Crimen de Nora Dalmasso – La citación del ex jefe de Homicidios revela la peor etapa en la investigación del homicidio

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Recepción de dádivas, aprietes, imputaciones con pruebas endebles, un detenido que recuperó la libertad en menos de 24 horas, coexistencia de hipótesis de amantes y violaciones, renuncias de funcionarios, policías y fiscales,  solicitud de jurys de enjuiciamiento y la verdad demasiado lejos. Rafael Sosa fue pilar fundamental de la etapa más crítica de la pesquisa.

Por Pablo Callejón – De implecables trajes oscuros, con sobretodo y parcas corbatas, miradas recelosas y evidente malhumor, el ex jefe de Homicidios Rafael Sosa y su más estrecho colaborador, Diego Osorio, ingresaron esta mañana al Palacio de Tribunales para declarar como imputados en la causa por recepción de dádivas. También lo hicieron, aunque con marcado bajo perfil, los agentes Antonio Maldonado y Ariel Calderón.
Fue la efigie que sintetizó la peor etapa de la investigación por el crimen de Nora Dalmasso, ocurrido el pasado 25 de noviembre en la Villa Golf.
Recepción de dádivas, aprietes, imputaciones con pruebas endebles, un detenido que recuperó la libertad en menos de 24 horas, coexistencia de hipótesis de amantes y violaciones, renuncias de funcionarios, policías y fiscales,  solicitud de jurys de enjuiciamiento… Un cóctel de torpezas e irregularidades que alejó cada vez más a la causa de la verdad sobre el homicidio de Nora.
Sosa y sus colaboradores fueron pilares fundamentales de los primeros meses de la pesquisa. En ellos se sustentó una investigación que rápidamente dilapidó credibilidad y esfuerzos.
La ausencia en la ciudad del único amante que le fue conocido a Nora Dalmasso y que se encontraba con el viudo, Marcelo Macarrón, en Punta del Este, derivó en una búsqueda encarnizada de asesinos despechados.
Rumores, filtraciones y extrañas apariciones de bizarros personajes que protagonizaban durante horas la secuencia mediática del hecho, provocaron el primer cambio en el proceso.
El entonces fiscal General Gustavo Vidal Lascano decidió sumar al fiscal Marcelo Hidalgo al trabajo de Javier Di Santo y Fernando Moine. De rompe y raje, Hidalgo habló de violación y todo comenzó a apuntar a un trabajador con exaltación sexual, capaz de matar y ocultarse como si nada hubiera pasado.
Surgió entonces la figura del pintor Gastón Zárate quien en su primera declaración ante una maraña de micrófonos de todo el país se declaró inocente y culpó por aprietes a Sosa y Osorio. La cara aniñada de Zárate conmocionó a los riocuartenses que tras la detención provocaron la marcha más multitudinaria de la que se tenga recuerdo, solo comparable con el pedido de justicia por el asesinato del estudiante universitario Pablo González, ocurrido en 1995.
A la denuncia de Zárate se sumó la del supuesto testigo clave, Carlos Curiotti (un joven de coeficiente intelectual al borde del retraso y permeable a las presiones) quien volvió a apuntar a los investigadores por supuesto coacción en la testimonial donde acusaba a su compañero de trabajo y amigo.
Con Zárate en libertad, el gobernador José Manuel De la Sota aseguró que él tampoco les creía a los fiscales y luego se sometió a un silencio de iglesia. Se produjo entonces, un temblor de contundentes consecuencias en contra del accionar judicial y de la Provincia.
En cuestión de días renunció el fiscal Vidal Lascano, se esfumó Hidalgo y dejaron sus cargos el ministro de Seguridad Sergio Busso y toda la cúpula policial. Además, se inició un pedido de jury de enjuiciamiento contra el fiscal Di Santo que nunca prosperó.

No se fueron

Sosa y su gente, sin embargo, continuaron en funciones pese a que quedaron en el centro de las sospechas por la denuncia por aprietes que se convirtió en causa judicial.
El mayor golpe a quienes fueron presentados como avezados investigadores con alto grado de resolución de causas complejas, surgió cuando el conserje del Hotel Opera, donde se hospedaban, aseguró en una cámara oculta que nunca pagaron sus gastos porque el ex vocero de Marcelo Macarrón, el doctor Daniel Lacase, se había hecho cargo.
El abogado de Zárate, Enrique Zabala, denunció el hecho al advertir que quienes impulsaban la detención del pintor habrían pagado los viáticos de quienes debían decidir la suerte de su defendido.
Con la causa en marcha, el comisario Sosa y sus agentes debieron abandonar la búsqueda del asesino de Nora. Primero en licencia y luego como docente, el ex jefe de Homicidios siguió vinculado a la Fuerza.
La imputación puso contra las cuerdas sus argumentos sobre porqué pagaron los viáticos después de que comenzaron a investigarlos y la primera etapa de la pesquisa por el crimen de mayor conmoción en la historia penal de la ciudad, la más endeble y cuestionada, se cerraba con la aparición de un patrón genético que provocó un brusco cambio.

Tensa calma

Tras la partida de Sosa, la causa, con nuevos investigadores y solo un fiscal, tomó por algunos días una sensación de tensa calma, hasta que se reveló “en off the record” que estaban investigando a Facundo Macarrón, el hijo de Nora.
El análisis de ADN a 23 personas ante una posible contaminación de la escena del crimen reveló que la sangre de Félix, suegro de Nora, coincidía con el haplotipo masculino hallado en las sábanas, la bata y en la vagina de la víctima. Una contraprueba cerró aún más el círculo sobre Facundo y su abuelo.
La investigación por primera vez se acercó a una resolución que semanas antes resultaba impensable. Aunque desde la fiscalía General hubieran preferido una detención y una imputación que excediera la sospecha leve, e incluso aventuren con una rápida elevación a juicio del caso, más allá del informe de ADN que enviará el FBI, Di Santo asumió una marcada cautela.
Muchos se preguntan, de todos modos, que sucederá si la agencia de investigación norteamericana no descubre un nuevo patrón genético al momento en que Di Santo resuelva la situación procesal definitiva de Facundo Macarrón.

Inconcluso

Lo sucedido durante los primeros meses de la investigación es un caso aún inconcluso que afecta a la Justicia y la Policía en pleno. La causa por aprietes sigue en proceso de investigación y la acusación por recepción de dádivas parece cada vez más firme.
El contexto de filtraciones, los rumores, las sospechas infundadas, los métodos de interrogatorio, el accionar según la condición social del afectado y las imputaciones, podrían derivar en una nueva catarata de acciones judiciales que comenzó con la denuncia contra América 2 por la aparición de fotos del cadáver de Nora, y podría continuar con pedidos de resarcimiento económicos por parte de Rafael Magnasco y Gastón Zárate, los dos primeros imputados.
Sosa y sus colaboradores se fueron al mediodía del Palacio de Tribunales en silencio, ofuscados por la presión periodística y con miradas despectivas hacia quienes buscaban una respuesta. Ellos, que debían investigar a los autores del homicidio de Nora, ahora podrían enfrentar la sentencia acusadora en un banquillo. Paradojas de un proceso lastimosamente imborrable.

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