Donación

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Todos los humanos nos preocupamos por lo que sucederá cuando nuestro corazón deje de latir. Antes de eso, nos hacemos miles de preguntas. Lo que se quiere salvar es lo invisible, el alma. No se quiere salvar ni proteger los órganos internos ni el cuerpo. Todas las religiones se esmeran por cuidar lo que nadie ha visto a pesar de la tomografía computada, radiografías, ecografías y otros estudios. No se ve, pero se siente.

Entonces nos decimos que somos unos egoístas violando las leyes y reglamentaciones de todas las religiones, no nos portamos bien con nuestros congéneres. Nuestro cuerpo, en el momento en que deja de funcionar, se destruye inexorablemente. De nada sirve, salvo de alimento para seres diminutos. Ya nada de lo que cuidamos con tanto esmero durante lo que llamamos vida, se conservara. Nadie, absolutamente nadie ha regresado y menos ocupado el mismo cuerpo. Lavoisier lo dijo «Nada se destruye, todo se transforma» El alto porcentaje del que estamos hechos, volverá a correr por los arroyos, ríos o por los cielos en forma de vapor de agua.

¿Por qué no ayudamos a otros donando nuestros órganos? Podríamos dar nueva vida a personas o mejorarle sensiblemente las penurias que pasan por alguna razón. Transformémoslos en donantes de cuerpos ya que lo hemos usado es descatable. No seamos egoístas.

 

Atentamente

Juan R Bell

92061605

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