Implante coclear

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Enzo Gazzoni tiene 10 años y nació prematuro. Es seismesino y tiene un hermano mellizo, Mateo. Por las complicaciones del parto, los médicos debieron aplicarle fármacos ototóxicos que le causaron un daño irreparable en la cóclea y la pérdida total de la audición. Pero la detección no fue inmediata.220px-Cochlear_implant
A los 5 meses de vida, Claudia Ferreyra, su mamá, advirtió que Enzo no se comportaba igual que su hermano mellizo. “Sus llantos eran muy fuertes y constantes y no tenía reacción ante las voces. No sabíamos si era autista, sordo, o qué le pasaba. Lloraba mucho y no lo podía calmar”, relata Claudia.
Decidieron llevarlo al otorrinolaringólogo, quien luego de varios estudios les comunicó que el niño era sordo. “Se nos vino el mundo abajo, pero nos organizamos y me quedé a cuidarlo”, dice Claudia. El equipo de profesionales que lo atendió recomendó colocar un implante coclear. Así fue que al año de vida Enzo recibió su primer implante coclear el 18 de agosto de 2005, justo el día de su cumpleaños. Fue su regalo”, dice emocionada.

Hipoacusia
Cuenta además que hubo algunos cuestionamientos a la decisión. “Algunos me decían cómo lo vas a someter a una cirugía justo ese día, pero decidimos que era el mejor regalo para él, porque esto le permitiría escuchar”, agrega. Al mes siguiente, el implante ya estaba encendido y calibrado, listo para comenzar la estimulación auditiva.
“Por más que no tenga implante coclear, es clave hablarles todo el tiempo, hay que dedicarse mucho con los chicos. Leerles libros de cuentos todos los días los ayuda mucho, los hijos aprenden vocabulario y pueden incorporar más palabras. Es importante que toda la familia apoye este proceso de estimulación temprana”, indica Claudia.
La mamá cuenta que cuando sus hermanas tocaban el piano, “Enzo se acercaba, sentía las vibraciones y movía sus piecitos al compás de la música”.
El niño reconoce que antes de que le pusieran el segundo implante su vida comenzó a cambiar.
“Empecé a darme cuenta desde dónde me hablaban. Me siento mejor, antes escuchaba a un volumen bajito y tenía que gritar, ahora escucho mejor y no me hace falta gritar”, asegura.
Su hermano también está contento porque ahora lo llama y él responde más rápido. Durante dos años, la familia Gazzoni debió viajar a Buenos Aires en busca de un tratamiento integral. Con el apoyo incondicional de la familia y la dedicación constante de sus padres, Enzo llevó a cabo una excelente preescolaridad. A los 5 años se implantó el otro oído y recuperó su audición al máximo posible. Enzo es un excelente alumno, un niño absolutamente sociable, cariñoso y muy divertido.

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