Construyendo la salud de la institución educativa

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La actitud preventiva en educación es básica para lograr la salud educativa de la institución. El análisis de la Lic Elena Farah.

Tenemos que tener en claro, que en realidad, el grado de “salud institucional” no está dado por la ausencia de los conflictos, sino por la forma como los reconoce, los afronta y puede solucionarlos. Pero, la normativa institucional, planteada en el ideario educativo, no los resuelve; sino que premia, castiga, prescribe y proscribe.
Con respecto a la realidad contemporánea de las escuelas argentinas, se define desde la política educativa, ya que si bien es un sistema que se supone democrático, posee rasgos de índole verticalista y autoritarios. “La actual estructura educativa argentina es, en muchos aspectos, el peso muerto, el remanente de un esquema escolar planeado para una economía de país dependiente. En cierto sentido, la estructura educativa es más para la sumisión que para la liberación; pues nuestra educación, en su sentido más amplio, forma dependientes, individuos sometidos a un mercado de puestos dentro de los límites de país exportador de materias primas y receptor de productos manufacturados, en un marco de división internacional del trabajo. Para ese esquema económico era obvio que la educación solamente deba formar intermediarios o burócratas”. Por lo tanto, la división escolar en tres ciclos es rígida, pues se pretende una rígida división de clases. La escolaridad primaria tuvo un sentido en sí mismo, con el enfoque y la validez propios del siglo XIX. Por la permanencia de las estructuras y la falta de una política educativa permanece básicamente igual, junto a injertos y modificaciones que se le introducen, apareciendo nuevos fines que quizás entran en conflicto con otros, o quedan aislados dentro del sistema. Hoy, su fin debe ser redefinido. Es la tendencia de todos los humanos, los educadores no son la excepción de ir fragmentando el conocimiento, para luego emparcharlo con parches parciales. “No es igual mirarse uno mismo en un espejo reconstituido que la imagen nítida que refleja un espejo indemne”(Medina Bisiach)
El objetivo de la educación no es sólo el de enseñar a manejar las letras del abecedario a los chicos para que puedan leer los diarios; lo que realmente se necesita es que se prepare a los individuos en la aptitud para las exigencias y dificultades de los trabajos de la vida. La mera capacidad de leer y escribir, primaria y primitivamente realizada, no es el gran sostén de la civilización cuando no está vigorizada por finalidades aplicables a las necesidades, cuando no se produce la incorporación a la entidad humana del capital inmaterial, de una aptitud para vivir mejor, para desenvolverse y trabajar.
Todas las instituciones educativas han surgido en el mundo con finalidades previsoras y prácticas. La educación debe ser una preparación para la vida, debe dar la aptitud para vivir bien, para vivir con dignidad.
Voy a recrear al sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), ya que plantea diferencias entre Alemania y Estados Unidos, al definir los distintos conceptos de docencia desde la reminiscencia religiosa donde el término de ésta idea es en Alemania una misión impuesta por Dios y el trabajo como un sentido sagrado; en contraposición con el sistema burocrático de los Estados Unidos donde el saber científico rentado, lo que convierte al científico o profesor en un proletario más. Partiendo de una comparación entre el saber civilizado y el salvaje, llega a la conclusión de que la intelectualización y la racionalización crecientes, no significan un creciente conocimiento general de las condiciones bajo las cuales se vive. Expone aquí el concepto de la racionalización diciendo que “significa un cambio, algo diferente. El saber o el creer que si se quiere se puede, que no hay en principio fuerza misteriosa o imprevisible que interfiera, que antes bien todas las cosas pueden ser dominadas por el cálculo”. Esta posición racionalista, éste convencimiento racional actúa como desencantador del mundo, nunca más se podrá pensar en recursos mágicos, aún logra desplazar la religión al ámbito de lo mágico sino que habrá que recurrir a cálculos y recursos técnicos, significación esencial de la intelectualización.
Existe una promesa utópica de la modernidad, que es el progreso. El sujeto autónomo, recortado de la totalidad, recibe la promesa de la liberación por medio del saber. Todas las ilusiones que verán en ella el camino al ser verdadero, al arte verdadero, a la naturaleza verdadera, al Dios verdadero, han fracasado, pues no tienen sentido. Le queda entonces la opción del sentido de la ciencia como profesión, donde deberá poner la pasión necesaria para la vida, muestra aquí su posición vitalista, para totalizar su propia experiencia y encerrarse en los límites de lo que la burocracia demarca como saber. Weber dice que la vida se ha racionalizado en esferas. Estas esferas vitales de la racionalidad son un intento del científico por entender las formas de la modernidad. Estas son:
Esfera económica, proceso de despersonalización, surgimiento del dinero, el medio se transforma en fin.
Esfera política: aquí se habla de dominación, hay una relación de obediencia y mandato, competencia con la ética religiosa, un estado que se compara con Dios.
Esfera estética: en la pre-modernidad, última relación entre el arte y esfera religiosa, en la modernidad el arte se hace autónomo, redimirse por el arte.
Esfera erótica: hay un mayor poder irracional de la vida que surge como contrapartida del racionalismo, romanticismo, la tensión es mayor porque eran relaciones muy profundas entre lo religioso, lo sacro y lo erótico.
Esfera intelectual: se retira la magia y se desplaza a la religión, la idea de totalidad del mundo comienza a perderse a través de la idea de la racionalización.
El trabajo científico, expresa el autor, está sujeto a los términos del progreso, en esto difiere con el arte que no tiene en éste sentido ningún progreso, una obra de arte lograda jamás envejecerá ni será superada, en cambio en campo de ciencia cada descubrimiento o investigación será superado en poco tiempo, dejará probablemente lo verdadero.
Quien se dedique al trabajo científico deberá resignarse a ser un especialista y se alejará cada vez más de la comprensión del todo, serían “los nuevos bárbaros” al decir de Ortega y Gasset.
Lic. Elena M. T. Farah
elenafarah78@hotmail.com

Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Egresada de Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)

07/07/06

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