: se transforma en centro de atención, el gobierno no es para nada culpable del virus, tapa el problema del dengue (cuya diseminación SI es responsabilidad de malas políticas, desidia, desatención y pobreza).

Es importante que los medios de comunicación planteen el problema en sus justos términos, y que la población esté correctamente informada para no ser víctimas del “terrorismo sanitario”.

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