Algunas consecuencias de la estatización del sistema previsional argentino

0
Compartir

En esta semana, la alta volatilidad de los mercados bursátiles nuevamente ha dominado la escena internacional, de la cual el de Argentina, con sus subas y bajas no ha podido escapar. Expresa la misma las dificultades de implementación de los salvatajes dispuestos a nivel internacional, así como las expectativas negativas que genera la entrada en recesión de las economías más avanzadas del orbe: Japón, EEUU, Alemania, Inglaterra, Francia, España, Holanda, Dinamarca, Irlanda, Noruega y algunos países del sudeste asiático.

El sector automotriz norteamericano, donde la supervivencia de las tres empresas más grandes se encuentra seriamente comprometida por la contracción crediticia, es la punta del iceberg de los impactos que la crisis financiera tiene sobre el sector real. Este sector productivo también se encuentra comprometido en algunos países europeos y Japón. Los temores se acrecientan por las posibilidades que los países, al no ver resultados de las políticas económicas emprendidas, empiecen a ensayar otras que pueden ser muy dañinas para la actividad económica mundial, como las proteccionistas (cierre de importaciones) o de devaluaciones competitivas. Adicionado a esto, la economía mundial sufre los tiempos extensos (para una crisis de la envergadura de la actual) que median hasta la entrega del gobierno de EEUU a Barack Obama.
En el orden nacional, la muy probable sanción por el Senado de la estatización del sistema previsional es mostrativa de la falta de políticas de estado, de largo plazo, que caracteriza a la economía nacional de más de medio siglo a esta parte. El mismo partido político en el poder –el Justicialista-, que promovió la privatización en el año 1993, ahora promueve la estatización, pagando la sociedad los costos por la entrada al sistema de AFJP y los cuantiosos que vendrán con la nueva ley. Han promovido tanto la privatización intensa –una década atrás- como un modelo de estatización en estos últimos años. Estas acciones pendulares, que plagan la historia económica nacional, son las que erosionan las posibilidades de crecimiento de larga duración. El crecimiento argentino del período 2003 – 2007 será, como pasara tantas veces, un episodio de crecimiento efímero donde los determinantes estuvieron más radicados en el exterior –los elevados precios de los exportables- que en la capacidad de elaborar políticas sensatas que alienten de forma sostenida a los productores a realizar la expansión de sus plantas y negocios.
 Esta estatización ha afectado intensamente el mercado bancario y el cambiario, por encima de lo que aporta la propia crisis financiera internacional. El ascenso de la tasa de interés en el último mes ha sido formidable: después de mucho tiempo, la inflación es superada por la tasa de interés pasiva (que abonan los bancos a sus clientes), siendo esta suba de la tasa el medio para evitar una mayor caída de los depósitos. El crédito, fundamental para lubricar los canales comerciales que utilizan las empresas, tanto para las compras como para sus ventas, está en acelerada contracción, afectando los volúmenes de actividad económica de importantes sectores de la economía.
Por otro lado, se viene asistiendo a una profundización del proceso de dolarización de los portafolios, relacionada a la caída de los depósitos y a la incertidumbre que genera el gobierno por la imprevisibilidad de sus accionares. Según estimaciones privadas, en lo que va del 2008 los portafolios de los agentes económicos han incorporado aproximadamente unos 22.000 millones de dólares, cifra similar al superávit comercial externo previsto para el año, y en el mes de octubre –y como resultado del proyecto de estatización que se comenta- habría sido de un nivel de 4.000 millones de dólares. Este ritmo mensual de fuga de divisas es insustentable más allá del primer semestre del 2009. Por ello, la actividad del Secretario Guillermo Moreno de las últimas semanas ha sido el reprimir la demanda de dólares que exterioriza el sector privado, a los fines de evitar la sangría de las reservas internacionales y el encarecimiento de la moneda americana. 
El desapego de las autoridades a la estabilidad de las reglas de juego y respeto por las cuestiones institucionales –el esposo de la Presidenta de la Nación, sin cargo alguno es el virtual ministro de economía y jefe de gabinete que tiene el país- provoca elevada incertidumbre cuyos efectos ya se hacen sentir sobre la economía real. Las autoridades deberían adoptar otro criterio para sus políticas, esto es, la sensatez, a los fines de no potenciar las complicaciones que provoca la presente crisis internacional.

Santiago Gastaldi
Pte Fundación EGE.

 

Commentarios

commentarios

Compartir