Abrumado por un anticipado final de su mandato, a poco más de un año de su asunción, el titular de U

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Abrumado por un anticipado final de su mandato, a poco más de un año de su asunción, el titular de Unión por Córdoba presentó su renuncia. Sus razones, la reacción de sus compañeros de bancada y el silencio de Alberto Cantero.

Por Pablo Callejón – Hugo Abraham llegó al Concejo Deliberante a media mañana convencido de su anticipada despedida y con el cansancio visible de un fin de semana con pocas horas de sueño. En su breve recorrido entre el acceso principal y su despacho recibió el saludo aislado de un par de punteras políticas, que añoraban las épocas del justicialismo dominante en el parlamento local.
Rápidamente se refugió en su oficina, en soledad, releyendo las 3 páginas que sintetizaban algunos porqué de su dimisión. Afuera sus compañeros de bancada paseaban por el pasillo tratando de esquivar los argumentos dolidos del líder y sus propias responsabilidades en un conflicto de final abierto. Abraham estuvo en sus últimos minutos prácticamente solo, como una síntesis del poder exiguo que se esfumó en pocos meses.
Al mediodía firmó su renuncia y salió a confrontar al grupo de periodistas que aguardaban desde hacía varias horas. En el trayecto no hubo abrazos ni palabras de aliento de los ediles justicialistas, mas preocupados por la sucesión que por las brazas ardientes de un fuego político en expansión. Como una paradoja de un día fatal, el único gesto público de comprensión surgió del roggerista Jorge Alves, quien lo esperó a la salida del parlamento para brindarle un abrazo que pareció asfixiar las emociones del dirigente en fuga.
Al ingresar a la presidencia del Concejo Deliberante, Abraham se propuso explicar sus propias razones del portazo. “Noté que no tengo la voluntad de seguir buscando el consenso. Esto parte de mis íntimas convicciones, porque si no me dejan pero tengo la voluntad me llevo por delante a quien se oponga”.
De brazos caídos, así se mostró en el final el principal referente del canterismo y el concejal que llegó en el puesto número 1 de la lista de Unión por Córdoba.  Abraham dejó en claro que no había margen para más dilaciones.
“No he cometido errores, no sean tan generosos conmigo, cometí horrores y por eso debo dar un paso al costado. No los voy a enumerar, pero pongo mi honestidad intelectual y de acción que siempre he llevado adelante a disposición de los medios y de la gente, para que califiquen mis acciones.  Yo no soy un profesional de la política, pero tengo una trayectoria por la cual voy a pelear siempre por el justicialismo”, expresó.
Sobre el final le habló al presidente del Concejo Deliberante, a quien le pidió que se quede tranquilo “porque estamos vivos, aunque por allí se tiran mensajes que el Concejo está sepultado y no tiene salida”.

El peor silencio

Abraham lo podía esperar de todos menos de él. Los sonidos del silencio de Alberto Cantero pueden ser leídos de diferentes maneras: o creyó que su principal referente en el Concejo no estaba a la altura de las circunstancias o se olvidó del proyecto político en la ciudad para jugarse el todo por el  todo por su apuesta personal en el Congreso de la Nación.
Consultado sobre porqué no brindaba una definición pública de lo que sucedía en su propio bloque, Cantero argumentó que dejaba la pelea local para sus concejales y que debía preocuparse por su nuevo rol de candidato a diputado. La flamante estrategia de abandono parece contradecir la postura de quien se hartó de repetir que los ediles de UPC debían defender el proyecto que perdió por poco más de mil votos. Además, confronta con la lógica partidaria pensando en el 2007: ¿cómo apostar a un regreso al Palacio Municipal si se relega hasta el olvido a las estructuras que podrían acompañarlo en el operativo reelección?
Abraham prefirió ante el silencio la voluntad de un consenso: “no me sentí abandonado por Alberto Cantero. Que no haya dado un mensaje público no quiere decir que me apoye o no. Con él estoy en permanente contacto y fue una de las personas que se sumó a este pedido de que no diera un paso al costado”, puntualizó.

Fragmentos del texto de renuncia presentado al presidente del Concejo Deliberante, Juan Jure:
· “Seguramente cometí muchos errores, pero fueron producto del apasionamiento en la defensa de los intereses de la ciudad y nunca el resultado de especulaciones políticas o actitudes mezquinas”.
· “Los acontecimientos de dominio público vividos durante las últimas semanas en el bloque de Unión por Córdoba (sobre lo que no voy a profundizar por su notoriedad y conocimiento general), afectó la convivencia entre los concejales que actúan bajo mi conducción.
Ante una situación institucional de esta naturaleza, el manual de la política recomienda las recetas clásicas a las que la sociedad no termina de acostumbrarse, aunque las acepta casi como naturales.
Una sería dejar hacer/dejar pasar, esperando que el tiempo licuara la actitud de dos concejales, que omitieron el debate democrático que siempre propuso en el bloque y que jamás nadie rehuyó, anticipando con su firma un despacho de mayoría junto al oficialismo.
Otra posibilidad era renunciar a la presidencia del bloque y retener la banca hasta el final de mi mandato. Esta actitud era simplemente apostar al premio consuelo de la supervivencia de la vieja política… Opté por relegar el manual de la política por el manual de la vida”.
· “No he logrado cumplir acabadamente con los objetivos propuestos cuando asumí la responsabilidad de conducir el bloque… y ha llegado el momento de dar un paso al costado”

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