Eduardo Angellini

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«No se trata ya tan solo de la frescura de alguien que consigue plasmar un momento de intensa alegría, sino además de una mirada con perspectiva, que descubre los repliegues de la belleza aparente…»

Por  Ricardo Sánchez

Biografía

Eduardo Angelini nació en Río Cuarto, provincia de Córdoba, Argentina, y en esa ciudad desarrollo su pasión por el dibujo y la pintura.
Esa pasión, perfilada ya desde pequeño, devino en una experiencia estudiantil con la realización de trabajos en dibujo utilizando tintas y esmalte sintético.
Esa experiencia de “creación” de sus propios colores se prolongará luego, siendo ya pintor, en la definición de su estilo y su imagen. ,
Con ese bagaje se acercó en su juventud al Taller de Artistas Argentinos en el que enseñaban reconocidos pintores de la ciudad.
Entonces tomó contacto con Héctor Otegui, Carlos Márquez, Héctor Dragani, Lauro Cobos y otros que contribuyeron a depurar su técnica en óleo.
También absorbió mensajes y aportes de otros artistas que conoció en esa época como Bianco Búfalli, Renzo Cremona, Terzo Vinci, y Ángel Vieyra.
Después de participar en muchos certámenes como aficionado, la obtención del Salón Nacional de Pintura, Bicentenario de la ciudad de Río Cuarto y de un Concurso Nacional de Manchas en Villa Gral. Belgrano, lo transformaron en profesional.
Su viaje a Italia en 1989, y la continuidad de su actividad pictórica en la ciudad de Bra, en la Provincia de Cuneo, región de Piemonte supuso una intensa experiencia como pintor de la naturaleza y el mundo urbano.
“El encuentro con la tierra de los ancestros, con sus viejas montañas y sus paisajes llenos de historia me despertaron una necesidad convulsiva de pintar y generó un contacto muy grande con los artistas del lugar”.
Allí se relacionó con pintores como Luchetta Donfrancesco (Italia), Alain Vissault (Francia, en cuya galería de arte, expuso algunas de sus obras) y Roberto Andreoli (acuarelista italiano) fue un paso adelante en su técnica.
Ya como profesional y de regreso a Río Cuarto, su obra mostró una personalidad que ahora resulta fácilmente reconocible, afianzada en los triunfos logrados en concursos a nivel local, provincial e interprovincial.
Con presentaciones y premios ganados en San Luis y en Mar del Plata donde logró destacarse en varios encuentros de pintores marinistas, se ha trasformado en uno de los principales referentes de la acuarela en la ciudad y la provincia. 

La obra

La temática y la técnica está muy claramente definida hoy, en su madurez, en la obra de Eduardo Angelini: el paisaje es su principal fuente de referencia y la acuarela el elemento que utiliza para expresare. 
Sin embargo, según sus propias palabras, tuvo un comienzo “muy ligado al surrealismo” pero sus  estudios técnicos en el área de la construcción, lo llevó a “aplicar la perspectiva con una serie de paisajes urbanos, trabajando con óleo”.
Más tarde: “distintas salidas grupales para trabajar al aire libre, motivadas por concursos de manchas o por el simple e inigualable placer de pintar, me permitieron observar el tratamiento de la acuarela de amigos como Marcelo Babini y Oscar Robledo”.
Esas nuevas fuentes de contacto con el material lo decidieron a comenzar con esa  técnica en una práctica- aprendizaje, que según mi parecer se mantiene hasta ahora mismo, cuando ya llevo muchas exposiciones realizadas”.
La acuarela lo emparentó también con el paisaje rural como tema: “enfrentar la grandiosidad de la naturaleza, impulsó mi deseo de captarla y plasmarla en un papel, y me obligó a un trabajo de aprendizaje”.
Ese aprendizaje incluye la profundización de un camino que esquiva el viejo preconcepto de la inmutabilidad de la pincelada del acuarelista y le permite trabajar con nuevos materiales y hacer más hondo su universo de expresión.
En la evolución de su obra es notable la densidad que ha ido ganando, en lo que va desde la pincelada tímida de sus primeras épocas hasta la firmeza sugerente que se observa en las que presentó en su última exposición realizada a comienzos de 2007.
Es como si se hubiese operado un viraje desde el pintor “espontaneísta” de facilidad natural a un creador más sustantivo que sabe aprovechar esa soltura para pintar en directo de frente al paisaje.
No se trata ya tan solo de la frescura de alguien que consigue plasmar un momento de intensa alegría, sino además de una mirada con perspectiva, que descubre los repliegues de la belleza aparente.

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