El poder y el acoso laboral

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A raíz de un supuesto acoso laboral en una oficina pública de Río Cuarto, me pareció pertinente actualizar el concepto de mobbing o acoso psicológico en el trabajo, ya que supone la más seria amenaza para la salud laboral de los trabajadores en este nuevo siglo XXI. Más allá de las consecuencias que pueden llegar a ocasionar otras dificultades de salud laboral, como la exposición al plomo o a las ondas cancerígenas de ciertas antenas de comunicación u otros, el llamado mobbing, o «acoso psicológico en el trabajo» está, en numerosos países, afectando a nuestra población activa.

En los próximos años, y de no realizarse amplias acciones de difusión, identificación, prevención y, sobre todo, sanción penal y laboral de dichas prácticas, muchas personas ensancharan las ya significativas cifras que la Organización Internacional del Trabajo están mostrando. El mobbing, es un término sueco ya que fue identificado por primera vez por el profesor de ese país Heinz Leymann al principio de la década de los 80. Este tipo de agresividad, continuada y silenciosa, está minando la salud física y psíquica de miles de trabajadores en todo el mundo. Cuando hablamos de mobbing, es necesario especificar y aclarar de qué estamos hablando para evitar la confusión. Quedan claramente excluidos del diagnóstico de mobbing el estrés por tener que trabajar rápidamente, o por la competitividad empresarial existente, o el mantener un conflicto con un compañero o incluso el padecer un jefe exigente o perfeccionista. El Mobbing consiste en el deliberado y sostenido maltrato verbal y gestual que recibe un trabajador, hasta entonces sin problemas, o incluso excelente en su desempeño, por parte de uno o varios compañeros de trabajo (incluido muy frecuentemente su propio jefe), y que buscan con ello desestabilizarlo y minarlo emocionalmente con vistas a deteriorar y hacer disminuir su capacidad laboral y con ello poder eliminarlo así más fácilmente del lugar y del trabajo que ocupa en la organización. Este tipo de violencia psicológica se diferencia nítidamente del acoso sexual y de las agresiones físicas, que tienen otro tipo de manifestaciones y efectos. En muchas ocasiones se intenta rebajar la imagen o reputación profesional o social de la víctima divulgando falsedades interesadas, o inventando rumores a su alrededor. Para hablar de mobbing se requiere que este tipo de acciones de acoso psicológico se mantengan a lo largo del tiempo (por lo menos 6 meses) de manera recurrente y con una frecuencia por lo menos semanal.  Algunos casos de mobbing hacia mujeres se deben a no haber aceptado demandas de tipo sexual por parte de acosadores sexuales. Semejante comportamiento perjudicial por ser continuado y por la angustia de la víctima de no poder escapar de él, por no poder o no deber abandonar su trabajo, termina deteriorando a la víctima que se suma en un estado de confusión. De manera gradual, el hostigamiento psicológico va erosionando y minando la autoestima y la confianza en si mismo del trabajador afectado que,  debido a los sucesivos ataques a su desempeño, a su reputación personal y profesional va quedando golpeado psicológicamente: apareciendo los síntomas: insomnio, depresión, ataques de pánico, cefaleas, hipervigilancia, trastornos de ansiedad, estrés postraumático así como todo tipo de trastornos funcionales y somatizaciones, que se desarrollan como los típicos efectos que presentan las víctimas de estas agresiones en el entorno laboral. Una forma típica de pensar en las personas que no conocen a fondo el problema del Mobbing o acoso psicológico en el trabajo ni lo han presenciado jamás en su entorno laboral, es la tendencia a pensar de manera errónea que este problema les sucede habitualmente a los trabajadores mediocres, a los incumplidores, a los que fallan en el cumplimiento en sus obligaciones laborales, o a los que «meten la pata» De este modo, imputan la culpabilidad a aquellos que soportan el mobbing pensando que «algo habrán hecho». Este tipo de error de atributo, ampliamente conocido en Psicología, consiste en asignar la responsabilidad sobre las víctimas. Suele ser habitual, tanto que hasta la misma pareja o cónyuge de la víctima puede incidir en él. Con ello rematan en el hogar «la faena» que los hostigadores laborales inician en el trabajo. De manera sorprendente, los expertos internacionales en este tema coinciden en señalar que el Mobbing afecta a trabajadores brillantes, a aquellos mejor valorados, a los más creativos, a los más cumplidores; en definitiva a los mejores de entre los recursos humanos de toda organización, y también a aquellos que se han negado a participar en acciones ilícitas o anti-éticas que puedan perjudicar a la organización o a los clientes. La lucha contra el Mobbing está a la vista y es necesario recordar, como en tantas batallas por humanizar nuestro mundo, tal y como señaló la presidenta de las madres de Mayo «la única batalla que se pierde es aquella que se abandona».
LIC ELENA FARAH

 

 

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