A un año del crimen de Nora Dalmasso – La causa que tiene en vilo a la Justicia provincial y provocó las críticas más severas

0
Compartir

Injerencia política, presiones sociales, inequidades clasistas,
impericias de los investigadores y las limitaciones para actuar ante
casos complejos emergerieron tras el homicidio. El temor a la impunidad
y el fantasma de otros crímenes que nunca fueron resueltos.

OCTAVA ENTREGA

Pablo Callejón – El próximo 25 de noviembre se cumplirá un
año del crimen de Nora Dalmasso que conmocionó a Río Cuarto y al país,
y puso en jaque a la Justicia de Córdoba. Nunca antes un homicidio
había provocado tal repercusión. Nunca antes un hecho delictivo pudo
condicionar durante meses la actividad policial y judicial hasta
devorar tiempos y acciones. Nunca antes se expusieron, como ahora, las
limitaciones y flaquezas de la estructuctura de investigación. Nunca
antes se dedicaron tantas charlas de café, tantas especulaciones y
juicios, tantas horas de televisión y radio y tantas páginas de
diarios.
El homicidio en la Villa Golf develó mezquindades
clasistas, especulaciones políticas, limitaciones judiciales y un morbo
social. La impunidad es un final al que muchos temen y la mayoría
presagia.
Hace un año asesinaron a Nora y Telediario Digital
ofrecerá una serie de informes sobre el crimen que aún esconde a su
asesino. El desarrollo de las pesquisas, los imputados, los otras
protagonistas, las pruebas que restan conocer, las mejores frases, las
mejores fotografías, la ola de rumores, las curiosidades, el impacto
social y político y, fundamentalmente, el desempeño de la Justicia.

LA JUSTICIA

Fiscalías abarrotadas de expedientes, falta de personal, un edificio
obsoleto y escasas medidas de seguridad se conjugan en los Tribunales
de Río Cuarto y exponen los mecanismos limitantes con los que debe
lidiar a diario nuestra Justicia.
En este contexto, la causa de
mayor impacto mediático y social de la historia penal obtuvo el
respaldo de la estructura de investigación de Córdoba, la injerencia
del poder político, la designación de 3 fiscales, el aporte del
CEPROCOR y los mecanismos tecnológicos a disposición para el análisis
de llamadas, y un equipo destinado exclusivamente a colaborar con el
trabajo del fiscal. Nunca antes una causa en la ciudad había contado
con tantos elementos externos al condicionado trabajo que desnudan las
cuatro fiscalías de instrucción en Río Cuarto.
El impacto del
homicidio de Nora Dalmasso, convertido en horas en tema de debate
nacional, generó desde la capital provincial una rápida intervención
policial y judicial. Sin embargo, en el proceso de mayor injerencia del
poder central la causa divagó en su peor faceta.
Inequidades
clasistas, impericias de los investigadores y las limitaciones para
actuar ante casos complejos emergerieron tras el homicidio.
El
fiscal de Instrucción Javier Di Santo estaba de turno cuando se halló
el cuerpo de Nora y es el único funcionario que continúa en la
investigación desde el inicio.
La escena del crimen fue definida
en la planta alta donde asesinaron a Nora. En el hall de entrada y el
resto de la vivienda la circulación de vecinos, allegados, amigos y
auxiliares judiciales fue constante. Incluso pasó por alto la presencia
de una escalera, que luego se creyó pudo haber sido utilizada por el
homicida para acceder al chalé. El elemento estaba a la vista de todos,
pero se debió recurrir a una imagen televisiva, casi 6 meses después,
para advertilo.
Esto reveló las primeras críticas sobre supuesta
negligencia que peritos policiales y judiciales negaron. «Siempre se
trabajó así», argumentan. Meses después se lanzaron cursos para
capacitar a efectivos de la Unidad Departamental en la preservación del
lugar del hecho.

Diferencias

La hipótesis del amante despechado condujo a cientos de
testimoniales -algunas en horarios privilegiados para preservar a
testigos- mientras se hacían allanamientos a viviendas de obreros que
realizan tareas de albañilería en la Villa Golf. Curiosamente, pese a
que se investigaban las relaciones privadas no se produjo ninguna
acción en viviendas de vecinos del Golf o del entorno de la mujer.
Al
trabajo de Di Santo, fueron incorporados los aportes de Fernando Moine
y luego de Marcelo Hidalgo, un fiscal de la capital provincial. Moine
formó parte del proceso de búsqueda del supuesto amante despechado que
derivó en la imputación de Marcelo Magnasco. Hidalgo promovió la
investigación de un trabajador como autor del homicidio y fue el
primero en hablar de violación. De allí surgió la acusación contra
Gastón Zárate.
Lo de Magnasco careció de sustento y derivó en una
previsible desvinculación. En el caso de Zárate, aún permanece imputado
aunque no hay pruebas de peso en su contra y ya no es investigado. Con
el perejilazo que sintetizó el reclamo popular ante la detención del
pintor Hidalgo y Moine dejaron la pesquisa. Antes, el gobernador José
Manuel de la Sota había decidió aceptar la renuncia del fiscal general
Gustavo Vidal Lascano. Luego llegarían las críticas por un
estancamiento de la causa y los cambios en la conducción del ministerio
de Gobierno y la cúpula policial.
Con el arribo del nuevo fiscal
general Darío Vezzaro se decidió definir a Di Santo como único fiscal y
«oxigenar» la investigación con un nuevo equipo de trabajo. El objetivo
de la Provincia fue distanciarse del resultado de la pesquisa y cargar
todo el peso de las actuaciones en el fiscal riocuartense. Una jugada
política de dudoso final.


Sospecha leve

El informe del Ceprocor que determinó el hallazgo del haplotipo Y
dio un vuelco en la investigación y llegó la imputación de Facundo
Macarrón. Para Di Santo se trata de una prueba «inobjetable» pero
evidentemente insuficiente por lo que definió la acusación en grado de
sospecha leve.
El fiscal intentó cerrar la difusión de actos procesales y la caída en el interés masivo del caso favoreció su estrategia.
Sin
embargo, el temor a la impunidad y el fantasma de otros crímenes que
nunca fueron resueltos rodean las oficinas de Tribunales.
«No todos
los casos se esclarecen y este puede ser uno de ellos», admiten no
pocos abogados penalistas. Di Santo ya cuenta con las testimoniales de
familiares y allegados de Facundo, el informe del Ceprocor, la pericia
psicológica del Joven y el informe socio ambiental. Falta la autopsia
psiquiátrica de Nora Dalmasso y el informe genético del FBI los dos
factores que definirían la suerte de la causa. La suma de indicios
pueden determinar una prueba, pero hasta ahora, el fiscal considera que
solo alcanzan para una sospecha leve. Por eso, aún prenden velas al
organismo norteamericano para que revele un patrón genético completo
del homicida de Nora.
Otros juzgados y fiscalías intervinieron en el
caso: el Juzgado Federal aplicó escasos avances en la demanda contra el
Canal América 2 por la difusión del cadáver de Nora y los fiscales
Julio Rivero y Walter Guzmán todavía no resolvieron las causas por
recepción de dádivas y aprietes en los que están acusados los propios
investigadores.
Los riocuartenses aún recuerdan los crímenes de los
esposos Leyva y Cardarelli, la desparición de Ale Flores, las dudas en
las causas de Lorena Micaela Avila y los primitos Noriega, el homicidio
del empresario Zimmerman y otros hechos de fuerte impacto social que
nunca fueron resueltos. La sensación de impunidad es cada vez mayor en
una sociedad que descree de la Institución en general y de esta
investigación en particular. ¿Se hará Justicia?

Injerencia política, presiones sociales, inequidades clasistas, impericias de los investigadores y las limitaciones para actuar ante casos complejos emergerieron tras el homicidio. El temor a la impunidad y el fantasma de otros crímenes que nunca fueron resueltos.

OCTAVA ENTREGA

Pablo Callejón – El próximo 25 de noviembre se cumplirá un año del crimen de Nora Dalmasso que conmocionó a Río Cuarto y al país, y puso en jaque a la Justicia de Córdoba. Nunca antes un homicidio había provocado tal repercusión. Nunca antes un hecho delictivo pudo condicionar durante meses la actividad policial y judicial hasta devorar tiempos y acciones. Nunca antes se expusieron, como ahora, las limitaciones y flaquezas de la estructuctura de investigación. Nunca antes se dedicaron tantas charlas de café, tantas especulaciones y juicios, tantas horas de televisión y radio y tantas páginas de diarios.
El homicidio en la Villa Golf develó mezquindades clasistas, especulaciones políticas, limitaciones judiciales y un morbo social. La impunidad es un final al que muchos temen y la mayoría presagia.
Hace un año asesinaron a Nora y Telediario Digital ofrecerá una serie de informes sobre el crimen que aún esconde a su asesino. El desarrollo de las pesquisas, los imputados, los otras protagonistas, las pruebas que restan conocer, las mejores frases, las mejores fotografías, la ola de rumores, las curiosidades, el impacto social y político y, fundamentalmente, el desempeño de la Justicia.

LA JUSTICIA

Fiscalías abarrotadas de expedientes, falta de personal, un edificio obsoleto y escasas medidas de seguridad se conjugan en los Tribunales de Río Cuarto y exponen los mecanismos limitantes con los que debe lidiar a diario nuestra Justicia.
En este contexto, la causa de mayor impacto mediático y social de la historia penal obtuvo el respaldo de la estructura de investigación de Córdoba, la injerencia del poder político, la designación de 3 fiscales, el aporte del CEPROCOR y los mecanismos tecnológicos a disposición para el análisis de llamadas, y un equipo destinado exclusivamente a colaborar con el trabajo del fiscal. Nunca antes una causa en la ciudad había contado con tantos elementos externos al condicionado trabajo que desnudan las cuatro fiscalías de instrucción en Río Cuarto.
El impacto del homicidio de Nora Dalmasso, convertido en horas en tema de debate nacional, generó desde la capital provincial una rápida intervención policial y judicial. Sin embargo, en el proceso de mayor injerencia del poder central la causa divagó en su peor faceta.
Inequidades clasistas, impericias de los investigadores y las limitaciones para actuar ante casos complejos emergerieron tras el homicidio.
El fiscal de Instrucción Javier Di Santo estaba de turno cuando se halló el cuerpo de Nora y es el único funcionario que continúa en la investigación desde el inicio.
La escena del crimen fue definida en la planta alta donde asesinaron a Nora. En el hall de entrada y el resto de la vivienda la circulación de vecinos, allegados, amigos y auxiliares judiciales fue constante. Incluso pasó por alto la presencia de una escalera, que luego se creyó pudo haber sido utilizada por el homicida para acceder al chalé. El elemento estaba a la vista de todos, pero se debió recurrir a una imagen televisiva, casi 6 meses después, para advertilo.
Esto reveló las primeras críticas sobre supuesta negligencia que peritos policiales y judiciales negaron. «Siempre se trabajó así», argumentan. Meses después se lanzaron cursos para capacitar a efectivos de la Unidad Departamental en la preservación del lugar del hecho.
La hipótesis del amante despechado condujo a cientos de testimoniales -algunas en horarios privilegiados para preservar a testigos- mientras se hacían allanamientos a viviendas de obreros que realizan tareas de albañilería en la Villa Golf. Curiosamente, pese a que se investigaban las relaciones privadas no se produjo ninguna acción en viviendas de vecinos del Golf o del entorno de la mujer.
Al trabajo de Di Santo, fueron incorporados los aportes de Fernando Moine y luego de Marcelo Hidalgo, un fiscal de la capital provincial. Moine formó parte del proceso de búsqueda del supuesto amante despechado que derivó en la imputación de Marcelo Magnasco. Hidalgo promovió la investigación de un trabajador como autor del homicidio y fue el primero en hablar de violación. De allí surgió la acusación contra Gastón Zárate.
Lo de Magnasco careció de sustento y derivó en una previsible desvinculación. En el caso de Zárate, aún permanece imputado aunque no hay pruebas de peso en su contra y ya no es investigado. Con el perejilazo que sintetizó el reclamo popular ante la detención del pintor Hidalgo y Moine dejaron la pesquisa. Antes, el gobernador José Manuel de la Sota había decidió aceptar la renuncia del fiscal general Gustavo Vidal Lascano. Luego llegarían las críticas por un estancamiento de la causa y los cambios en la conducción del ministerio de Gobierno y la cúpula policial.
Con el arribo del nuevo fiscal general Darío Vezzaro se decidió definir a Di Santo como único fiscal y «oxigenar» la investigación con un nuevo equipo de trabajo. El objetivo de la Provincia fue distanciarse del resultado de la pesquisa y cargar todo el peso de las actuaciones en el fiscal riocuartense. Una jugada política de dudoso final.
El informe del Ceprocor que determinó el hallazgo del haplotipo Y dio un vuelco en la investigación y llegó la imputación de Facundo Macarrón. Para Di Santo se trata de una prueba «inobjetable» pero evidentemente insuficiente por lo que definió la acusación en grado de sospecha leve.
El fiscal intentó cerrar la difusión de actos procesales y la caída en el interés masivo del caso favoreció su estrategia.
Sin embargo, el temor a la impunidad y el fantasma de otros crímenes que nunca fueron resueltos rodean las oficinas de Tribunales.
«No todos los casos se esclarecen y este puede ser uno de ellos», admiten no pocos abogados penalistas. Di Santo ya cuenta con las testimoniales de familiares y allegados de Facundo, el informe del Ceprocor, la pericia psicológica del Joven y el informe socio ambiental. Falta la autopsia psiquiátrica de Nora Dalmasso y el informe genético del FBI los dos factores que definirían la suerte de la causa. La suma de indicios pueden determinar una prueba, pero hasta ahora, el fiscal considera que solo alcanzan para una sospecha leve. Por eso, aún prenden velas al organismo norteamericano para que revele un patrón genético completo del homicida de Nora.
Otros juzgados y fiscalías intervinieron en el caso: el Juzgado Federal aplicó escasos avances en la demanda contra el Canal América 2 por la difusión del cadáver de Nora y los fiscales Julio Rivero y Walter Guzmán todavía no resolvieron las causas por recepción de dádivas y aprietes en los que están acusados los propios investigadores.
Los riocuartenses aún recuerdan los crímenes de los esposos Leyva y Cardarelli, la desparición de Ale Flores, las dudas en las causas de Lorena Micaela Avila y los primitos Noriega, el homicidio del empresario Zimmerman y otros hechos de fuerte impacto social que nunca fueron resueltos. La sensación de impunidad es cada vez mayor en una sociedad que descree de la Institución en general y de esta investigación en particular. ¿Se hará Justicia?

Commentarios

commentarios

Compartir