Parte del juego – La Biblia y el Calefón

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Los políticos no mienten y ni siquiera dicen la verdad.  Hay gusto a nada en sus discursos pero nada les quita el gusto de repetirlos. Son anodinos, narcisistas, soberbios ó graciosos. Aparecen siempre maquillados y resultan lúcidos en el arte de la evasión a la pregunta incisiva. Las respuestas tienen rígida estructura. No debaten aunque cuestionan. Hablan del otro con saña y desprecio, pero dejan lugar a la reconciliación en la próxima contienda. No se aman, ni se odian…

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar) – Bien peinados, refinados, de mirada enternecedora y voces que emanan pausadas, como susurrando  la parla. Caminan por calles asfaltadas, pegando saltitos en obras inconclusas y acariciando el pelo de pobres que juegan a creerles ante fotógrafos que no pierden el pudor al momento de repetir la escena. Las caminatas son perfectamente cuidadas. Puede haber actores de poca monta ó vecinos que salen a mirar para tener charla al mediodía. Los actos también se imaginan con recelo. Ahora la gente está sentada, hay muchos abuelitos y obreros con casco. También se sugiere a los empleados estatales que se sumen sin compromisos pero advertidos de las consecuencias de un faltazo.
Los políticos no mienten y ni siquiera dicen la verdad.  Hay gusto a nada en sus discursos pero nada les quita el gusto de repetirlos. Son anodinos, narcisistas, soberbios ó graciosos. Aparecen siempre maquillados y resultan lúcidos en el arte de la evasión a la pregunta incisiva. Las respuestas tienen rígida estructura. No debaten aunque cuestionan. Hablan del otro con saña y desprecio, pero dejan lugar a la reconciliación en la próxima contienda. No se aman, ni se odian. Solo se necesitan ó se rechazan. La ideología es una carga, el partido un sostén de ocasión y el compañero un aliado.
La mosca en la sopa se traga ó se corre según la conveniencia de la mesa. Por dinero ó afinidad con algún caudillo de turno se puede ser candidato y hasta resultar electo.  No importa el partido, sino la partida. Si ayer fueron actores hoy serán productores de botas con soja. Si pudieron ser cantantes ahora serán imitadores de Eva. Si acudieron a deportistas quizás sea el turno de esposas, amantes, hijos y entenados. Habrá lugar para todos. No es necesario que hablen, suspiren, asuman ó decidan. Serán bienvenidos de todos modos. Habrá fieles y desobedientes, activos y rapaces, cocineros y ñoquis.
Olvídense de las propuestas. Ignore las plataformas. Deje pasar las utopías. Calle si es zurdo ó derecho. Todo lo que fue centro ya no lo es. Habrá un plan, claro, aunque no lo dirán. El tiempo es tirano y hay demasiado tire y afloje con los sondeos. Calme sus dudas. No escuchará promesas ni grandes anuncios. Eso, curiosamente se da en cada acto de gobierno y tampoco lo cumplen. No es necesario que fabulen.. Las campañas no tienen ideas, solo hay imagen.
La ira domina el escenario. Hay actores irritados que no esperan el aplauso. Les basta con la severidad de sus actos. Escupen el asco y se tragan razones. La mesa sobre el tablón los tiene casi siempre en soledad. Aceptan un mal trago en la entrevista pero detestan compartir una charla de café con el rival. Dan castidad a su prontuario y juran que no lo volverán a hacer. 
Especulan con sus triunfos y derrotas. No hay victoria que sirva sino permite  volver a estar. Deben ganar para seguir compitiendo. No se trata de gestión sino de gestionarse. La elección es una secuencia infinita. El día después es en realidad el primer día de la votación que viene. No son insaciables, son políticos del trance.  Los ahoga el apuro por llegar y la ansiedad de una meta siempre insuficiente.
No resisten archivo, pero jamás se archivan. No se van ni aunque los boten, ni vuelven porque los llamen. Son políticos de raza, con estirpe nacional y orgullosos de sus mañas. Si les cree no se mienta, es solo parte del juego.
 

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