El abordaje terapeútico en las relaciones de pareja

0
Compartir

En la consulta de problemas de pareja, aparecen simples inexperiencias de los aspectos que se remueven en cada uno de los individuos en su relación con el otro. Ambos tienen tendencia a confundir esas “remociones” que corresponden a aspectos relacionales con el otro, y mezclarlos con los propios de su autobiografía. De allí emerge el sacar conclusiones erróneas sobre el porqué de la conflictiva que padecen. El pudor, las inhibiciones, la falta de franqueza, el rodeo, los eufemismos, la ignorancia, el exceso de delicadeza hacía el otro, atentan contra el sin-ceramiento, enmascarando las deficiencias de relación.

 La idea es que muchos conflictos de pareja se pueden clarificar ubicando la problemática en su justo contexto, o sea, comenzando por definir los roles correspondientes y co-relacionando la conducta acorde (o no) con ese rol. El fin de esta nota, si bien puede ser de utilidad para los lectores, es un intento de dejar claro lo que direccionó la queja de las personas en pareja. Lo que quiero decir, es que si bien vienen con un discurso “armado” sobre lo que les pasa, de acuerdo a él y sobre esa base, se realiza y se aplica un esquema terapéutico adecuado para esas personas. No hay un esquema igual para todo el mundo. Lo que si hay una serie de procedimientos terapéuticos basados en, por un lado, lo que trae la pareja y por el otro, la capacidad del terapeuta en aplicar la técnica adecuada llámese psicoanalítica, cognitiva, sistémica, etc. Hay cuestiones básicas que no se pueden soslayar y que marcan la trama en que debe desarrollarse cualquier ayuda terapéutica. Debemos considerar al individuo como una unidad: cuerpo, psiquis y  espíritu. Además integrado, es decir hay un todo con partes, y cada parte tiene un poco de ese todo. Es decir no existe el individuo “dividido”, y este concepto debe primar en el lector. Con esto estoy diciendo que cualquier parte conflictiva afecta al todo (la persona) o, cualquier problema en un todo afecta a cada parte. En cuanto a la pareja, también debe considerarse como un todo, con la diferencia que se le agregan los problemas que cada uno arrastra de su propia historia (parte) y que afectan al todo (la pareja). Por lo tanto, los aspectos conflictivos y cómo se expresan los problemas de pareja, tienen siempre un tinte y estilo propio por la conjunción de las variables citadas. Y este comienzo terapéutico permite ubicar en diferentes niveles de importancia, las distintas manifestaciones y conductas frente la delicada trama afectiva que lo liga al otro. Por eso siempre, ya al inicio de las entrevistas,  estimulo en que hay que cambiar el discurso en esas circunstancias y abocarse como primordial el “ser-siendo-con-el otro”. No cada uno aislado como parte, sino ambos como un todo. La práctica terapéutica me ha demostrado, que esa base de pensamiento es de suma utilidad para hallar, junto a los componentes de la pareja, las soluciones buscadas. Soluciones que como toda actividad profesional, depende del criterio del terapeuta la herramienta de trabajo que va utilizar, en qué momento la aplica y la manera didáctica de presentarlas ante los consultantes; siempre, como consigna, respetando sus formaciones culturales, religiosas y sus sentidos del pudor. Esta última aclaración es de importancia dado que suele ser necesario utilizar términos de uso en la comunicación íntima que, expresados fuera de contexto, pueden sensibilizar desfavorablemente a la persona, por lo que es condición advertirles este hecho y solicitar su aprobación.                                                                                                                          Sabemos que las conductas explícitas de las personas  son como máscaras que presentan a la comunidad con las que entran en contacto; para ello tratan de ser lo más efectiva y eróticamente neutra en la interrelación social, generando conductas de ajuste a fin de armonizar con los parámetros sociales y culturales imperantes, cuidando las formas y los principios generales (normativas sociales). En la pareja este nivel se evalúa de acuerdo al desempeño social (trabajo, amigos) y la valoración que hace cada miembro. Por otro lado, el aspecto sexual, Macho / Hembra, se da en el acto sexual y se insinúa en los juegos preliminares y los contactos corporales. Está anclado en lo filogenético (desarrollo del Hombre), respondiendo a imperativos de la especie, que son las conductas más emparentadas con el resto de los animales. En la pareja este nivel se evalúa de acuerdo al grado de armonización y el desempeño sexual de cada miembro. Desde el punto de vista de género, el aspecto Varón / Mujer, se manifiesta en el acercamiento al individuo del otro sexo; su forma sería la seducción, la erotización de la relación, cuidando la imagen que se intenta mostrar al otro. En la pareja este nivel determina el tipo de convivencia (puntos comunes, compañerismo, demostración de afectos, etcétera). Para terminar, y reafirmando la importancia de la interrelación, conviene que sepan, siguiendo a Barylko, que “el infierno del otro termina siendo tu propio infierno”
DR EDUARDO MEDINA BISIACH

 

Commentarios

commentarios

Compartir