Docentes resistentes

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El concepto de personalidad resistente aparece por primera vez en la literatura científica en 1972, en relación a la idea de protección frente a los estímulos nocivos externos, que podríamos llamar estresores. Muchos autores desarrollan el concepto a través del estudio de aquellas personas que ante hechos vitales negativos del contexto (como el burn-out) parecían tener unas características de personalidad que les protegían. Así, se ha establecido que hay personas vulnerables a ser dañadas, aunque tambièn en su mayorìa existen las personas resistentes, en este caso docentes, que tienen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la vida, a la vez que tienden a interpretar las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia. En general, se consideramos que es un constructo multifactorial con tres componentes principales: compromiso, control y reto.

Tenemos que relacionarlo con la resiliencia, que es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. La resiliencia se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aún habiendo vivido una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados.
La salud humana es el resultado de una compleja madeja de influencias biológicas, sociales y psicológicas, pero no basta con su reconocimiento formal, sino que es imprescindible la construcción de aparatos categoriales que soporten conceptualmente las acciones profesionales, que los docentes sabemos que es el desarrollo de habilidades sociales; uno de los más interesantes conceptos en esta dirección es el de Personalidad Resistente (“Hardy Personality”).
Hace ya muchos años se reconoce explícitamente en el ámbito de las Ciencias Biomédicas la significación de los factores psicológicos y de contexto en el proceso salud-enfermedad. La creciente tendencia al trabajo multidisciplinario del docente tendría que incluir al psicólogo como uno de sus más importantes protagonistas en la atención a los más complejos problemas del contexto que pueda afectar la salud del trabajador educativo, similar al de otros profesionales (se llaman grupos Balint).. Para dar respuesta a esta necesidad se han desarrollado diferentes aparatos categoriales y micro-teorías que han intentado dar respuestas generales o particulares a los diversos problemas que ponen en evidencia la significación del factor humano en el inicio del proceso salud enfermedad. Posiblemente el concepto de estrés psicológico (del original “stress” en lengua inglesa pero de tan rápida aceptación y de uso tan frecuente en lengua castellana que hace ya mucho fue aceptado por las Academias Lingüísticas) haya sido el término de más amplia utilización en el argot científico en los primeros años de reconocimiento de la Psicología de la Salud, como legítima especialidad con un espectro de acción específico en toda la dimensión del proceso salud-enfermedad.
Muchos de los primeros trabajos de aquí derivados enfatizaron los factores externos a la persona, y aquì sì tenemos el efecto final como el burn-out, a aquellos eventos que aparecen en el entorno del individuo y se convierten en una amenaza para su salud y bienestar. Expresión de ello es la aparición en la literatura científica del término eventos vitales, práctico concepto referido a los diversos sucesos que pueden presentarse en la vida cotidiana y laboral de una persona potencialmente lesivos para su salud y bienestar, lo cual nos estamos aproximando al contexto a priori distorsionado, que rodea el àmbito del docente.
Aunque útiles, muy pronto estos conceptos revelaron sus limitaciones en tanto obviaban las diferencias individuales en las personas expuestas a esos eventos que podrían tanto amortiguar como intensificar su impacto, y no tomaban en consideración, el cuidado, mantenimiento, restablecimiento u optimización de su salud. En esta dirección, insisten en el hecho de: “…como el individuo puede tanto crear como reaccionar ante acontecimientos vitales en su vida y tanto tolerar como enriquecerse de las situaciones estresantes…”
Por esta razón, surgen y se desarrollan en el ámbito científico toda una serie de conceptos que resaltan la significación de las diferencias individuales y el papel activo del hombre en sus constantes transacciones con un entorno que es ¡o es percibido! como estresante para la persona. El concepto “Personalidad Resistente”, también identificado por otros como “fortaleza personal es la “castellanización” del concepto, proveniente de la lengua inglesa, “hardiness” cuya traducción literal significa dureza, solidez, severidad… y su propio significado, al referirse a una determinada persona, trasciende la idea de alguien “duro”, fuerte y capaz de hacer frente a las más diversas adversidades que la vida cotidiana puede ponerle por delante. Transmite una idea de protección frente a los inevitables estresores de la vida cotidiana, que pueden llevar a la quemazón o burn-out. De esta misma manera, el concepto de Personalidad Resistente presupone una persona que posee una serie de características y rasgos de personalidad protectoras y potenciadoras del bienestar y además se “auto-construye” a través de sus distintas acciones a lo largo del Ciclo Vital, en el que son inevitables los procesos de cambio, que son percibidos como oportunidades para el crecimiento personal más que como peligros y amenazas al bienestar
Estamos en presencia de un concepto multidimensional, más amplio que la simple resistencia para hacer frente a las adversidades (resiliencia) y que incluye otros componentes que implican la flexibilidad y la habilidad resolutiva de problemas, en estrecha relación con la forma de percibir la situación estresante, y que se expresa en la frecuente apelación a la siguiente plegaria:
 “Dios, prémiame con la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para conocer la diferencia.”

Lic  Elena M T Farah
Lic en administración y gestión de la educación.
Mat. Nac 2184

Dr Eduardo O. Medina Bisiach
eomedinab@hotmail.com
DNI 7.976.139
Psiquiatra Universitario (UBA) MN 35099; MPBA 32440;MPC 5552
Master Internacional en Adicciones (USAL y DeustoEspaña)

03/11/06

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