Historias y consecuencias

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Cuando somos chicos, juramos y perjuramos y hasta las «piñas» si alguien pone en tela de juicio lo que ha dicho nuestro papá. Es que no concebimos a que nuestros progenitores nos mientan. Y así vamos hasta cierta edad en que dudamos. Por capacitarnos en la escuela, nos damos cuenta de que aquello de «si te portas mal llamo al viejo de la bolsa» o «mira que viene el cuco» o «el policía de la esquina te cuida», no era cierto.

El viejo de la bolsa no tiene una de nuestro tamaño y además esta viejo. El cuco, es un ave trepadora y tiene mas miedo de nosotros que nos de ella. Y el pobre policía ya no esta mas. Así vamos «madurando» y comenzamos a razonar. El lobo de Caperucita ¿qué tamaño tenía? ¿La nena era ciega? Y bueno, todo en su época y había sus razones.
Hoy nuestro papá nos mintió descaradamente. Nuestra mamá va por el mismo camino. Pero hemos confiado ya que con una dádiva compraron nuestras voluntades. Así nos «aguantaremos» los próximos 4 años. Sabíamos que un secretario mentía con los índices. Sabíamos que un ministro «hacia de las suyas» y todavía esta. Y como muchos animales a cada paso, «un problema» pero se tapa. Y como en una arena movediza, cuanto mas se mueven, más se entierran. Lo lamentable es que vamos todos con ellos. ¿Cómo andamos con la deuda externa?
Atentamente
Juan R Bell
92061605
Rio Cuarto

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