Crimen de Nora Dalmasso – Cómo vivieron los riocuartenses el primer año del homicidio de mayor impacto

0
Compartir

Los rumores perdieron relevancia y la sensación de impunidad se instaló por sobre la búsqueda del asesino. La mediatización ya no es la del primer semestre y también decayó la fiebre consumista de las noticias vinculadas al caso. Sin embargo, muchos de los protagonistas de la causa dejaron de frecuentar los lugares habituales. La posibilidad de que Facundo pudiera ser el autor del hecho cambió el morbo inicial por la consternación.

Por Pablo Callejón – Los camarógrafos zigzagueaban entre las piedras de mármol con el nombre de los muertos buscando la imagen de tapa del día después. Los flashes descubrieron finalmente a Facundo Macarrón y su hermana Valentina abrazados y en silencio camino hacia la tumba de su madre. La discresión lúgubre del cementerio Perpetual fue perturbada por poco más de media hora debido a la fiebre mediática y el morbo social que también cumplieron su primer año en la causa.
”Déjennos en paz”, dijo en forma lacónica el joven imputado de haber abusado de su madre y luego, según la presunción del fiscal Javier Di Santo, haberla matado. El grito emocionado de Valentina fue la súplica que obligó a los periodistas a retroceder algunos metros y ser testigos preferenciales de los jóvenes y su padre Marcelo reunidos frente a la lápida de Nora Raquel Dalmasso, la mujer asesinada el pasado 25 de noviembre del 2006.

Cuando los Dalmasso y los Macarrón compartían una misa en homenaje a la víctima en la pequeña capilla de Nuestra Señora María Auxiliadora, los riocuartenses colmaban el microcentro inmerso en el sopor de temperaturas que superaron los 30 grados.
La sociedad que devoró rumores y los escupió sin culpas sobre las mesas de café o en las sobremesa frente al televisor, esta vez calló. La ciudad no quedó inmersa en la agenda monotemática que martirizó a la Justicia y sedujo al país durante meses. No hubo desinterés sino silencio. El drama pareció anticipar la sentencia: la sensación de impunidad pudo más.
La imputación a Facundo fue un severo punto de inflexión en la perspectiva que los riocuartenses tuvieron del homicidio y sus consecuencias. La posibilidad de que un hijo abuse de su madre y la asesine a sangre fría es una opción que no imaginaron y les cuesta digerir. Cuando el joven se convirtió en el principal sospechoso se alivió el barullo de conjeturas. Quedaba poco por decir.
Otro efecto inmediato fue la irritable sensación de desigualdad de una Justicia que se muestra clasista. La inevitable comparación del trato que investigadores y fiscales tuvieron con Facundo y su familia, en relación a la actitud frente a Gastón Zárate, desnudó las flaquezas de una Institución sin los equilibrios imprescindibles de la igualdad.
Facundo fue imputado en grado de sospecha leve y nunca fue detenido pese a que los elementos indiciarios de prueba emergen con mayor contundencia que las endebles especulaciones en contra del pintor. Esa señal de desigualdad fue un gesto irremediable de malestar en la conciencia colectiva de los riocuartenses. El mutismo esta vez fue el nexo al escepticismo. Pocos creen en esta investigación; casi nadie entiende posible la imagen del asesino entre rejas.
El tercer y no menos influyente factor de incidencia en el ánimo social fue la falta de novedades judiciales tras la imputación . Poco cambió desde aquella acusación sustentada en la prueba genética y presuntas contradicciones de testigos. Las pericias psicológica y socio ambiental y la autopsia psicológica a la víctima no han definido aún el cambio procesal en la situación de Facundo que anticipe una elevación a juicio de la causa.

¿Quien mató a Nora? La pregunta parece obsoleta aún cuando haya transcurrido solo un año del homicidio. Hace meses que la discusión sobre el crimen no se suscribe a un dilema existencial de la pesquisa: ¿quien?, ¿por qué?. Los dislates judiciales y políticos y el impacto visceral en los medios por melodramas viciados de rating desbordaron la búsqueda del asesino.
Investigadores coinciden que el círculo de sospechas está cerrado y solo resta encontrar el paso en falso que permita revelar si Facundo es el autor del crimen de su madre. Ese milagro será el FBI o no será. «No todos los crímenes se resuelven» admiten visceralmente algunas voces tribunalicias que buscan adjudicarse la primicia del acto fallido.
El gobierno provincial tampoco parece consternado por la duda. El temido impacto del caso sobre las urnas no sucedió. El oficialismo arrasó en las últimas elecciones y no hubo críticas por la fallida injerencia en la investigación. Desde la Fiscalía General se animan a responder ante las consultas periodísticas que “la causa Dalmasso es un tema de Río Cuarto”.

El crimen de Nora Dalmasso convertido en el suceso policial de mayor notoriedad pública en la historia de la ciudad hoy es silencio pero no apatía. Muchos de quienes protagonizaban la escena pública en el primer semestre de la investigación se refugian ahora en sus ámbitos más íntimos para evitar el reproche o el rumor. Otros ganaron la repercusión pública y disfrutan las mieles de los beneficios parciales, casi siempre efímeros, de la mediatización.
La ciudad que se vio ayer, a un año del crimen, no fue la que se sometió a la mirada nacional y obligó a su intendente a aclarar que no gobernaba Sodoma y Gomorra. Resultó más apática y menos tentadora al foco de las cámaras. Fue la ciudad que amordazó su morbo y sus condenas. La que no espera un asesino en el banquillo ni cree que lo visto sea cosa juzgada.
La ciudad de ayer se dejó bañar por un calor asfixiante y el sudor de noviembre. Un corto verano al desaliento de un final que no está cerrado.
Hace un año mataron a Nora Dalmasso ¿Nos volveremos a preguntar quien la mató?

Commentarios

commentarios

Compartir