La salud de los pobres

0
Compartir

El mundo está en manos de grandes firmas multinacionales. A esas firmas, les importa moverse libremente en un mundo que definen apenas como un tablero de rentabilidad y riesgo. Para ellas los Estados son apenas un costo de transacción. Un problema a ser resuelto. Una dificultad a ser evitada.  En la lógica de hacer cada vez más dinero del dinero las personas tampoco importan mucho. Si esas personas son pobres entonces directamente para ellas no existen. Esa es la lección que se saca del reciente fracaso de la reunión internacional sobre investigación y desarrollo de medicamentos, auspiciada por la Organización Mundial de la Salud.

En Ginebra, se habían reunido 150 países. No lograron hacer algo para facilitar  el acceso de los más pobres a la salud. Se buscaba favorecer la investigación de fármacos y que su precio fuera accesible para combatir enfermedades como la malaria y la tuberculosis. Las propuestas  para asegurar medicamentos y pruebas diagnósticas para los pobres sin embargo, no recibieron apoyo.
La noticia es estremecedora porque dentro del sector de la salud el menor acceso de los pobres es justamente a los medicamentos. Muchos dejan incluso de ir a los centros de salud o los hospitales porque consideran que de nada vale tener un diagnóstico si luego no aparece el remedio que los cure. Para los centros de salud no tener fármacos gratuitos para los pobres termina en ineficiencia. Hay recursos humanos pero la función de producción no se concreta porque no hay medicamentos para cerrar el acto médico. 
Todo esto en un contexto donde cuando el pobre tiene que comprar los fármacos se lleva gran parte de su pequeño ingreso mensual. En los países desarrollados el gasto con medicamentos en relación a los gastos totales varía del 7 al 20 %. En los países en transición las cifras suben del 15 al 30 %. Para los países en desarrollo la situación se vuelve confiscatoria para las familias al llegar en algunos casos al 60 %. Encima las firmas usan estrategias propias de lo que los economistas llaman el monopolista discriminador. Cobran distintos precios para un mismo principio activo. Un solo medicamento por ejemplo, en el año 2000 era vendido en Tailandia por 29 centavos de dólar, en España llegaba a 10 dólares y en Guatemala a 27.
La situación es más irritante cuando se piensa que las multinacionales invierten cada vez más en publicidad y marketing que en investigación. La relación va de 2 a 3 dólares invertidos en publicidad contra 1 en investigación. Detrás de esta tendencia está el hecho de que los costos en investigación y desarrollo se duplican cada 5 años y las invenciones de nuevos medicamentos ha caído desde 1975 en lo que ha sido en llamar el ocaso de la revolución terapéutica. Ahora las compañías multinacionales de fármacos que figuraron por mucho tiempo como las más rentables del planeta parecen haber entrado en una fase de rendimientos decrecientes. Las patentes de las invenciones realizadas a mediados del siglo 20 que generan rentas extraordinarias se vencen y no hay nuevos medicamentos que las sustituyan. En los EEUU por ejemplo, ya en 1994 el 94 % de los 200 productos más recetados habían perdido su patente.
En ese contexto muchas cosas ocurren, aquí solo mencionaremos dos. Por un lado se sobre-medicaliza la vida diaria. Se convence a la gente que debe tomar medicamentos aunque no esté enferma. En el nombre de aumentar las defensas a las personas se les anula la capacidad natural de generarlas y se vuelve a los individuos adictos a los medicamentos.  Por el otro se busca neutralizar el uso de los medicamentos cuya patente ha vencido esto es los genéricos. Se los descalifica en el nombre de la no bio-equivalencia. Se los estigmatiza. Todo pese a que tienen el mismo principio activo con idéntica fórmula y las mismas características fármaco-cinéticas, fármaco-dinámicas y fármaco técnicas que las existentes en otro medicamento tomado como referencia legal.  Lo peor, es que esas estrategias pululan donde hay más pobres. ¿Debe entonces sorprender que luego de 2 años de deliberaciones haya fracasado la búsqueda de medicamentos baratos y adecuados para los pobres? La verdad es que no. El capitalismo ha entrado en una fase no solo de enorme concentración del ingreso, sino también de gran depredación del medio ambiente y por supuesto de olvido de los pobres. Cuando lo único que cuenta es la tasa de ganancia la tuberculosis, la malaria, el dengue o lo que sea es apenas para las firmas que hoy manejan el mundo un problema que simplemente debe ser ignorado. Por supuesto, enmarcado en el teatro de la apariencia oficial en grandes conferencias multinacionales que sirven para el paseo de funcionarios dotados de jugosos viáticos y privilegios inimaginables. Triste pero es la cruda realidad…
Dr Roberto Tafani

Commentarios

commentarios

Compartir