¿Cómo orientarse y orientar a la generación que viene?

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Coincidiendo con el gran psicoanalista francés Eric Laurent, cuando relata “que elabora lo que dice de manera tal que pueda incidir en la civilización”, yo no pretendo tal  incidencia, pero sí en cuanto intentar concientizar a mi ciudad y región de la complejidad del modo de vivir hoy, abandonando el pensar simple y lineal, considerado ya obsoleto, y estar preparado para los grandes desafíos que traerán los irremediables cambios generacionales futuros.

 

Por lo tanto, y armonizando con su pensamiento, se puede comenzar reflexionando  el fin de una cierta forma tradicional de familia, donde hay desplazamiento de la autoridad debido a la igualdad de los derechos de sus miembros. Con solo nombrar a la procreación, alejada del acto sexual en algunos casos (fertilización in vitro), asistimos a como se están transformando los vínculos familiares cotidianos. Ahora hay pluralización completa y existe “familia” porque es una institución que permite bienes, derechos y la articulación entre generaciones. Pero tenemos que tener en claro, que antes decíamos que teníamos familia o no teníamos nada, y actualmente también se puede llamar familia a la monoparental, o la pareja del mismo sexo, o a tutores que se ocupan de los niños. Las discusiones son entonces, si esas nuevas instituciones se pueden seguir llamando familias. Muchos la rechazan, otros la aceptan y hay otros que prefieren mantener la definición de familia como un ideal determinado. Lo que podemos afirmar, es que hay parejas sin hijos, pero que nadie quiere tener hijos sin padres. Los gay y lesbianas realizan las luchas jurídicas para  utilizar los nombres de la familia. O lo que ocurre con los hijos de fertilización asistida con padre anónimo, donde fuera del contexto el niño confronta con discursos como ¿Dónde está tu padre? Y cuya respuesta del niño es: “yo no tengo padre”.  Y esto es imposible. Nosotros los especialistas en Salud Mental debemos orientar a crear un espacio plausible de incorporar en el discurso habitual la díada madre-padre. Y no solo los especialistas en salud, sino también los docentes juegan un papel esencial en estos nuevos desafíos de crianzas de los niños. Cada vez más se reduce el peso de esa crianza en la institución escolar, que recoge a los niños y trata de ordenarlos a partir del saber.            Una dificultad para los chicos de hoy, y lo vemos en la enorme cantidad de niños diagnosticados con Desorden con Déficit de Atención o/y Hiperactividad (DDAH), es la de no poder quedarse sentados horas en un pupitre escolar, lo que no sucedía en otras épocas. Se dice que los chicos no soportan las prohibiciones, no toleran las reglas, no pueden renunciar a este goce de cuerpo a cuerpo, de las peleas, la agresión física, etc. Todo este sufrimiento funda la idea de una patología de la infancia y la adolescencia. Lo que ocurre que la universalización de la educación (poner a todos los niños en los mismos espacios y con iguales derechos), hizo que en el mismo dispositivo estuvieran patologías que antes no estaban. Y cuando en el hogar el único ritual es la televisión, comer delante de ella, hablar sobre ella o quedarse en silencio frente al aparato, esto permite articular poco esta posición del padre entre prohibición y autorización. La escuela es precisamente la que articula, entonces, esta función: los maestros aparecen como representantes de los ideales y esto agudiza la oposición entre niño y el dispositivo escolar, transformando las patologías, que no pueden reducirse estrictamente a algo biológico ni a algo cultural, sino al adicionamiento de ambos.                                                                                                      El tema esencial sería ¿Cómo orientarse y orientar a la generación que viene?. Algunos escritores explícitamente pensaron en elaborar con su obra, una manera de proteger al niño de la tentación del nihilismo(negar todo) y orientarlo en la cultura y en las dificultades de la civilización, presentando figuras en las cuales el deseo pudiera articularse en un relato, como por ejemplo Tolkien, con “El señor de los anillos”, donde hace una tentativa de proponer a los chicos, a los jóvenes, una versión de la religión, un discurso sobre el bien y el mal, una articulación sobre el goce, los cuerpos, las transformaciones del cuerpo, todos esos misterios del sexo, del mal, que atraviesa un niño. De igual modo, C. S. Lewis, hizo con las “Crónicas de Narnia” una versión de la mitología cristiana sobre el abordaje de los temas del bien y del mal, de la paternidad, de la sexualidad. “Harry Pot¬ter”, articula la diferencia entre el mundo de los humanos y el mundo ideal de los brujos, poblado de amenazas, donde el bien y el mal se presentan como versiones del discurso. En el “Laberinto del fauno”nos muestra las fantasías de la niñez como salida de las inexplicables conductas horrorosamente violentas de ciertos seres humanos.                                                                          La intención de estos y otros pensadores, es exponer herramientas para intentar salvar a las futuras generaciones del nihilismo, del alerta de la tendencia a pensar que no ya hay nada que valga la pena como discurso. Cuando nada vale como discurso, aparece la violencia.  La idea de los psicoterapeutas en su experiencia clínica, es que saben que cuando la ley se presenta sólo como prohibición feroz, provoca un empuje a la autodestrucción, o a la destrucción del otro que viene sólo a prohibir. Hay que capacitar a los sujetos para respetarse a sí mismos, no sólo a pensarse como los que tienen que padecer la privación. Esto implica no abandonarlos, hablarles más allá de la prohibición, dialogar con estos jóvenes que tienen dificultades, para que puedan soportar una ley que prohíbe, pero que también autoriza otras cosas.
DR EDUARDO MEDINA BISIACH

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