Violencia Juvenil y Falta de Control Social

0
Compartir

La ciudad ha sido testigo una vez  más de hechos de violencia juvenil.  Esto amerita varias reflexiones.
1) Es sabido que los jóvenes representan una franja etaria expuestos a alto riesgo. Ellos mueren de causas violentas, agresiones, accidentes y suicidios.
2) En segundo lugar algunas encuestas sugieren que son los que reportan  consumir regularmente alcohol  los se han visto afectados por situaciones de violencia.
3) Este grupo sin embargo no representaría al universo de jóvenes ya que se trata alrededor del 20% de la población. Esto significa que unos 8 chicos de cada 10 no se involucran en violencia.
4) Frente a este grupo, se halla la mayoría de jóvenes, que tratan de controlar sus propios factores de riesgo.

¿Que se puede deducir de lo expuesto?
En primer lugar que si bien es importante la familia y los límites que deben imponer a sus hijos no parece ser el caso de Río Cuarto el de una violencia descontrolada donde el eje central de la solución sea únicamente la educación. No es esta una subcultura de violencia (por ejemplo como la que describe en Colombia Wolfang en su libro sobre subculturas de violencia donde la misma es incorporada a los niños desde los mecanismos de socialización como algo positivo y utilizada como mecanismo “normalizado” para ascender vía el crimen organizado en la escala de distribución social de bienes y servicios. Aquí, hay barras de determinadas zonas de la ciudad. Hay individuos que se desvían de toda norma y que son un riesgo para los demás. Esos grupos e individuos son fácilmente identificables y deben ser controlados mediante el sistema policial y de justicia. Como eso no se hace, la gente sale a hacer justicia por mano propia. Por ahora afortunadamente nada mas que con arrestos de los delincuentes. La historia sin embargo, está plagada de ejemplos de acciones mucho más graves de venganza cuando los medios institucionales de control de la violencia fallan. Eso debe ser evitado a toda costa fortaleciendo los mecanismos de control social establecidos en nuestra ley.
Segundo, aquí lo que se observa es que la violencia ocurre en lugares que los mapas de riesgo deben tener señalados como de altísimo riesgo, esto es en los boliches, donde el horario absurdo impuesto por la falta de regulación adecuada, la ingesta de alcohol y la falta de control policial termina en violencia. Peor aún, los Argentinos nos hemos visto sacudidos por noticias que señalan que son los propios patovicas empleados en los boliches los que lejos de proteger a los jóvenes los muelen literalmente a golpes.
Tercero, los dueños de los boliches en consecuencia deben ser responsables no solo por los matones a sueldo que emplean para victimizar a quienes tienen que proteger sino que también deben ser responsables por el ingreso a  su local con púas, puntas, sevillanas y armas de cualquier especie.
Cuarto, violentos existieron siempre pero también en cuanto ocurría un hecho estaba la policía que actuaba en consecuencia. Lo que ha pasado recientemente con el control de la policía caminera que bajó en la Provincia en 60 % las muertes revela que a la par de los límites educativos hace falta todo el peso de la ley para el control de las personas que se desvían de la norma.
En definitiva lo que existe en la ciudad no es tanto un problema de educación y falta de límites de los padres sin desconocer el valor importantísimo que tiene la familia. Aquí da la impresión que las instituciones no funcionan para el bienestar general. Todavía se recuerda aquella tentativa de democracia ampliada mediante consulta popular que tuvo como uno de sus asuntos precisamente la discusión sobre el funcionamiento de los boliches. Todo terminó en la nada. La consulta popular parece haber sido neutralizada por intereses poco claros que impidieron el ejercicio de una real democracia participativa para el bienestar general y no para un minúsculo grupo de capitalistas del esparcimiento que no trepidan en lucrar con la salud y las vidas de nuestros jóvenes.
Aquí en definitiva lo que falla es la falta de regulación que imponga horarios que sean consistentes con el sentido común. Aquí lo que falla es la falta de saturación policial en base a los mapas de riesgo que deben hacer de los boliches lo mismo que se hace con las motocicletas descontroladas. Aquí lo que falla es hacer bien lo que debemos hacer desde el estado, dar seguridad a la gente y meter preso a los violentos que amenazan el bienestar de la mayoría educada y cumplidora de la ley.

Roberto Tafani

 

Commentarios

commentarios

Compartir