Por Guillermo Geremía. – El interrogante no remite a someter a juicio al sistema de gobierno que cumplió 25 años ininterrumpidos y que tanto nos costo conseguir. La pregunta no busca desalentar el compromiso ciudadano en ese momento de ejercicio pleno de la participación democrática. Entre signos está la duda instalada en buena parte de la ciudadanía respecto de las razones que nos llevan en está oportunidad al cuarto oscuro…
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El interrogante no remite a someter a juicio al sistema de gobierno que cumplió 25 años ininterrumpidos y que tanto nos costo conseguir.
La pregunta no busca desalentar el compromiso ciudadano en ese momento de ejercicio pleno de la participación democrática.
Entre signos está la duda instalada en buena parte de la ciudadanía respecto de las razones que nos llevan en está oportunidad al cuarto oscuro.
¿Usted se preguntará para qué votamos?
Esta elección de medio término es para elegir a Senadores y Diputados que renovarán parcialmente el Congreso Nacional. En un país normal no debieran generar la incertidumbre que estos comicios han despertado.
No son muchas las oportunidades en la historia en las cuales la hora de los votos llega después de un consolidado período de crecimiento económico que ni siquiera la portentosa crisis financiera internacional pudo socavar en los términos de otros incendios pavorosos de nuestros bolsillos.
Históricamente desacostumbrados que estamos a pensar el país más allá de cuatro años, otra vez hemos dejado pasar la oportunidad de consolidar un modelo de producción que proyecte a la Argentina definitivamente de su postración bicentenaria.
¿Usted se preguntará para qué votamos?
Quizás para que las urnas resuelvan lo que el diálogo y la necesaria búsqueda de consensos no consiguió en este año y medio de conflicto con el sector agropecuario. ¿Es la postración del campo lo que lleva al país a transitar por dos veredas cada vez más distanciadas o son los intereses desmedidos de un sector, que tiene actividades o zonas postergadas bueno es admitirlo, pero que en términos generales está mejor que la media de la sociedad?
Claramente detrás de la discusión por una mayor rentabilidad para el campo se enfilaron viejas y nuevas antinomias políticas e ideológicas que han dividido y por lo visto dividen hasta la postergación a nuestro país.
¿Usted se preguntará para qué votamos?
Votamos para oxigenar al Poder Legislativo y reimpulsar una demanda de una Argentina más federal que no postergue permanentemente al interior, salvo a la provincia desde donde proviene el presidente/a de turno. O estamos caminando hacia las urnas llevados por los intereses de unos que buscan posicionarse para el próximo turno electoral y otros que quieren a cualquier precio quedarse con todo el poder que les sea posible.
¿Usted se preguntará para qué votamos?
Para encontrar la manera de resolver los repetidos problemas que hacen cada vez más injusta la distribución de la riqueza. Para descentralizar el poder geopolítico y económico que ha hecho que un habitante de La Matanza tenga en su mano un voto que vale más que un vecino de Holmberg. Para adecentar las instituciones fundamentales de una sociedad enquistadas de tumores malignos que atrofian su funcionamiento.
¿Usted se preguntará para qué votamos?
Lo hacemos porque la lógica desgastante de ejercer el poder en este modelo de República le demanda al gobernante de turno que acumule autoridad para que con mano firme lleve el timón del país, pero cuando lo tiene y lo ejerce nos pasmamos con sus decisiones de poderosos emparentadas más con regímenes autoritarios que el plural ejercicio del respeto de las mayorías a las minorías.
¿Usted se preguntará para qué votamos?
Para que el dólar este recontraalto o volvamos al deme dos. Para que nos aumente el sueldo. Para que a mi no me jodan con las multas. Para zafar de pagar los impuestos. Para volverme a ir de vacaciones a Brasil. Para comprarme el autito o cambiar el que tengo. Para que saque a todos los zurdos del gobierno. Para que no vuelva la ola privatizadora. Para que le den mano dura a los delincuentes. Para que trabajen los vagos de los empleados públicos. Para que los empresarios se dejen de pensar sólo en ganar dinero ellos. Para tener de una vez por todas el techo propio. Para que no vuelvan los bonos. Para que los muchachos peronistas sigan cantando la marcha. Para que Luis no hable de fraude. Para que todo se siga escribiendo con K. Para que el Colorado se saque las ganas. Para…para…para…pará.
¿Usted se preguntará para qué votamos? Yo ya lo pensé. Usted también. A votar.