Inseguridad y justicia

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Con la economía en desaceleración surgen nuevamente los problemas de inseguridad que si bien subyacentes aparecían diluidos en la apariencia del bienestar en los años de crecimiento sojero de Argentina. Con el desempleo en el horizonte nuevamente, empieza a morder el problema de los delitos en general. Los remiseros se quejan por la inseguridad, algunos quieren salir armados. Otros reclaman la justicia por mano propia. La delincuencia juvenil ha provocado la aparición  mediática de algún miembro de la corte pidiendo respuestas para el tema. Es lo que ocurre siempre en estas situaciones.

 Un objetivo central de instalar un sistema de justicia criminal es evitar justamente la justicia por mano propia. Evitar los linchamientos populares. Para ello la justicia debe mostrar su eficiencia y velocidad. Las críticas al desempeño son conocidas. Los problemas entre el despliegue policial, su esfuerzo y la falta de respuesta por parte de los jueces, genera tensión entre ambas partes del sistema. Sin embargo esto es apenas un reflejo de la micro gestión del crimen que no aborda sus causas.
 El problema va más allá. La sociedades latinoamericanas han sufrido una creciente desigualdad social que las lleva a ser peores que África en algunos casos de distribución de sus ingresos. Hubo gente en esos países que hicieron fortunas en 5 o 10 años. Eso solo es posible de dos maneras, con una población sufrida, postergada y explotada o mediante los consabidos mecanismos de corrupción. Es difícil ser rico en tan poco tiempo vendiendo la propia energía muscular y nerviosa de los trabajadores honestos.
 Detrás de la postergación de demasiadas personas se encuentra la responsabilidad social de no haber provisto educación para muchos. En los 90s se cerraron las escuelas técnicas. En la presente década luego de la experiencia del corralito la construcción virtualmente explotó. Faltaron albañiles, yesistas, plomeros, techistas y de todo. En el interior presenciamos la importación desde provincias del norte de jóvenes que se ponían bajo el ala de una persona experimentada en una especie de guilda feudal artesanal. La explotación se reproducía a si misma. En el medio mucha palabrería y poca iniciativa educativa.
 Brasil nos está dando una lección. Ha iniciado un proyecto de abrir cientos de escuelas técnicas. Esperan en 4 años cubrir la enorme demanda de gente capacitada y que a su vez los saque del desempleo. En Argentina se sigue sin las escuelas técnicas y se habla de reducir la edad de imputabilidad. Soluciones instantáneas para problemas de larga data.
 Lo malo es que Argentina tuvo como  nunca 6 años de  crecimiento increíble. No se hicieron las cosas. Se dilapidó la oportunidad. No se educó a la gente. Podríamos haber avanzado muchísimo. Intentar ahora volver a la justicia por mano propia es querer corregir un error con otro. No hay ejemplos de que fuera de la institucionalidad volviendo al lejano oeste de los vengadores solitarios se logre algo. Ni la pena de muerte mostró que sirviera para mejorar la situación. A más pena de muerte mas delito pues nadie que lo cometa quiere dejar testigo vivo. No es ese el camino.
 Es hora de que la gente se organice y coopere con la policía. La policía es reactiva. Depende de la información y el apoyo de las personas. No hay posibilidad de una seguridad que se precie pensando que la solución es técnica de las agencias de control en un vacío organizacional de la sociedad toda. La seguridad es una responsabilidad de todos. Hay que eliminar la apatía. Asumir la denuncia cuando se percibe el problema. Usar el celular.  Hoy la tecnología de la información permite el control y la vigilancia permanente. En ese contexto hay que apoyar, la policía pues son ellos que están adiestrados para el manejo de las situaciones límites y la administración del riesgo cuando toda la prevención ha fallado.
 Hace falta que se ponga plata en el entrenamiento de las fuerzas, que se los equipe, que se les pague buenos salarios. Que se armen proyectos de vinculación comunitaria con las fuerzas locales. Parece mentira que todo quede al esfuerzo de cooperadoras que venden números de contribución para organizar la seguridad. Vimos como las reservas crecieron. Que pena que las escuelas técnicas no hayan aparecido y que ahora vuelva el clamor simplista para solucionar problemas que reaparecen siempre y que no se logran solucionar.

Dr Roberto Tafani

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