La adolescencia, el por qué de sus excesos en tomar riesgos

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Recientemente, el diario local publicó una encuesta realizada en la Universidad Nacional de Río Cuarto donde reveló que el 100% de los jóvenes tienen conocimientos de la enfermedad del sida y de cómo prevenirla, pero el 60 % no se protege  en sus relaciones sexuales y el aumento del sida, fue de  5 casos nuevos en lo que va del año 2009. Otros trabajos presentados por médicos del Hospital de nuestra ciudad, revelan datos sumamente preocupantes, dicen que coincide la cantidad de chicos accidentados como consecuencia de la alta ingesta de alcohol. Así podríamos seguir citando ejemplos, como los embarazos no deseados, el consumo de droga, etc.

 Y aquí aparecen todos los porque de ésta actitud, que los adultos tratamos de discernir para apoyar y acompañar a los jóvenes, ellos son concientes y  conocen los riesgos pero aun así asumen las mas variadas conductas que pone en riesgo su seguridad personal y la de sus pares, con un altanero “no me importa” o “no pasa nada”.

  Por un lado esta etapa es una de las fases de la vida más fascinante y también compleja, donde los jóvenes toman nuevas responsabilidades y experimentan la sensación de independencia. Ellos buscan su identidad, aprenden a poner en práctica valores aprendidos en la infancia y a desarrollar habilidades que les permita convertirse en adultos sanos y responsables.  Por otro lado, la adolescencia es un período cargado de riesgos en un marco de tensiones personales.

 Recientemente en una investigación que se realizó en dos escuelas de nuestra ciudad, una privada y la otra pública, a adolescentes cursantes del ciclo polimodal, se les preguntaba que conocimientos poseen en relación al consumo de alcohol, consumo de drogas, si son agresivos, si usan casco y si usan preservativos cuando tienen relaciones sexuales para evitar embarazos no deseados o la transmisión de enfermedades de contagio por vía sexual y las conductas de riesgo que asumen en relación a los mismos.

 El resultado de dicho trabajo fue el siguiente, los adolescentes de “alto riesgo” que son los que no poseen conocimientos y asumen alto riesgos. El segundo grupo lo llamamos de “riesgo medio”, son los que tienen conocimientos y no siempre se comportan de acuerdo a ellos y los de “bajo riesgo” que son adolescentes que tienen toda la información y se comportan de acuerdo a los conocimientos que poseen.

 Existen teorías dentro de la medicina que dicen que el cerebro del joven no está maduro para comprender o discernir las consecuencias de los comportamientos de riesgo. La sociología, en cambio nos dice que tiene que ver con la necesidad de pertenecer, de no estar fuera del grupo de referencia, en tal sentido, su propia necesidad hace que no siempre perciben el riesgo como tal. Por una característica evolutiva propia de este período: el egocentrismo, ellos fantasean «historias personales» en las que no se perciben expuestos a ningún riesgo. Estas historias anulan en ellos el principio de realidad y los llevan a actuar como si esta no existiera o no importara. Tienen una sensación de invulnerabilidad que los hace sentirse inmunes. Es un sentimiento que los lleva a sentirse diferentes y mejores que los demás y, además, especiales: «a mí no me va a pasar».
 Es decir que uno de los factores de riesgo de más peso en este período, es, justamente, la misma conducta de riesgo propia de la adolescencia.

 Aunque la mayoría de los jóvenes llegan a ser adultos sanos y productivos, muchos no lo consiguen. Las conductas iniciadas en la adolescencia pueden modelar de forma decisiva el curso de la vida, así como el futuro de toda una sociedad. Algunas conductas originan un peligro inmediato; otras pueden ocasionar daño años después, sin previo aviso.
 
 La Educación para la vida diaria enseña conocimientos que ayudan a la prevención de dichos riesgos, y aptitudes que protegen. Es este arte sobre como vivir la vida, es la adopción de reglas prácticas basadas en la convivencia con el otro, es en definitiva la ética  de la situación humana, lo que resulta clave para una transición exitosa a la etapa adulta.

  Es la prevención y la promoción lo que contribuirá a agregar años de vida a los jóvenes, que son nuestros hijos, en una sociedad que hoy ve demasiadas vidas frustradas por la violencia, los accidentes evitables y conductas irresponsables.

Mgter Stella Estrada de Tafani

 

 

 

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