Inflación, deudas y platos vacíos: octubre dejó el peor registro social del año en Córdoba
- Telediario Digital

- 4 nov
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El informe del IETSE advierte un deterioro alarmante de las condiciones de vida: la mayoría de los hogares no cubre la Canasta Básica Alimentaria y el 90% debe financiar la compra de alimentos. La inflación mensual fue de 2,3%, impulsada por la suba de carne, lácteos y harinas.

El Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) difundió su informe de octubre con un dato que alarma: el 58% de los hogares cordobeses no logró cubrir la Canasta Básica Alimentaria, mientras que el 90% debió financiar la compra de comida. La inflación se ubicó en 2,3%, pero el impacto real se sintió en los bolsillos y las mesas familiares.
El estudio —realizado sobre 2.500 hogares— confirma una tendencia crítica: el acceso a los alimentos depende cada vez más del crédito y de la asistencia estatal. Casi el 40% de las familias recurrió a tarjetas, otro 40% compró fiado y un 12% pidió dinero prestado. Solo el 9% pudo afrontar las compras sin endeudarse.

En el plano alimentario, la inseguridad alimentaria se profundiza. Más de la mitad de los hogares admitió haber eliminado alguna comida diaria, y uno de cada diez reconoció que algún integrante comió solo una vez al día o debió ayunar. Además, el 30% declaró haber pasado hambre y el 20% pidió comida o dinero para poder alimentarse.
Mientras tanto, los precios siguieron escalando: el rubro “alimentos y bebidas sin alcohol” subió 2,8%, con fuertes incrementos en lácteos (5%), carne vacuna (7%) y productos farináceos (7%). Estos aumentos golpearon especialmente a los sectores más vulnerables, donde la comida representa la mayor parte del gasto mensual.

El IETSE advierte que octubre fue el peor mes del año para el consumo minorista, con una caída del 9,5% interanual. En el acumulado enero-octubre, las ventas retrocedieron 22,4% frente a 2024, reflejando que la inflación sigue superando el crecimiento salarial. El informe concluye que el país atraviesa “un cuadro de fragilidad estructural”, marcado por el endeudamiento familiar y la creciente dependencia de los programas sociales.
“La sociedad ha hecho un esfuerzo enorme, incluso a costa de su propio bienestar, para evitar otra crisis. Ahora espera respuestas de racionalidad económica y sensibilidad social”, cierra el documento.




