"Es imposible trabajar": el drama de una alambradora que quedó ailada por las inundaciones

Tapados por el agua, sin caminos ni respuestas: vivir y trabajar se volvió una odisea en Carlos Casares y Cadret. Dialogamos con Yamila Tello, una alambradora afectada por las inundaciones, que relató cómo la falta de obras y de respuestas oficiales paraliza la vida de los pueblos.

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Las inundaciones en el noroeste bonaerense dejaron pueblos enteros aislados. Productores y vecinos reclaman que no se trata de “exceso de lluvia”, sino de abandono. Yamila Tello, alambradora y técnica agropecuaria de Carlos Casares, relató en diálogo con Argentina Noticias la difícil situación que atraviesan cientos de familias.

Marcha de productores y pueblos incomunicados

Más de 500 personas participaron días atrás de un tractorazo en Carlos Casares. Con tractores y maquinaria pesada llegaron hasta la municipalidad para reclamar caminos transitables, obras hidráulicas y un plan de emergencia.

“Hace ocho meses que vivimos en emergencia, no sólo agropecuaria sino también social. Los pueblos están completamente incomunicados”, explicó Tello.

En Cadret, Carlos Casares, Ordoqui y Hortencia, localidades atravesadas por la crisis hídrica, los vecinos carecen de servicios básicos:

“No tenemos gas natural ni agua potable. Solamente pedimos caminos para poder salir a trabajar, llevar a los chicos a la escuela o que los mayores puedan llegar al hospital”, advirtió.

La falta de accesos genera un impacto directo en la actividad económica. “Nosotros vivimos del campo. Mi pareja y yo somos alambradores, pero también hacemos cosecha, siembra, trabajamos con animales. Hoy hacemos 100 kilómetros de desvío para llegar a un lugar que está a 17”, graficó.

“No queremos planes ni asistencialismo, queremos trabajar”

El pedido de los vecinos es claro: transitabilidad y asistencia inmediata. “No reclamamos alimentos ni materiales. Queremos poder trabajar. La respuesta ha sido la no respuesta. El municipio negó desde el inicio lo que estaba pasando”, sostuvo la alambradora.

Según relató, la última gran inundación comparable ocurrió en 2012, pero las obras estructurales nunca llegaron: “El intendente dice que las obras están, pero las vemos todos los días y no existen. Ahora ponen alcantarillas cuando ya es tarde”.

Una grieta en medio del agua

La situación también generó tensiones sociales entre sectores urbanos y rurales.

“Se instaló la idea de que la gente de campo es rica porque tiene 4x4. Y nosotros somos simples laburantes, no tenemos campo, la única tierra que tenemos es una maceta. Necesitamos trabajar, nada más”, expresó Tello.

La falta de planificación hídrica y la ausencia de respuestas oficiales dejaron a los pobladores en una situación crítica. “Estamos literalmente solos. Sin asistencia del municipio, de la Provincia ni de la Nación”, concluyó.