La mejor forma de volver al cole

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El examen de salud completo es clave. Para muchos niños, la vuelta al colegio puede generar una serie de emociones vinculadas con sensaciones desagradables, como ansiedad, temor y angustia. Estas reacciones pueden aparecer cuando el despegue de la casa al mundo se vive como un hecho inevitable, abrupto e incierto, en el que la salida hacia “el afuera” se percibe como una amenaza. Sin embargo, para otros niños el regreso al cole puede provocar alegría y entusiasmo por el reencuentro con los compañeros del año anterior y por la recuperación de los espacios de juegos en los recreos, que parecen siempre cortos.
El ingreso a la escuela es un momento importante en la vida de los niños pues es la primera salida de trascendencia al mundo extra familiar. Al ingresar a la institución educativa, sus vidas se transforman para siempre y eso implica cambios en su desarrollo integral. “Ansiedad, expectativa temor o angustia están vinculados con el rol que en esta apertura les toca jugar, mientras que el modo como lo enfrenten depende de múltiples factores: individuales, familiares y del contexto escolar”, explica la psicóloga María Elena Cordera, docente de la Maestría en Salud Materno Infantil de la Universidad Nacional de Córdoba.
El estrés es una respuesta individual, por lo que cada persona reacciona de manera diferente ante una misma situación. “La vuelta al colegio despierta emociones, que en algunos casos pueden ser de temor, inseguridad o tensión. Es lo que se conoce como estrés posvacacional”, señala Mario Polacov, médico pediatra miembro del Comité de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina 
de Pediatría (SAP) Filial Córdoba.
Entre las recomendaciones para prevenir los efectos negativos del nuevo contexto institucional, los especialistas mencionan la importancia de entrar gradualmente en el “clima escolar”. “Todo cambio brusco genera una mayor carga de estrés, por lo que una introducción progresiva facilita la adaptación”, indica Polacov, quien también es autor del Libro Crianza Saludable.
Es bueno ir preparando con tiempo el regreso a clases. Hay que evitar postergar el momento de las compras y que la adquisición de útiles y vestimenta se realice con el apuro del último momento. Tener el guardapolvo y la mochila preparados es parte del rito saludable. “También es importante comenzar a modificar en forma paulatina el ritmo horario durante los últimos días de las vacaciones tanto para los chicos como para los padres”, agrega Cordera.
Otro aspecto que remarcan los especialistas es la importancia de hablar sobre la escuela, resaltando aspectos positivos (el encuentro con amigos, juegos, aprendizajes, la importancia de la educación). “Comenzar con buen ánimo y con alegría es un recurso valioso para enfrentar las dificultades”, propone Polacov.

Autonomía infantil
Cuando se trata del nivel inicial (entre los 3 y 5 años), algunas adquisiciones como el control de esfínteres, la alimentación independiente, el manejo de la palabra, son indicadores de autonomía que inciden en las características que puede llegar a tener el estrés previo al ingreso a la escuela. “Por eso es clave promover la autonomía infantil a través de un sentimiento de confianza básico que debería ir desplegándose desde los primeros meses. Aquí se construye la autoestima y se cimientan las bases para enfrentar situaciones nuevas y desprenderse de los padres”, señala Cordera que también es presidenta de la Fundación de promoción de Salud Integral Infantil y familiar (Pro-siif). Recuerda que es fundamental fortalecer la autoestima de los niños, darles confianza, apoyo y estímulo, resaltando por ejemplo sus logros en el año anterior.
En relación con la conveniencia de acompañarlos a la escuela el primer día o las primeras semanas, los especialistas afirman que lo más importante es estar presentes no sólo el primer día de clase, sino durante todo el proceso educativo. “El acompañarlos es una manera de sostenerlos, de darles seguridad, de saber que alguien que los quiere está cerca para cuando se lo necesite”, dice Cordera. Es recomendable llevarlos a conocer el espacio escolar (aulas, patios) y las personas con quienes lo compartirá (maestros y ayudantes).
“Estar presentes en todo el proceso educativo, sabiendo que la incorporación de los niños a la escuela implica un despegue para ellos y que lo más importante es compartir las instancias previas con ellos, explicándoles que comenzar la escuela es parte de su crecimiento personal y que es una instancia muy importante en su vida”, propone Alicia González, médica neonatóloga de la Maternidad Nacional. Por eso es importante que se adapte al sistema educativo y que sepa que estudiar “es un compromiso y una obligación que 
tiene que asumir”, remarca González.
Cordera señala que acompañar a los niños también es escuchar con la mente y el corazón abiertos, para tratar de comprenderlos y así poder aconsejarlos. “A veces, así pueden descubrirse causales de estrés escolar, como violencia, hostigamiento (bullying) o problemas de relación”, advierte Cordera. A veces estar presentes significa acompañarlos en silencio, darles seguridad estando cerca de ellos, para que recuerden que son queridos y que tienen a quien acudir si lo necesitan.
También es fundamental implementar rutinas saludables: respetar las horas de sueño suficientes, mantener una adecuada alimentación, evitar la saturación con actividades extraescolares que no dejan tiempo al juego libre. “Otra recomendación es que el primer día de clases toda la familia se levante con tiempo, para desayunar juntos y prepararse para ese día tan especial. El estar a las ‘apuradas’ puede agregar estrés y empañar tan lindo momento”, agrega Cordera.

Si el niño llora desconsoladamente los primeros días cuando sus padres lo llevan al colegio, esto puede deberse a una falta de seguridad y autoconfianza. Al ser dejado en soledad en un entorno no familiar el niño se siente desprotegido y vulnerable; sumado a este hecho lo invade un sentimiento de abandono, ya que sus padres lo dejaron y teme que no vuelvan a retirarlo. “Esto lleva a una estrategia de evitación, expresando a veces escandalosamente su negativa a entrar a la escuela, el berrinche”, insiste Polacov.
Estas reacciones son más frecuentes en aquellos niños que son criados en un entorno muy cerrado de personas, en un círculo íntimo con reducida exposición. “En estos casos es conveniente que el chico ejercite previamente la circunstancia de ser dejado al cuidado de otras personas por un tiempo cada vez más creciente; poco a poco, aprende que se lo deja transitoriamente y que luego se lo lleva de regreso a su propio espacio. Si bien los padres no están físicamente con él, es como si quedaran en su interior (en su memoria y en su corazón) haciéndole compañía”, explica Polacov.

Hito
El comienzo de clases se ha institucionalizado como la fecha bisagra que marca la clausura del receso estival. Esto puede ser tomado con agobio, como el aumento de las obligaciones en general, o reforzar la idea de hito, evento trascendente en la vida de las familias y la comunidad.
Es preferible que no coincida el retorno al trabajo de los padres con la inauguración del período escolar de los hijos.

Certificado escolar
El certificado escolar es una exigencia de los establecimientos educativos, pero fundamentalmente es una oportunidad para constatar el estado de salud integral del niño (en sus aspectos físico, mental, emocional y social) y para detectar anormalidades (muchas veces sutiles o inaparentes). “No es un mero trámite, una formalidad del sistema; se trata de un documento de valor legal que es el resultado de un acto médico responsable”, aclara Polacov.
Los medios para conocer la salud plena de los chicos incluyen el examen clínico completo y cuidadoso, diálogo sobre el estilo de vida del niño y su familia, búsqueda de factores de riesgo y protección y una revisión del carné de vacunas. “De esta manera, se puede promover la práctica de la actividad física, descubrir problemas inaparentes (déficit visual, escoliosis, hipertensión arterial, trastornos de lenguaje, entre otros), dar recomendaciones y consejos preventivos, sugerir correcciones y despertar conciencia”, insiste el médico de la SAP.

Lenguaje
Bibiana del Bianco, docente de la Cátedra “Diagnóstico y Terapéutica del Lenguaje I” de la Escuela de Fonoaudiología de la UNC también advierte que al inicio escolar es posible que algunos niños aún no pronuncien correctamente todas las palabras, omitan, sustituyan o alteren “letras”(fonemas) o sílabas. “Los papás suelen vivirlo con ansiedad pues piensan que esto puede incidir en su aprendizaje escolar, lo cual puede ser real”. Ante esto, es fundamental un diálogo franco con la docente y el compromiso de realizar una evaluación fonoaudiológica. La especialista además señala que se trata de sostener al niño sin etiquetarlo, discriminarlo ni señalarlo, y en esto, el docente y los padres tienen mucha responsabilidad.
El lenguaje es el instrumento de comunicación más preciado y sobre él se edificará el aprendizaje del código lectoescrito. Es lo que permite interactuar: codificar y decodificar los mensajes. De ahí que el soporte anatomofisiológico del mismo debe estar “sano”. Para poder fijar los elementos correctos del lenguaje, necesitamos de buena audición. Por eso es tan importante un examen de detección precoz de la agudeza auditiva.

Fuente la Voz del Interior

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