Cultura escolar vs cultura juvenil

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Si pensamos lo que está pasando actualmente con el mundo juvenil escolarizado, dos fenómenos saltan a la vista: por un lado, la masificación del alumnado; por el otro, un cambio profundo en la conformación social de los actuales alumnos. Los datos además indican, siguiendo a Tenti Fanfani, que la escuela para los adolescentes es una escuela en expansión. Todas estas transformaciones en la población, como es la constitución y la cultura de las nuevas generaciones, ponen en crisis la promesa tradicional de educación escolar.

 Las señales más evidentes y llamativas, además de otras, son en general el malestar, el conflicto, ciertos desordenes y la violencia como nuevos modelos de protagonismo, y porque no decir, de manifestarse especialmente en los espacios urbanos; quizás por dificultades de integración con las instituciones, debido a la ausencia de sentido de la experiencia escolar en un número significativo de adolescentes y jóvenes. Para ellos, la escuela no funciona como guía para sus proyectos vitales. Estos problemas surgen cuando se enfrentan dos culturas: la propia de los actuales jóvenes y adolescentes, y la que es propia de la tradición escolar, de la cual no se sienten identificados. Para Morduchowicz “las nuevas sensibilidades de los jóvenes y los modos que perciben el mundo son la primera marca de la cultura popular en la construcción de la nueva identidad juvenil”.
Si partimos de la base que la adolescencia y la juventud son construcciones sociales que, si bien tienen una plataforma material biológica, sobre la misma se elaboran diversos caracteres relativamente arbitrarios e históricos, donde los límites sociales son casi siempre inoportunos, conjeturales y muchas veces imprecisos. Es que, si seguimos sin modificar nuestra cultura educativa, tanto familiar como escolar, van a seguir surgiendo expresiones extra-escolares y extra familiares, como las de grupos adolescentes que se unen por Internet o ocupando un territorio geográfico, y cuyo punto en común son sus ejes temáticos o tendencias. Entre ellos, se están haciéndose notar los “flogger” y los “emos”. Otros grupos se unen en actitudes violentas buscando un lugar en el mundo, siguiendo un particular estilo épico dentro de su cultura; las causas que convocan a batallas pueden variar; desde el duelo barrial o futbolero, hasta el más rockero. En un plano más colegial, “nerds” versus “chetos” o “mersas”, o cierto colegio contra otro como rival, que si bien existieron siempre hoy toman una impronta de límites imprecisos y fronterizos; lo cual impone a los adultos la necesidad de ofrecerles a sus hijos un espacio en el mundo con algo más de luz del que estos jóvenes sienten tener para ellos. Dentro de los nuevos grupos de expresión juvenil, los floggers (porque abren una cuenta en Fotolog), es un nuevo grupo urbano que se hace  notar en las grandes ciudades, acompañando su pasión por subir y compartir fotos en Internet con otros usuarios. Con el fotolog obtienen popularidad de una manera muy simple y divertida. La mayoría de las fotos que suben son autorretratos; buscan verse lindos y tener aceptación con el sexo opuesto. Cultivan una imagen andrógina (alternan el género masculino-femenino), usan piercings, remeras fluorescentes, ropa de primera marca, pantalones «chupines» y flequillos peinados para el costado, escuchan música pop, emo y electrónica. La tónica del mundo fotolog, al menos la de muchos de sus miembros, no todos, pasa por la exaltación de la imagen y, a veces, una autentificación del egocentrismo a ultranza. Es como si la vida sin un poco de fama no tuviese relieve. Es la propia imagen el único objeto que aparece en la pantalla. Marca un estilo de época, como es la “cultura de la imagen”. En cambio los “emos”(del inglés emotional), son grupos de adolescentes tristes, de clase media; algunos se autoflagelan para mostrar su dolor (tienden a victimizarse); rechazan a sus padres y a la sociedad; cuenta con cultores en todo el mundo y que cada día gana nuevos adeptos. Debido a sus estrafalarios peinados y su andar afeminado, muchas veces son comparados con los «metro-sexuales» (hombres que cuidan mucho su estética,  terminando por manifestar aspectos femeninos). En general, los «emos» son muy delgados y se dejan el pelo largo, para ocultar sus rostros; suelen esparcir mientras bailan un grito impresionante conocido como «scream». Se supone que el grito de los «emos” encarna su profundo dolor.
Como vemos, los adolescentes no son todos iguales, entonces, habrá que pensar en construir instituciones lo suficientemente variadas y manejables como para dar respuestas adecuadas a las múltiples condiciones de vida y expectativas de las nuevas generaciones. Quizá, para poder entender todo lo relatado, es probable que la escuela para los adolescentes debería ser una construcción, en la medida en que consideremos que la propia adolescencia es una “edad nueva” en plena transformación insertada en la “nueva sociedad” que estamos construyendo. Al decir de Fanfani, “una de las claves del éxito sería comprender que una escuela para los adolescentes deberá ser también, y al mismo tiempo, una escuela de los adolescentes”; es decir, instituciones donde las nuevas generaciones no son simples “poblaciones objetivos”, sino protagonistas activos y con derechos de expresión..

LIC ELENA FARAH

 

 

 

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