En educación lo transversal es la realidad

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Otro enfoque  de la educación y su vínculo con la realidad en este artículo de nuestra blogger invitada la especialista Lic Elena Farah.

Se supone que en las Instituciones Educativas, en la actualidad, se recibe conocimiento (alumno) y se transmite conocimiento (docencia); si bien esta hipótesis se pudiera comprobar, la articulación consciente de estas dos funciones carece de fundamentos explicativos sino tiene articulación alguna con una realidad globalizada.  En realidad, por omisión o por comisión, no está muy claro cuanto de conocimiento se crea, si pensamos que tenemos en el país millares de instituciones educativas, seríamos una potencia primer mundista si esto fuera así. La realidad como lugar presencial, probativo e histórico, debe ser siempre un dato crucial para la educación y para cualquier política educativa. Entiendo la actividad educativa como la trasmisión de conocimientos  que se pragmatizan en el aula como un accidente histórico, porque la realidad nos dice que el conocimiento pertenece a la comunidad, al común de la gente.  Pero esos conocimientos son transmitidos como visiones fragmentadas de la realidad; en educación cuando se habla de transversalidad, se está  diciendo que es simbólicamente “una realidad” que como no se puede fragmentar, atraviesa toda la currícula. Como es imposible fragmentar ciertas verdades establecidas por estar compuesta por un todo de lo que hay de realidad, entonces para continuar consonante con la idea madre de visión parcializada de la realidad, se decide crear un todo realidad: el “eje transversal” como “motor retroalimentador”, cuyo fin es mantener en continuo la distorsión educativa, a través de un mar de disciplinas desconectadas entre sí y que representan solo una parcial realidad. Porque la  función de las asignaturas o disciplinas,  están dirigidas más a facilitar la organización de las instituciones educativas, además de ser facilitadoras para la ejecución de  políticas educativas. Brilla por su ausencia la matriz  pedagógica. O mejor dicho fue pensado más en el educador y en el político que en el educando. Éste lo que recibe es el desmenuzamiento de la realidad en un tropel de materias o disciplinas que solo sirven, a fines acumulativos, para sumar un conjunto desmembrado de horas cátedras al educador. Edgar Morin considera que el conocimiento sólo es pertinente cuando se es capaz de contextualizar su información de globalizarla y situarla en su conjunto “nuestro sistema de pensamiento que impregna la enseñanza desde la escuela primaria a la universidad, es un sistema parcelario de la realidad y hace que las mentes sean incapaces de relacionar los distintos saberes clasificados en disciplinas. Debemos tener conciencia que la hiperespecialización de los conocimientos, conduce a extrapolar un solo aspecto de la realidad”. Propone afrontar la complejidad con instrumentos que permitan relacionar los distintos saberes que están a nuestra disposición. Esta reforma del pensamiento que necesita una reforma de la educación no está en marcha. Lo interesante de este preámbulo es que podemos descubrir tres ámbitos interactivamente relacionados: realidad, educando y educador. Ellos son signos o símbolos de la historia que se nos presenta como un referente educativo para nuestro hoy. La educación debe inquirir racionalmente en la realidad, pero en la realidad politizada. Tenemos que invitar a reflexionar a los políticos y educadores sobre el acercamiento a la realidad, es decir, ejercitar o fatigar la epistemología, en donde podamos definir cómo abordar la realidad. No se puede ver la realidad como un todo claro en una educación fragmentada, solo son “un como sí” de integración a las partes (disciplinas) por medio de transversalidades. Son seudointentos de recomponer la realidad. Idéntica situación sería la imagen distorsionada que nos devuelve un espejo roto en pedazos cuando nos empecinamos en reintegrar sus fragmentos. ¿No hubiera sido mejor buscar, para contemplarnos, un espejo indemne? Seguro nos devolvería una imagen nítida y real de nuestra fisonomía corporal. ¿No sería mejor una enseñanza pensando en el educando, teniendo la base en los “ejes transversales” como un todo que serían los ejes de la realidad, acentuando el educador la temática de la disciplina correspondiente a su asignatura, que serían las partes?. Esto permitiría al educando relacionar otros distintos saberes. La integración del conocimiento en la realidad.   Desde los más complejos sistema de posibilidades -o de poder posibilitador de la realidad- se ha pretendido llegar a una verdad sobre la realidad misma desde diversas perspectivas. Quizás la tarea más fascinante de la persona humana es llegar a poseer un corpus sistemático cognitivo que nos permita sustentar una forma de vida coherente. Pero entonces comencemos que nuestra condición humana de conocer lo que hay, sea guiada desde una perspectiva de un todo. La realidad debe ser una primera tarea indelegable del político y del educador: permitirse espacios de asombro, y no caer en rutinas de la actual realidad educativa. Somos ingenuos, no dudamos, más bien criticamos. Esto nos paraliza, nos bloquea nuestra inmensa capacidad creativa. Platón entrevió que la raíz del conocer está en la insuficiencia de dotes del hombre, que está en el hecho terrible de que el hombre no sabe. Ni Dios y la bestia tienen esa condición, según Ortega y Gasset, Dios porque sabe todo, por eso no conoce. La bestia no sabe nada y tampoco conoce. Muchos creen saberlo todo, no se actualizan, es un síndrome común en la educación y en la política; los prejuicios y antecedentes teóricos no permiten evolucionar; es vital distanciarse de lo que creemos saber, sin lugar a dudas, la distancia permite espacios para aprehender algo nuevo. En concordancia con O. Piccardo, educador centroamericano, “el carácter metafísico de la realidad exige al político y al educador ciertas visiones totales y últimas de la realidad; la concepción parcial tiene como efecto visiones fragmentadas, y por analogía desarticuladas”. Tanto el político como el educador deben superar los reduccionismos funcionalistas y hedónicos, los pseudovalores de una sociedad semisecularizada, consumista y pragmática, la visión parcializada en la educación de la realidad. Debe ser un dato de alerta para la axiología política y educativa, que supone buscar el «más» que hay en las apariencias de la realidad, utilizando los instrumentos que eviten un “como si” de esas apariencias. No contentarnos con lo que miramos y escuchamos, sino buscar conocer la esencia, la verdad real. La voluntad de verdad real de los educadores y políticos debe revalorizarse en nuestra sociedad; en los políticos ya nadie les tiene confianza porque han sobrevalorado las ideologías y los intereses sobre la realidad misma, y en los educadores porque se ha proletarizado la tarea docente quitándole rango y jerarquía. Hoy educadores y políticos deben recuperar su locus socialis, y esto se podrá lograr en la medida que ambos aborden la realidad, y puedan desde ella decir una palabra válida para la historia.
 Lic. Elena M. T. Farah
elenafarah78@hotmail.com
DNI 6.396.189
Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)
Registro Minist. Educación de la Nación Nº 2184 

05/05/06              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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