Con el fundamento de protección a los productores transandinos, la Comisión Nacional de Distorsiones chilena, impuso un arancel del 31,1% a la importación de harinas argentinas, en la postura que son una competencia desleal a los productores chilenos.
Desde Argentina, la Federación de la Industria Molinera (FAIM) explicó que la venta al país vecino representa sólo el 0,4% del mercado, por lo que rechazó todos los argumento chilenos a la imposición de este arancel, y adelantó que la acción siguiente es presentar una apelación por parte del Gobierno argentino ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) acentuando que “el ingreso de harina local a Chile nunca fue significante”.
El Presidente de la FAIM, Alberto España, dijo: “Estos trámites son engorrosos y muy extensos. Lo que ganan los chilenos es tiempo y, mientras tanto, es un mercado perdido para la harina argentina”.
Los lácteos y las harinas son un blanco perfecto para los chilenos donde se expanden en medidas para dificultar el ingreso de estos productos a su mercado, con el argumento de que el modelo argentino y los buenos precios internacionales benefician a los productores argentinos, en detrimento de los chilenos.
Según Rojas, funcionario de la administración chilena, “se trata de una corrección justa, una defensa comercial que equilibra las condiciones entre la producción nacional y la extrajera” y, además explicó que esta barrera va a posibilitar que se aumente la superficie de cultivo de trigo chileno.
Lic. Marta Cenci
MIEMBRO DE FUNDACIÓN EGE
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26/04/07