A veces son demasiados tristes los nunca más – Las Voces del Día

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Por Gustavo Pereyra – Dice que cambia el sueño de la pelota por el sueño de una familia. Marcelo Flesia deja el fútbol y en el campo de juego la decencia no dejará de extrañarlo.

Por Gustavo Pereyra – Son las últimas escenas del partido. La noche se presiente en el cielo cuyano. Al equipo un gol más le hace falta. Un choque y un rival que cae al suelo. Que se apure, que juegue rápido le gritan, él, sin embargo levanta el brazo y pide que asistan al jugador sanjuanino…
En el entretiempo la noticia nos había dejado helado. A veces son demasiados tristes los «nunca más».
Con la cara de su viejo me quedé colgado en el final, no supe que decir, y a modo de un íntimo homenaje en el viaje de regreso me dejé recorrer por algunas imágenes, a saber: Hace frío, la cancha aún está vacía en la siesta del domingo. Juega la cuarta, un adolescente lungo en el fondo de la defensa va hacia un lado y hacia el otro, llega a todas. Es el hijo del Eduardo Flesia, me dicen, casi como una explicación.
La primera vez en primera. Solvencia a la vista. Lógica consolidación.
Otro objetivo. En Mendoza la pelota dobla, gol de Atenas. Todos a defender. Desde atrás del alambrado se ve una muralla, tiene un dos en la espalda.
Tarde tucumana, el ascenso más cerca que nunca, el último penal, remate al ángulo derecho del arquero, corre con los brazos abiertos. Quiere abrazarnos a todos.
Centro desde la izquierda, anticipo de cabeza, gol. Como un tiempo atrás en la final con Baigorria, ahora en cancha de Estudiantes. Alegría furiosa. El cielo puede tocarse con las manos.
Tiempo de premios. Reconocimiento público. No se la cree, tampoco cae en la modestia exagerada.
Cuestiones tácticas. De capitán a suplente. Pechera verde. Banco de prueba, silencio. Calidad profesional confirmada. 
Despedida. Un gol y una asistencia. Un sabor más «agri» que dulce. Otro tendría que haber sido el final. 
Kilómetros tras kilómetros los recuerdos comienzan a fluir cada vez más desordenados, pero de algo estoy seguro. Si alguno de ellos tendría que elegir me quedo con el de la imagen con la que he comenzado este relato. En cualquier ámbito, si quiere saber usted como es una persona pregúntele a sus compañeros de trabajo y en este caso también incluya a sus rivales.
Se va el gran capitán.
Dice que cambia el sueño de la pelota por el sueño de una familia.
Marcelo Flesia deja el fútbol y en el campo de juego la decencia no dejará de extrañarlo.
No es poco lo que pierde Atenas sin él. Tendremos que acostumbrarnos.
Mucha suerte Marcelo, y muchas gracias.

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