La información como elemento de reflexión

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La necesidad de tener información para no caer en falsos prejuicios o estereotipos es la propuesta del médico siquiatra Medina Bisiach.

Cuando una asistente a uno de los cursos que dicto en la región, afirmó que el problema actual de sus hijos eran los videojuegos y el mal que les hacía a quienes jugaban; me exigió a una pregunta inmediata ¿Usted estuvo alguna vez junto con su hijo frente un videojuego y se interiorizó en que consistía? Por supuesto la respuesta fue negativa. Se dilató aún más el silencio cuando le pregunté en que consistía el mal que le ocasionaba. Esta anécdota viene a corolario de la costumbre de sentenciar una acción sin previa información fehaciente. Mejor dicho, tenemos información de fuentes indirectas, a través de intermediarios que creemos creíbles, pero negamos que  vienen impregnadas con la subjetividad de quien las provee. Como comprenderán los padres o docentes lectores, muchos caminos de acceso a la información de nuestros jóvenes y niños están contaminadas antes de que llegue al receptor. En principio diremos que información es una serie de datos ordenados que luego al ser procesados dan lugar al conocimiento y que incorporados constituyen el aprendizaje.
El derecho a la información es de todos, de adultos y jóvenes, como recurso para reafirmar los caminos que emprendemos y comunicar los ajustes necesarios antes de la toma de decisiones que afectan nuestras vidas cotidianas. Además promueve los cambios y adecua las distintas situaciones inéditas que se nos presentan a diario. Es la antesala de la reflexión en acción y sobre esa acción, tan necesaria ante la multiplicidad de opciones y la vertiginosidad de cambios. Con la información descontaminada se evitarían numerosos sinsabores, al beneficiarse nuestros jóvenes con un inequívoco y claro conocimiento; de esa forma podríamos exigir un desempeño acorde en todos los ámbitos donde desarrollan sus actividades.
Necesitamos padres y docentes activos que la jerarquicen en forma fehaciente, como un deber para ellos y  un derecho para los jóvenes, hay que hacer de ella un uso responsable. Hay que considerarla una herramienta importante al proveer los elementos necesarios para un desarrollo armónico del autoconocimiento y autoestima, además de proporcionar datos ordenados y fidedignos para elaborar un proyecto de vida y, sobre todo, mayores componentes para establecer un diálogo maduro y perseverante. Es un indicador para comenzar a elaborar el sentido de sus existencias para elevar la condición humana.
Si no la valoramos primero en el ámbito privado de nuestra vida ¿cómo vamos a exigir a nuestros gobernantes una democratización de la información pública?
Una información pública irrefutable es un derecho de todos, pero como todo derecho hay que defenderlo con fundamentos sólidos que se logran con un poder de crítica cimentado desde la niñez, en la familia y en la escuela primariamente, para después afianzarlo en todas las actividades futuras y eventuales que se les van a presentar a las nuevas generaciones.
Ahora sí, quizás esa asistente, madre-docente, pueda tener una respuesta del porqué se necesita un despertar del letargo de la comodidad, al privilegiar pasivamente información contaminada por evitar el fastidio de tener que ir a buscarla activamente a fuentes directas.

Dr. Eduardo O. Medina Bisiach                       
eomedinab@hotmail.com
DNI 7.976.139
Psiquiatra Universitario (UBA) Matrícula Especialista Nº 11375
Master Internacional en Adicciones (USAL y Deusto- España)

17//07/06

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