Acerca del tratamiento de las somatizaciones

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El ser humano co-existe con presiones de un ambiente cada vez mas competitivo y exigente de soluciones inmediatas, algunas personas, no entrenadas mentalmente para recibirlos, y menos aún preparados para esos tipo de arregles, y ante esta vorágine de situaciones, la mente “deriva” al cuerpo todos aquellos problemas o conflictos que no puede (o no quiere) elaborar, y que en su mayoría le provocan distress, entendiéndolo como una reacción desmedida ante estímulos cotidianos, o también puede ser debido a demasiados o intensos estímulos externos que desbordan la capacidad propia de contenerlos.

Ante esto ¿Como responden las personas?: con un disturbio de somatización, que es la manifestación en el cuerpo de problemas psicológicos. Es una alteración crónica, costosa, debilitante y renuente para responder a los procedimientos terapéuticos habituales. Es crónica, pues hay pacientes con mas de 25 años de padecimientos. Es costosa, por la infinidad de estudios de todo tipo investigando causas orgánicas inexistentes. Debilitante, porque provoca paulatinamente una merma de las actividades al tener síntomas sin diagnósticos, con la depresión consecuente. Y es resistente a los tratamientos instituidos pues la intranquilidad del médico lleva a intentar paliar la sintomatología con una batería de medicamentos sin especificidad.  Se identifica por su manifestación a través de síntomas físicos múltiples e inexplicables para el clínico general, pero que pueden provocar cierta discapacidad y malestar.
Los sufridos pacientes buscan tratamientos médicos y se someten a procedimientos diagnósticos y terapéuticos caros, lo cual determina una utilización 6 a 14 veces superior de los recursos de salud en comparación con lo observado en la población general. Al costo directo se suma el costo indirecto relacionado con la disminución de la productividad laboral. Hasta el momento, la consulta psiquiátrica fue la intervención más eficaz para los pacientes con dicho trastorno.
Lo que vamos a intentar mostrar, a través de un estudio, la combinación psiquiátrica-psicoterapia como el abordaje mas efectivo. Aparece entonces la terapia cognitivo conductual psico-social, dirigida a que el paciente utilice todo su capacidad idónea para modificar sus comportamientos, que se centra en el manejo de ese distréss. a través de la regulación de la actividad, la conciencia emocional, la reestructuración de los conocimientos y la comunicación interpersonal. Los objetivos terapéuticos son disminuir la activación fisiológica mediante técnicas de relajación, estimular la regulación de las actividades, aumentar la conciencia de las emociones, modificar las creencias disfuncionales, estimular la comunicación de los sentimientos y pensamientos y disminuir el reforzamiento de las conductas relacionadas con la enfermedad.
De un total de 84 individuos de un estudio, entre los cuales estaban aquellos que recibieron tratamiento psiquiátrico solamente, con los que recibieron además terapia cognitiva. Los resultados fueron que los participantes que recibieron terapia mejoraron en forma significativa en comparación con el grupo restante. Asimismo, ese grupo presentó una disminución de la gravedad de los síntomas somáticos en relación con el tratado con consultas clínicas sola.
Según los registros médicos de los participantes, no se observaron diferencias demográficas o clínicas entre ambos grupos al comienzo del estudio. Hubo sí una reducción significativa de los costos de atención (consultas clínicas reiteradas, análisis repetidos, estudios por imágenes, etc) de los pacientes tratados con este tipo de terapia combinada, en especial respecto de la cantidad de consultas clínico-psiquiátricas.
 De acuerdo con los resultados del estudio referido, la terapia cognitivo conductual de varias sesiones de duración mejora los síntomas de somatización y el funcionamiento, más allá de lo observado para la consulta psiquiátrica solamente, sería actualmente la estrategia terapéutica más eficaz hasta el momento para los pacientes con trastorno de somatización. El alivio sintomático comenzó inmediatamente luego de la fase de tratamiento y persistió durante un año. Esto sugiere un efecto específico para la terapia cognitivo conductual. La eficacia de la terapia cognitivo conductual se relacionaría con los índices elevados de adhesión al tratamiento de los pacientes con trastorno de somatización observados en el estudio.
Por lo tanto para concluir, diría que la terapia cognitivo conductual puede contribuir a la obtención de beneficios clínicamente significativos y duraderos. La disminución sintomática observada en los pacientes que recibieron la terapia combinada se asoció con una mejoría del funcionamiento físico. Además, esta terapia permitiría disminuir la utilización excesiva de los servicios de salud.
 
DR EDUARDO MEDINA BISIACH

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