Motos, Policías y Padres

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  Los jóvenes insisten en hacer picadas en motos, la policía en pararlos y algunos padres en arremeter contra la policía. Todo recuerda la situación que ocurre en las escuelas cuando los jóvenes no cumplen sus obligaciones, los maestros los reprenden y los padres critican los maestros. Sobre las motos apenas un breve reflexión.

  Primero: el año pasado ocurrieron 8991 ingresos de heridos parte de los cuales murieron en los hospitales de Córdoba por accidentes de motos. Un promedio de uno cada 58 minutos. De todas las horas, de todos los días, de todas las semanas, de todos los meses del año. Conclusión la moto es un vehículo de altísimo riesgo.
  De todas las muertes, el 80 % ocurrieron por falta de casco. Las estadísticas muestran que el casco reduce las muertes a menos de la mitad. No usar casco es un pasaporte muy probable a la muerte.
  Segundo imaginemos que en vez de accidentes de motos los ingresos al hospital fueran, por ejemplo, por gripe aviar. El país entraría en pánico. Habría una psicosis colectiva irrefrenable. ¿Por qué entonces no se perciben los accidentes de motos como un problema gravísimo de salud?. ¿Acaso no sabemos de la contundencia de las estadísticas sobre las muertes juveniles que no provienen mayoritariamente de enfermedades sino precisamente de la violencia, la agresión, los suicidios y los accidentes dentro de los cuales están precisamente las motos?
  Tercero en ese contexto, la policía trata de evitar con los escasos recursos con que cuenta que los accidentes ocurran y las muertes continúen. Paran a los motociclistas sin caso y les secuestran las motos. En ese contexto, algunos padres arremeten contra la policía.
  Hay que decirlo con todas las letras es un error. Puede o no gustar la forma en que la policía actúa sin embargo hacen lo que deben. Protegen a la población contra su propia conducta peligrosa. Protegen a nuestros hijos cuando los padres no asumimos la obligación de poner límites, de hacerlos cumplir con la ley y de que lleven el casco puesto. Sería bueno que la misma reflexión la llevemos a la situación de las aulas. No se puede herir la mano de quien nos ayuda a tratar de vivir mejor.
Dr Roberto Tafani

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