Para un país como la República Argentina, que con sus 2.7 millones de Km2, es el octavo país en extensión del mundo, que además se ubica en la franja de clima templada del planeta y por si fuera tiene una baja densidad de población dado que todavía no llega a los 40 millones de habitantes, la promoción de actividades de propendan a una efectiva ocupación del territorio se transforma en algo estratégico, considerando la gran concentración de habitantes en unos pocos centros urbanos –Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán.
Al respecto las actuales medidas que toma el gobierno nacional está en riesgo el desarrollo comunitario y el modelo de país. Que se esté muriendo el trigo, el maíz y ahora la soja es algo que se lleva puesto la vida de los pueblos y de las ciudades del país y este es un riesgo muy grande que vemos en un corto plazo.
Es que además de aquélla concentración poblacional, se debe recordar que alrededor de 17 millones de personas (casi el 50% de la población argentina) viven en ciudades o pueblos con menos de 50.000 habitantes. La subsistencia de tales localidades son, en parte, dependientes de las ganancias del sector agropecuario.
En el fondo unos de los objetivos del paro agropecuario fue tratar de llamar a la reflexión a la población sobre la forma de llevar adelante las políticas agropecuarias, aun que cabe señalar el campo no quiere volver más a las rutas, pero para esto se necesita compromiso e imaginación para no complicar la vida al resto de la sociedad y además demanda actos de grandeza del gobierno porque se percibe que el campo y el interior está muy firme con este reclamo.
«ESTA ES UNA PUBLICACIÓN DE FUNDACIÓN EGE CON LA COLABORACIÓN del Lic. Claudio FORLANI – MIEMBRO DE FUNDACIÓN EGE – info@fundacionege.org