Hemiplejía moral

0
Compartir

En este fin de semana donde el paisaje riocuartense nos trajo, según los sabios, la bendición de la lluvia. Esta circunstancia produjo en mi la necesidad de escribir observaciones a través del lenguaje, a veces un poco escaso tanto para transmitir las emociones positivas y optimistas, como para describir lo que se ha instalado como habitual en nuestro país, el desánimo, la queja, la falta de proyectos y de utopías, tan necesarias en estos lapsos históricos de transición. Vayan aquí algunos ejemplos contrastantes.

Por un lado el producto total de una comunidad que en apariencia tiene claro sus horizontes, me refiero a la inauguración del Instituto secundario Juan B. Alberdi, en San Basilio. La participación de toda la ciudadanía apostó a lo único que nos sacará de la “barbarie social” en que vivimos. Apostaron a la construcción material y filosófica de una educación cada vez mayor en calidad, en logística y en recursos humanos.
Evidentemente esta comunidad tiene claro sus objetivos, sin necesidad de divulgarlos ampulosamente por todos los medios de difusión.
Hubo un consenso, de autoridades, padres y gobierno, para llegar a cumplir este objetivo. No hubo protagonismos narcisistas ni snobistas, solo se desprendió de la inauguración un discurso en común: la meta es ofrecer el máximo de calidad educativa en un espacio apropiado, con los insumos básicos, que cualquier colegio de gestión estatal debe y puede reclamar.
En las antípodas de este emocionante y positivo evento, donde el axioma está en el querer, en la decisión y en la convicción que hacen de esto un efecto rebote multiplicador y más que positivo, nos encontramos con la triste y lamentable historia de un hospital, el Hospital Escuela de Clínicas de Buenos Aires, que fue modelo en toda Latinoamérica y Europa, donde surgieron grandes investigadores que se preocuparon de hacer ciencia a conciencia: los Leloir, los Houssey, los Milstein, etc., se encuentra hoy colapsado por una apatía social, que creo instalada, al incorporar como natural el deterioro y la indiferencia de quienes manejan al hospital, y una “multitud” de pacientes como espectadores silenciosos que acompañaron durante largo tiempo para que llegue este producto final de la desidia, sin poner en práctica el derecho de una salud digna. Son incapaces de entender que hay misiones particulares y especiales mensajes, de lo que solo ellos percibían al ser los protagonistas, y por lo tanto no comprendiendo el significado y significancia del mal uso de sus derechos y a la omisión control de las obligaciones de quienes dirigen.
No encuentro explicación a ese “no me importa”, actitud adolescente y terca de nuestra sociedad, que espera que llueva “maná del cielo”, y no comenzar a defender con sabiduría e inteligencia a un hospital que tuvo un prestigio internacional. Pareciera que hubo de ser necesario que intervenga una investigación periodística, para descubrir hoy las grietas que están socavando las instituciones de nuestro país Me sitúo a pensar la inmensa población de pacientes diarios que circularon indiferentes por los pasillos y salas del hospital, como resignados a esa aceptación atemporal, sin tener conciencia que estaban poniendo en juego su propia supervivencia.
Como dice Valiente Noailles: “no hace falta mas leyes y reglas de convivencia, son mas que suficientes las que tenemos, ya que la carencia es que no alcanzan a tener pleno ejercicio de las mismas”. Percibo una “hemiplejía moral”, sin lugar a dudas acuerdo con las expresiones sabias de nuestro filósofo, pero también acuerdo con su postura cuando expresa: “hacen falta mas derechos o salvar la distancia entre ellos y su ejercicio”.
En resumen, la carencia que descubro es en el área de cumplir las obligaciones y en el espacio para ejercitar los derechos. O sea que existen derechos y deberes hasta cierto punto, como una capacidad instalada que no se utiliza,  no se pone en movimiento, n o se activa. Queda una duda y un interrogante, si frente a los hechos descriptos ¿nos interesa forjar nuestro destino con la parte llena o con la parte vacía?.
Sigo a Ortega y Gasset “los hombres de cabezas toscas no logran construir un pensamiento o una idea tan acrobática en la que es preciso  brincar sin descanso, son cabezas pesadas por existir bajo las tiranías de la ignorancia y la masa”

Lic Elena Farah
Lic en gestión educativa
29/11/06

Commentarios

commentarios

Compartir