El nuevo escenario financiero

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En un año la salida de capitales alcanzó casi los u$s20.000 millones, despertando preocupación respecto a los futuros niveles de inversión. Por otra parte, tras la abrupta disminución de plazos fijos motivada por el conflicto campo/gobierno semanas atrás, los depósitos vuelven a convertirse en una interesante alternativa de inversión, en un contexto de tasas más elevadas y dólar bajo.

La salida de capitales que enfrentó la economía argentina en los últimos 12 meses (estimada en u$s19.902 millones), supera levemente a la salida de fondos que se registró en los momentos previos al quiebre de la Convertibilidad y durante la crisis que estalló a fines de 2001, la peor recesión de la historia argentina. La citada cifra se puede equiparar al total de la deuda que el país mantiene en default con los acreedores que no ingresaron al canje, y duplica el superávit comercial obtenido durante el año pasado.
Esta fuga de capitales se explica por las dos corridas financieras que atravesó en el último año el país, como reflejo de la situación de la economía de los Estados Unidos (noviembre de 2007) y la más reciente, que se originó a mediados de abril por el conflicto entre el campo y el Gobierno.
De todas formas, existen una serie de factores que permiten morigerar este drenaje de fondos en relación al estallido de 2001. Entre ellos, el hecho de que el modelo económico tenga un tipo de cambio flotante y no fijo, lo cual permite que cualquier desequilibrio de la Balanza de Pagos sea compensado por una variación del tipo de cambio. Si salen capitales (déficit de la cuenta capital) se devalúa el peso para equilibrar el sistema vía un superávit de cuenta corriente, resguardando también al BCRA de una pérdida excesiva de reservas. Por otra parte, en 2001 la salida de fondos por u$s18.703 millones significaron 70% del total de reservas del Central. Ahora representan menos, 40%, porque las reservas llegan a u$s 48.500 millones.
Los analistas privados advierten que la salida de fondos terminará impactando negativamente en los niveles de inversión, dato que es crucial para un país como la Argentina, con necesidad de capitales que permitan ampliar la oferta de bienes y servicios, verdadera solución de largo plazo para dos de los grandes flagelos que hoy aquejan a la nación: la inflación y la crisis energética.
Por otra parte, después de la importante salida de los plazos fijos de los bancos (con pérdidas por $6.000 millones), ante el nuevo escenario signado por la inesperada baja del dólar (que cerró la primer semana de junio en $3,09) y la suba de tasas en aproximadamente cinco puntos porcentuales, resurgió el interés por los depósitos, no sólo entre los grandes ahorristas sino también entre quienes manejan pequeños montos pero quieren proteger mejor el dinero que les sobra. Esto se debe a que el aumento de tasas permitió que los depósitos recobren la atracción que habían perdido y que cada vez se tornen más interesantes, convirtiéndose en una buena estrategia de inversión, especialmente cuando se trata de plazos cortos, por el rendimiento que logran ante un dólar en baja.

Esta es una publicación de Fundación EGE con la colaboración de María Noel Amuchástegui, miembro de Fundación – info@fundacionege.org

 

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